Maratón 1/2Capítulo 24. (Yo no voy a permitir que alguien te haga daño)
Me bajé del auto con cautela, explorando con la mirada hasta el rincón más recóndito de las calles que rodeaban al establecimiento de comida Italiana, de cual anuncio sobresalían unas grandes letras en neón. Luke caminó hasta mi lado y me jaló de un dedo de la mano con suavidad, empujándome sutilmente hacia dentro, como gritando "¡entra, mierda!" de una forma cordial.
Los pasillos eran largos, con pequeñas sillas sin espaldares justo después del mostrador, donde se encontraba un estante con una cantidad exorbitante de licores. Luego de esto, había un cortinario de color rojo que conducía hacia un salón más privado, donde sólo se veían parejitas.
-Guau -solté.
-¿Qué?
-Supongo que es un mensaje subliminal.
-No te emociones. Vinimos aquí para que nadie nos escuche, no para darnos besos en secreto -musitó él áridamente. Vaya cortesía.La mesa estaba casi al final del pequeño salón. Seguramente hablaríamos de mi posible asesinato, así que me preparé psicológicamente para lo que vendría. Aunque, por alguna razón, sentía que Luke me estaba protegiendo.
Me limité a pedir un vaso de Coca-Cola, y Luke una cerveza -¡cómo no!-, y la tomé a pequeños sorbos mientras él pensaba no sé qué.
-Bueno, vayamos al grano -arqueé una ceja, poniendo el vaso medio lleno encima de la mesa. Tragó amargamente un largo sorbo de cerveza, asintiendo con la cabeza.
-Es justo -continuó -. Bueno, escúchame. Para empezar, no puedes ir a la fiesta del sábado.
-¡Pero cómo! -di un golpe en la mesa, agitando el líquido que contenían los floreros y mi vaso -. Tengo que ir, Luke, es importante.
-¿Más importante que tu vida?
Sacudí la cabeza.
-En primer lugar, ¿cómo sabes tú de la fiesta de Niall? -lo interrogué.
-Pequeña, al igual que tú estoy metido en esto hasta el cuello, se supone que tengo que protegerte.
-¿Por qué? -ataqué, horrorizada.
-Mierda, cálmate -gruñó, observándome a través de sus pestañas negras con furia. Su pecho subía y bajaba, pero algo me decía que no estaba molesto, sino nervioso -. No puedo dejar que te hagan nada malo.
-¿Por qué? -repetí. Me era imposible controlar ni oprimir mi expresión de angustia -. Quiero decir, ¿por qué me harían algo malo? No he hecho nada.
-Skylar -gruñó -. Escúchame si quieres salvarte el maldito pellejo.Cerré la boca, convirtiéndola en una fina línea tensa. Es impresionante cómo la vida da constantes vueltas de 360 grados. Y esta vez, me tocó a mí.
-Es otra "banda", Skylar. Te están buscando -me dijo -. Van a estar rondando el bar Oasis a eso de las siete, exactamente cuando la fiesta comienza. Eres un blanco fácil, considerando tus hábiles estrategias para escapar -arqueó las cejas, irónico -. No puedo dejar que vayas.
-¿Por qué me buscan a mí? -insistí. Luke tragó saliva y guardó silencio, mirándose las manos.Punto de vista de Luke.
Por alguna razón supuse que me sentiría como una mierda si le decía la verdadera razón por la que estaba con el agua hasta el cuello en toda esta situación, además de que esa jodida carita de ángel me lo impedía. Joder, Skylar, ¿por qué me haces esto?
-Skylar, te han secuestrado porque quieren tu dinero -mascullé con cautela, al menos, estaba diciéndole parte de la verdad -. Bueno, el de tus padres.
-Podría dárselos todo si eso ayudara a que me dejasen tranquila -musitó con voz temblorosa. Apoyó el codo en la mesa y se sostuvo la frente con la mano, mirando hacia abajo. Tragué saliva.
-Quisiera... salir como una chica normal con mi novio -musitó -. Quería ir a esa fiesta.Me mantuve pensativo. Demonios, ¿le iba a joder los planes? Bastante le había jodido la vida todo esto para añadir algo más al combo. Ese gilipollas me debía una por haberse alzado frente a mí, pero Skylar merecía tener una vida normal. Pero, mierda, era eso o verla muerta.
Me esforcé por alargar mi mano y rozar la suya, estremeciéndola. ¿Por qué coño me comportaba como un idiota enamorado? Eres distinto a ella, Luke. Eres distinto a todos los otros de tu edad. Entiéndelo. Tu única opción siempre será Becky, o alguna otra prostituta. Ése, por más triste que fuera, era mi destino. Volví a tragar saliva, y alejé mi mano de la suya antes de que ella notara algo.
-Lo siento, pequeña.
Levantó la cabeza y suspiró.
-¿Qué más tengo que hacer?
Tomando otro largo trago de cerveza, me encogí de hombros.
-Yo no voy a permitir que alguien te haga daño.
Ella asintió lentamente, jugueteando con el vapor que se formaba en el cristal del vaso. Era obvio, la primera persona que fácilmente podría matarla a sangre fría era yo. ¿Cómo iba a confiar en mí?-¿Quiénes son ellos? -inquirió ella con curiosidad, reponiéndose.
-No somos dos bandas muy amigas -hice una mueca -. Tuvimos problemas en el pasado, supongo que te quieren precisamente a ti porque estás con nosotros."Porque estás conmigo".
-¿Son los mismos impunes que me secuestraron la primera vez?
Asentí.
-Quieren cobrársela.
-¿Cobrarse qué?
-El premio.
-¿Y cuál es el premio?
-...Tú.Pasen a la siguiente página
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