Sé que escuchaste hablar de la hermosa adolescente que es nueva y enamora a todos con tan solo sonreír. Todos escuchamos esta historia alguna vez, y también sabemos que es un repetitivo cliché que ya no vale la pena tocar.
Ahora escúchame a mí: Mae...
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Un viaje un tanto complicado para solo dos personas
Es difícil entender por qué algunas cosas se dan como se van dando, y estoy seguro de que todos los personajes de mi historia podrán comprobártelo. En primer lugar, Kelsey, Coraline y yo teníamos un plan. Uno simple que, en pocas palabras, consistía en ir hasta Gunnhild ese mismo viernes por la noche para buscar a Fletcher Joel Elmer. Sacamos los pasajes esa misma tarde en casa de Kelsey, horas antes de que Coraline supiera siquiera que no podría acompañarnos.
Kelsey se contactó con él, diciéndole que era amiga de Mae y que necesitábamos encontrarnos con urgencia. Para nuestra suerte, el muchacho resultó ser bastante receptivo y aceptó la propuesta, no sin antes rogarnos por una video llamada para comprobar así que de verdad éramos nosotros.
Supimos entonces que no tenía idea de nada.
Sonaba muy preocupado o asustado, y nos preguntó si Mae estaba bien porque llevaba muchísimo tiempo sin responderle a sus llamados. Kelsey entró en pánico, por lo cual fue mi turno de tomar la llamada y decirle al pobre muchacho que era eso sobre lo que queríamos ir a hablarle. Pareció asustarse más, así que fue mi turno de entrar en pánico y el de Coraline de tranquilizarlo, diciéndole que no era nada tan grave y ya nos veríamos ese viernes.
Claro está que luego pasaron cosas y Coraline tuvo que avisarnos tanto a Kelsey como a mí que no podría acompañarnos a Gunnhild. Fue, para mí, una gran tranquilidad. Me sentía más seguro y en confianza con alguien que ya conocía, como Kelsey, que entre personas de las cuales no tenía idea. Sin embargo, a mi amiga pareció desilusionarle el hecho de que la rubia no viajara con nosotros.
De hecho, incluso se preocupó.
Kelsey y Coraline no compartían clases, pero durante el último receso fueron a la sala de Química, otra vez, a encerrarse para charlar. Tomaron asiento en lugares continuos y se miraron, frente a frente.
—No podré ir con ustedes a Gunnhild—le avisó Coraline, con la menor intensión de asustar a Kelsey—. No pasa nada malo, es que...
Se mordió el labio, intentando hacerse tiempo para poder pensarlo. Sabía que no podía mentirle a Kelsey, menos ahora que se suponía que tenían un pacto, pero tampoco quería preocuparla. El hecho de que la policía la investigara iba en contra del trato que hicieron. Se suponía que no compartirían nada de lo que sabían, pero Coraline no quería tener que mentirle a nadie, mucho menos si esto significaba levantar sospechas innecesarias.
Tomó aire. Tenía que decírselo.
—Ayer vino a visitarme el detective Jefferson—soltó sin más—. Quieren interrogarme. El viernes.
La expresión de Kelsey se transformó por completo. Pasó de la total calma, a una severa preocupación que fue creciendo a la par que sus preguntas.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Encontraron algo? ¿Es por la carta, o por algo más? ¿Piensan que le hiciste daño a Mae?
Al instante, Coraline comenzó a acariciarle la mano a Kelsey con el pulgar, en busca de mantener la calma.