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Domingo:

Odio al Sr. Ogrio, eso es fácil de decir. Desearía que esté muerto también.

Muerto, podrido, olvidado. Muerto.

He pensado que daría lo que fuere por poder recuperar todos esos años que trate de agradarle, creyendo que todo el problema y quien debía cambiar era yo.

Pero no, resulta que nada nunca fue mi culpa y que no hay nadie que te regrese los años perdidos, pero si hay alguien que puede evitar que los sigas desperdiciando: TU. Como de costumbre lo único que necesito, soy yo. Me di cuenta de eso a los 15 años: ¡al fin lo entendí! Demasiado tarde, nuez.

En mi infancia (cuando mi madre aún estaba cuerda, de ahora en adelante le llamaré la Era Pre-colisión) pasaba tardes y noches en mi habitación y el resto del día en el salón de los retratos. En este cuarto hay retratos de todos mis antepasados marcados en oro, y muchas sombras. La mayoría vivieron hace mas de 100 años y lo único que queda de ellos es su retrato, que no es mas que pintura sobre un lienzo. Desearía sentir pena por ellos, pero no, no soy capaz de sentirla, solo sonrió por que están muertos: eran gente cruel, al igual que yo. Algunos de ellos fueron dueños de la empresa que en varios años estará a mi nombre (el dueño actual es el Sr. Ogrio).

Esta tarde me encontraba en el salón de los retratos conversando con mi tío Mariano, que falleció cuando yo tenia 5 años. ¡Y ya los conozco! No, no es que tenga poderes para comunicarme con los difuntos ¿así está bien, nueces? mas bien es conversar con la imagen del difunto, hago eso cuando me aburro (cosa que sucede muy a menudo).

La sala de los retratos es enorme, desde la parte de abajo puedes ver los pisos superiores y hasta arriba tiene una cúpula desde donde entra la escasa luz. Por la noche la esta proviene de los candelabros colgados en el techo que a su vez son el piso de los pisos superiores a los cuales se llega mediante unas escaleras aterciopeladas en forma de caracol muy reducidas. Después en el piso inferior pase junto a mi abuelo el Sr. Martino, junto a el se encontraba mi abuela la Sra. Olga. Jamás conocí al Sr. Martino y en cuanto a Olga, no se ni nueces de ella. Se marchó cuando falleció el Sr. Martino y la empresa quedo a nombre del Sr. Ogrio. Olga solo afirmó que no era algo que quisiera ver.

En el piso mas alto de la habitación mire detenidamente el retrato del Sr. Ogrio. El pasillo es lo suficientemente ancho para que pueda sentarme a un metro de el. Eran las 7:34pm según mi reloj de muñeca y ya la luz que entraba por la cúpula no era suficiente y la del candelabro hacia que fragmentos de su cara se sombrearan dando una mirada aun más fría de lo que ya había visto. Esa vez (igual que las demás veces) me dedique a buscar parecido alguno conmigo, al no encontrarlo me daba la falsa esperanza de que tal vez no seria mi padre. Pero esa vez, a diferencia de las demás veces, lo encontré...

ENTONCES DESIDI IRME

Por fin, dirán, la pequeña bastarda tiene algo interesante que decir.

KatherineWhere stories live. Discover now