ɨиƒɨиɨтє ℓɨє (BTS)

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∆Cap Anterior∆

Cuando llegué a casa iba a tocar la puerta, pero un dolor inmenso recorrió todo mi cuerpo. Toqué la puerta, pero nadie abrió. «Jin» pensé. Volvió a mis recuerdos el rostro de Jin repleto de sangre. Corrí a buscarlo, no quería que nada malo le pase. Ya había corrido más de 10 calles, y nada… hasta que por fin escuché una ambulancia a unas pocas calles de dónde me encontraba. . .

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— Jin! — gritaba en busca de que mi amigo sobreviva — Jin! Por favor! No me dejes! — Jin se encontraba en el suelo, convulsionandose de dolor por la gran colisión que había sufrido hace unos momentos. Lágrimas ácidas comenzaron a salir de mis ojos cuando aquél chico desparramado en el pavimento alzó una de sus manos y la colocó en mi cabello, haciendo que una sonrisa inundara su golpeado rostro

— Vas a estar bien — fue lo único que dijo cuando su mano cayó de poco a poco, con menos fuerza cada vez, hasta que por fin tocó el suelo. El chico cerró los ojos y se quedó con su sonrisa impecable, como si la muerte no le impidiera dejar de sonreír. Mi pesadilla se había vuelto una horrible realidad. Jin, mi mejor amigo, se había ido, para siempre.

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Un día, un maldito día había pasado desde que Jin se esfumó de mis manos. Lo sentía como una eternidad. Comía sólo Ramen instantánea, era lo único que sabía y podía hacer, nunca le ayudé a Jin en nada, siempre lo hacía el sólo, ni siquiera me preocupé por lo que le sucedía, todo el tiempo hablaba de mí y de mí, pero el siempre se preocupaba por mi, era su aire, y yo nunca valore eso.

De nuevo entraba a la clase de Física, ahora sí que no le prestaría atención a nada.

— Buenos días! — dijo la maestra. Pero no me importó y comencé a jugar con mi lápiz — Hoy hablaremos sobre la "Ley de la conservación de la masa". — todos le ponían atención, exepto yo, que seguía haciendo movimientos con mis manos hacia el lápiz — La materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma — dijo la maestra con su mínima estatura y su sonrisa llena de arrugas. Aquellas curiosas palabras que la maestra había dicho, me puso a pensar «Si aquella teoría es cierta, ¿Jin seguirá aquí conmigo?»

«Diste justo en el blanco. Cómo adivinaste tan rápido?» Sonó en mi cabeza

«Quién eres?» pensé, esperando una respuesta de aquella persona

«Vaya, me duele, si apenas me fuí un día, y ya me olvidaste?»