capitulo 5

0 0 0
                                    

Evie tiene 10, Leo 11
La cena en este lugar siempre es un caos organizando. Mi trabajo consiste en llenar las jarras de agua y conseguir vasos para todos. Estoy en la pileta llenando la segunda de las tres jarras altas, mientras que todos los otros niños se mueven ruidosamente a mí alrededor, cumpliendo con sus responsabilidades de cena. Hay charlas, risas, y algunos enfrentamientos entre los niños mayores.

Me siento en la mesa, en mi lugar habitual, sólo que esta noche es diferente ya que el nuevo chico, Leo, está sentado con mal humor a mi izquierda, donde Alex, un niño de doce años con grandes orejas se solía sentar. Se fue hace tres días, a un hogar de acogida más permanente. Este lugar es realmente sólo un depósito de retención para los niños que necesitan un lugar de inmediato. Todos terminaremos en un lugar diferente, con el tiempo.

Esta es la primera noche de Leo aquí. Leo fue el encargado de poner las servilletas y me doy cuenta de que las puso a la derecha y se supone que deben ir a la izquierda. Sólo lo sé porque me gusta leer libros como Ana de las Tejas Verdes y La casa de la pradera, y tomo cosas al azar como esas de las historias.

Cuando nos sentamos esperando para que la comida sea llevada a la mesa junto a nuestros padres de crianza y sus dos hijas adolescentes, uno de los otros niños de crianza temporal, una niña de trece años llamada Allie con acné y una pancita que se ve dolorosa para mí, por la forma en que se acentúa con los más ajustados pantalones que podemos encontrar, me lanza un guisante desde un recipiente que acaban de colocarlo en la mesa.

—Hey, pequeña puta, —susurra, arrastrando la palabra, y frunciendo sus labios en una espantosa impresión de alguien que trabaja en un puesto de besos del infierno—. Oí que tu puta madre no se presentó en la corte hoy.

Ella debe haber estado ocupada chupando la polla de alguien en un pasillo para el cambio del bolsillo. La manzana nunca cae lejos del árbol, ya sabes.
Mis ojos se abren y siento lágrimas ardientes detrás de ellos. No voy a llorar. No voy a llorar. Miro hacia abajo, a mi plato.

Por supuesto, no hay secretos aquí en esta casa. Aquellos que quieren, con bastante facilidad pueden escuchar a los trabajadores sociales que se reúnen con los padres adoptivos en el salón, en la parte delantera de la casa. Entonces los rumores se esparcen. Todos somos dolorosamente conscientes de todas las pesadillas que cada uno de nosotros hemos sufrido para traernos a este crisol de la desesperación.

Y sé secretos de Allie también. Sé que su madre había muerto y que su padre, básicamente, perdió la cabeza y no podía trabajar y no podía cuidar de Allie y su hermana. Pero no digo una palabra.

Estoy sosteniendo la mano de Willow en la mía debajo de la mesa mientras se sienta a mi derecha y me aprieta la mano suavemente, sus grandes ojos fijos en el plato.

—Sólo estoy siendo HONESTA, Evie, —dice, riendo, un bufido feo—. Es mejor si te enfrentas a la verdad. —¿Y por qué cada persona deliberadamente cruel se describen a sí mismos como el ejemplo perfecto de la rudeza necesaria? ¿Como si supuestamente tienes que darles las gracias por romper tu corazón con su marca especial de honestidad?

No contesto y Allie pronto encuentra algo de más interés que yo y mi silencio.
Después de un minuto, miro hacia arriba y el niño llamado Leo me está mirando. Miro hacia atrás, pero él no mira hacia otro lado.

—¿Por qué me miras?— me burlo de él, mis mejillas sonrojadas, llenas de vergüenza por el intercambio que acaba de escuchar.

Él solo sigue mirándome por un momento, y luego se encoge de hombros. —Porque me gusta tu cara, —dice, pero una esquina de su boca se arquea en una media sonrisa.

Sé que me está tomando el pelo, pero no se siente mal y me gusta la forma en que sus palabras me hacen sentir. Aparto la mirada, pero estoy conteniendo una sonrisa ahora, también.

leo #Donde viven las historias. Descúbrelo ahora