Prólogo.

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Hama y Gina me vendaron los ojos, pero ya sabía que era lo que tenían planeado para mí. Me iban guiando cuidadosamente por los pasillos y escaleras de la mansión familiar, que en realidad era una especie de mini-castillo que había pasado de generación en generación en mi familia.

Como todos los años, solía estar sola ahí, sin que mis padres vinieran a visitarme más de tres veces al año, durando una semana todos estos periodos juntos. Así que, para mi décimo sexto cumpleaños, mis amigas habían organizado una pijamada y habían cocinado un pastel.

-Feliz, feliz en tu día. Ojalá que te coma Godzilla, que tomes leche podrida, y que cumplas hacia atrás- terminaron de cantar, antes de comenzar a tirarme de las orejas dieciséis veces y decirme que pensara en mi deseo de cumpleaños.

"Mi deseo? No estar nunca más sola. Estar con personas que me hagan reír todo el tiempo, que no me dejen nunca?" comencé a pensar, hasta que una loca idea brilló en mi mente. Cerré los ojos y junté aire "Deseo quedarme encerrada en mi casa con mis amigas y los personajes de Naruto...y de Diabolik Lovers, ya que estamos" deseé, antes de soplar y abrir mis ojos. 

-Ya, que deseaste?- preguntó Gina, sentándose sobre mi y abrazándome con una fuerza extranguladora.

-Deseé que nos quedemos encerradas con los personajes de Naruto y Diabolik Lovers- dije, mirando a Hama en la última parte. Ella era amante de esa serie. 

Ambas se pusieron a gritar y saltar, mientras yo me levantaba y me dirigía a encender la luz. El enorme salón de techos abovedados y maderas obscuras y pesadas (al igual que todos los muebles) daba miedo iluminado con la tenue luz de las velas extras que habían repartido mis amigas.

-Te imaginas que entrar al baño y que Shuu te meta consigo en la bañera? Ay Dios, yo creo que lo violo ahí mismo- chillaba Hama, acomodándose en el sofá en L negro, donde había instalado su bolsa de dormir. Gina se había hecho un colchón usando millones de almohadones y yo dormía en el pequeño sofá color ciruela.

-Cállate, que seguro te sobrecalentarías y desmayarías, como hace Hinata con Naruto- dije yo, antes de soltar una risilla. Gina soltó uno de esos taldos nivel licuadora, cuando haces "sadsadadsada" -Y ahora que te pasa?- le pregunté.

-Tienes una voz embriagadora. Es profunda y suave y fuerte y todo al mismo puto tiempo. En realidad, prece la voz de una mujer de veinte años- me contestó.

-Tu shh, que quiero dormir. No se si recuerdan, pero me han despertado a las cinco de la mañana- les recordé, recostando la cabeza en la almohada y cayendo dormida en ese mismo instante. 

No puedo salir de aquí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora