Fragmentos de medianoche.

Palabras y acciones del viento.

Enmascarar.

Somos víctimas de nuestra propia hipocresía y de la de los demás, nos engañamos y engañamos, nos ocultamos y ocultamos, nos hacemos daño y hacemos daño. Es simplemente una contradicción nuestras acciones y lo que decimos, buscamos quedar bien con nosotros mismos y con los demás para intentar protegerlos de nuestras mitomanías, una actitud de ir hacia adelante y hacia atrás que se convierte en un cierto trastorno del cual creemos curarnos haciendo cosas que terminan dañando lo que hemos construido.

Terminamos enmascarando nuestros verdaderos sentimientos por temor a nosotros mismos, escondiendo la tristeza detrás de una falsa máscara con sonrisa, escondiendo el amor en una falsa soledad, escondiendo el dolor detrás de un falso "está bien" o un "no me importa". Queremos la verdad y ser directos al decir las cosas, pero la verdad, no tenemos mérito a que nos demuestren o demostrar sentimientos, hay que buscarnos a nosotros mismos antes de conocer a otra persona.

Visiones.

Olvidarte de alguien que creías que valía la pena tener en tu vida es igual a un funeral, compras flores, escribes lo que nunca le dijiste y finalmente lloras desconsoladamente, como si una parte de ti simplemente hubiese muerto y que no volverás a sentir, esa sensación de que algo se rompió súbitamente y que ya no tiene arreglo alguno. Los funerales son para los valientes que con pesar aceptan la ida y con mueca de sonrisa se dicen a sí mismos que todo estará bien, que hay que seguir adelante sin mirar hacia atrás.

Varias veces me he visto en mi propio funeral, viendo a quienes en verdad me aprecian, con dolor y tristeza en sus rostros. En las visiones de mi funeral, la última persona que se despide de mi cuerpo soy yo, diciéndome con lamento y bronca "que lamentable estar viviendo sin vivir".

Historias interminables.

Érase una historia interminable, no como la de Michael Ende en la que los personajes luchan contra la nada, los personajes de esta historia luchaban sin saber contra qué luchaban, eran varios enemigos que tenían, el miedo, el orgullo, confusiones y el distanciamiento. Eran dos héroes por salvarse entre sí, porque desgraciadamente sabían cómo cuidarse en sus momentos difíciles, sabían que se necesitaban aunque pelearan y desearan no volverse a encontrar en sus caminos, sólo que terminarían volviendo a unir caminos; porque se buscan después de sentirse distanciados y tener miedo de no volverse a encontrar, porque sus orgullos se doblegan al estar cara a cara, y finalmente porque sus confusiones parecían desaparecer al estar abrazados mientras secaban sus lágrimas producto de las circunstancias que los rodean.

Sus enemigos se encontraban moribundos al estar juntos estos héroes, parecían solucionar sus problemas estando unidos, pero no tendrían una historia interminable si acabasen con sus enemigos, tendrían una historia de amor.

Mentiras y otras adicciones.

Una confesión de un fumador decía lo siguiente: "desde la primera vez que fumé un cigarrillo sabía que no habría vuelta atrás, había sentido una sensación de placer y alivio que no sentía con cualquier otra cosa, todo se ralentiza y tus párpados empiezan a bajar lentamente, de modo que no queda nada más sino disfrutar de la calma que genera el cigarrillo aunque su olor sea un tanto desagradable; además de la calma, saber que el cigarro me mata es lo que más me llama su atención, porque al final, soy yo quien lo enciende y lo consume hasta llegar a su filtro."

Siempre he pensado que los fumadores huyen de sus mentiras y sus adicciones que los abruman, creo que para ellos, los cigarros son un concepto de que cada cigarro encendido es una mentira consumida y así poder mentir nuevamente para conservar la adicción. Un fumador deja esa adicción una vez que deja de mentir...

6:20 PM.

La puesta de sol que entraba por la ventana de una casa, iluminaba una guitarra color crema que sonaba con estruendo en una habitación, el músico aficionado que allí se encontraba se llenaba de notas y frases, al igual que el silencio que le acompañaba. En una mesa pequeña cercana al guitarrista había una hoja en la que había escrito "Háblame antes de irme por siempre. El tiempo aquí me está matando, mientras estás observándome morir."

Tal vez si hubiese alguien que pudiese verlo y escucharlo, entendería que la inspiración de aquella canción había surgido después de un trago amargo, pero placentero de cerveza.

El universo y sus astros.

Sin tú saberlo, sin yo saberlo, en el momento en el que me veía oculto por tu silueta, te ibas convirtiendo lentamente en musa de mis palabras. Curioso pensar en el hecho de que no compartimos afinidad alguna, ya que sólo conozco parte de ti, no de lo que te compone como mujer. No entenderé por qué fuiste musa de lo que diré, y tú lo entenderás aún menos que yo. Aquellas palabras que me inspiraste a unir son las siguientes: "Quiero que seas el astro que me eclipsa por las noches".