capitulo 1

4 1 0
                                    

Evie tiene 14 y Leo tiene 15
Estoy sentada en el techo, afuera de la ventana de mi habitación, mirando hacia el cielo oscuro de la noche, observando mi respiración evaporarse en el frio aire de noviembre, tiro de la andrajosa manta rosa más cerca de mí y apoyo la cabeza sobre mis rodillas, escondidas cerca de mi pecho. De repente, una pequeña piedra aterriza sobre el tejado junto a mí y luego se desliza hacia abajo por la ligera inclinación hacia el suelo. Sonrío cuando lo oigo comenzar el ascenso por el enrejado desvencijado del lado de la casa. Un gramo más, y esa cosa dilapidada no lo sostiene. Eso ya no importa sin embargo. Él no estará aquí para escalarla. Mi corazón se aprieta con dolor ante el pensamiento pero domino mi expresión mientras llega al borde y se arrastra lentamente hacia a mí, todo extremidades desgarbadas y pelo rubio oscuro. Sonríe grande mientras se sienta a mi lado, mostrándome esa pequeña brecha que tanto me gusta entre sus dientes delanteros. Me balanceo hacia él y nos sentamos frente a frente durante varios minutos, mirándonos fijamente a los ojos antes de que suspire y se siente con la espalda recta.

—No creo que pueda sobrevivir sin ti, Evie, —dice, sonando como si estuviera reteniendo lagrimas.
Golpeo mis hombros con los suyos. —Eso es un poco dramático, ¿No te parece, Leo? —digo tratando de provocarle una sonrisa. Funciona.

Pero luego la sonrisa desaparece y restriega una mano por su cara. Hace una pausa por un minuto y luego, —no, es un hecho.

No sé qué decir. ¿Cómo puedo confortarlo cuando me siento exactamente de la misma manera?
Me mira de nuevo y nos miramos a los ojos una vez más.

—¿Porque me estas observando?—pregunto, usando una línea que sé que la va a entender. Fue lo primero que alguna vez le dije.

Su expresión no cambia por un minuto y luego una lenta sonrisa se extiende sobre su rostro. —Porque me gusta tu cara, —dijo, ahora sonriendo de oreja a oreja, mostrándome de nuevo esa brecha, y pronunciando su propia línea a la perfección

. Él es delgado, luchador y con mucho pelo y es el chico más hermoso que he visto. Ni siquiera quiero dejar de mirarlo. No quiero dejar de estar a su lado. Pero se está mudando al otro lado del país, y no hay nada que podamos hacer.

Nos conocimos en la primer casa de acogida donde cada uno de nosotros fuimos enviados y él es mi mejor amigo en el mundo, el chico que he llegado a amar intensamente, el chico que hace que quiera permanecer despierta porque al final, la realidad es mejor que mis sueños. Pero ha sido adoptado y estoy muy feliz de que por fin tiene una familia porque es poco común que eso pase con los adolescentes. Pero al mismo tiempo, mi corazón se siente como si estuviera
sangrando dentro de mi pecho.

Él me está mirando intensamente ahora como si pudiera leer mi mente. Que, por supuesto, lo hace. Tal vez soy un libro abierto, o tal vez el amor es como una lente de aumento directo a las almas de aquellos que son dueños de su corazón.

Sigue mirándome en silencio por varios segundos y después puedo decir por su expresión que ha tomado una decisión. Antes de que pueda preguntar cuál es, se inclina hacia a mí y roza sus labios suavemente a través de los míos. Diminutas chispas parecen incendiarse en el aire que nos rodea y tiemblo un poco. Se escabulle más cerca de mí, y sostiene mi cara entre sus manos

. Mira fijamente mis ojos, sus labios todavía a pulgadas de los míos y susurra. — Ahora voy a besarte, Evie, y cuando lo haga, significa que tú eres mía. No me importa qué tan lejos el uno del otro estemos. Tú. Eres. Mía. Voy a esperar por ti. Y quiero que me esperes. Prométeme que no dejarás que nadie te toque. Prométeme que esperaras por mí.

El mundo entero se detuvo y solo fuimos nosotros, sentados aquí en un techo, en medio de una noche de noviembre. —Si, —le susurro, la palabra resonaba en mi mente, sí, sí, sí, un millón de veces, si.

Se detiene, sin dejar de mirarme a los ojos y quiero gritarle, "¡Bésame de una vez!" Mi cuerpo se embriaga de anticipación.

Y luego sus labios están en los míos de nuevo. Y ESTO es un beso. Comienza gentilmente, sus suaves labios mordisqueando los míos con ternura pero algo dentro de él cambia y de repente está moviendo su lengua por la comisura de mis labios, pidiendo entrar, y los abro a él, dejando salir un involuntario gemido, y al escucharme, él gime también. Su lengua coquetea con la mía, acariciando, gentilmente batiéndose a duelo y siento como si mi cuerpo fuera a explosionar de placer por su sabor. Nos manejamos con torpeza por unos pocos minutos, y a pesar de nuestra inexperiencia, es deliciosa en esta exploración.

Estamos aprendiendo y memorizando la boca del otro. Pero al poco tiempo, somos como una pareja de baile, moviéndose en perfecta sincronía, viviendo una coreografía apasionada de labios y lengua.

Me recuesto sobre el techo, sosteniéndolo conmigo a medida que continuamos besándonos. Nos besamos durante horas, días, semanas, tal vez toda la vida. Nuestro beso es el olvido dichoso. Es demasiado y casi insuficiente.

Es mi primer beso, y sé que es el suyo, también. Y es la perfección.
De repente, siento algo húmedo y frío que golpea mis mejillas y me trae de vuelta al aquí y ahora. Abro los ojos y él también lo hace, ya que ambos nos damos cuenta de que grandes y suaves copos de nieve están cayendo a nuestro alrededor.

Ambos reímos con asombro. Es como si los ángeles arreglaron este espectáculo sólo para nosotros, haciendo que el momento más memorable de nuestras vidas sea mucho más mágico.
Rueda lejos de mí y de inmediato estoy congelándome. Sé que tengo que entrar y él tiene que ir a casa. La realización se apodera de mí y un nudo se forma en mi garganta. Las lágrimas empiezan a rodar por mis mejillas.

Él tira de mí hacia él y nos aferramos el uno al otro durante un buen rato,
reuniendo la fuerza para decir adiós.

Se aleja y la mirada de tormento en su rostro es desgarradora. —Esto no es un adiós, Evie. Recuerda nuestra promesa.

Nunca olvides nuestra promesa. Volveré por ti. Voy a escribirte con mi nueva dirección tan pronto como llegue a San Diego y estaremos en contacto de esta manera. Quiero ser capaz de llevar tus cartas conmigo y releerlas una y otra vez. Te voy a enviar mi número de teléfono también por si acaso, pero quiero que me escribas, ¿de acuerdo? Entonces, antes de darnos cuenta, tendrás 18 y yo seré capaz de volver por ti. Vamos a tener una vida juntos.

—Está bien, —susurro—, escríbeme en cuanto llegues ahí, ¿De acuerdo?

—Lo haré, —me tira contra él por última vez y besa las lágrimas de mis mejillas. Luego se vuelve y se dirige al enrejado. A medida que comienza el descenso, me mira y dice en voz baja—, serás solamente siempre tú, Evie.

Es la última cosa que me dice. Nunca veo a Leo de nuevo. 

leo #Donde viven las historias. Descúbrelo ahora