Escuché un ruido sordo proveniente de la planta de abajo, abrí los ojos y vi la hora, 6:34 de la mañana, demasiado temprano para mí y supongo que también para un ladrón. Aquí solo vivíamos papá y yo, así que me salí de la cama y busqué unas zapatillas, los pantalones de chándal que llevaba me quedaban grandes y se caían un poco mientras bajaba la escalera.
-¿Papá?- Le pregunté cuando lo vi levantando una de las valijas que al parecer se le había caído. Él me vio de repente algo asustado y suspiró al darse cuenta de que era yo.
-Oh, hija, no pasa nada. Me estaba yendo.- Explicó brevemente.
Me había olvidado por completo que era hoy... ¡Tendría la casa para mi sola por dos mes! Estas sí que eran noticias buenas. Fingí estar triste por su partida y me acerqué a ayudarlo como la buena hija que pretendo ser.
-Ay, papá, te voy a extrañar demasiado.- Por dentro estaba cantando, por fin después de semanas iba a lograr salir de esta cueva llamada casa. Parecía Rapunzel encerrada en la torre... Pero sin el cabello rubio. Él me abrazó y salió por la casa rumbo al auto que lo esperaba fuera, podía con las dos maletas y yo tampoco quería salir afuera porque hacía demasiado frío, lo saludé desde el marco de la puerta y luego la cerré de un portazo cuando lo perdí de vista.
¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! Salté al sofá mullido de color marrón oscuro que estaba en la sala, en frente había una pantalla enorme donde solía hacer maratones de películas y series con Rosé y Jisoo. Nos habíamos conocido entre las tres porque nuestros padres son dueños de grandes e importantes empresas aquí en Corea, ellas eran las únicas con las que me había llevado bien en un cóctel al que fueron invitados tanto los empresarios como sus familias, yo tuve que acompañar a mi querido progenitor por mera obediencia y porque me dijo que recibiría un regalo especial; básicamente unas prendas que me gustaban de la última colección de GUCCI. La verdad no me arrepentía de ir esa noche, terminé con dos amigas muy buenas y divertidas.
-¡Jisoo!- Grité por el teléfono cuando contestó mi llamada.- ¡Ya está! ¡Tengo la casa a solas!- Ella comenzó a planear una nueva reunión, como dije antes, hacía semanas que no las veía fuera de nuestra universidad, estaba encerrada en esta jaula aburrida y solitaria. Después de pasarse varios minutos diciéndome las series nuevas que habían salido, obviamente con Rosé opinando de fondo porque esas dos casi que vivían juntas, me llegó un mensaje de texto de mi padre, bueno, esto no es raro. No podía dejar de controlarme aún habiendo salido solo hace 30 minutos de la casa. Estaba por ignorarlo cuando por inercia leí la primera parte.
*Mensaje*
"Lo siento..."
Rápidamente le dije a Jisoo que debía cortar y no la dejé ni despedirse. Abrí el mensaje por completo y vaya sorpresa me llevé.
*Mensaje*
"Lo siento, Jennie. Sabes que no confío en ti, dejé algo preparado en el sótano. Me enteraré si no vas a buscarlo, hazme caso."
¡¿Qué?! ¡Estaba completamente loco! Lo odiaba tanto, refunfuñando di pisadas fuertes hasta la primera planta, quería destruir todo y escaparme de una vez. Podría vivir con Rosé que era hija única o con Jisoo también, sus hermanitos me amaban. No podía quedarme un segundo más bajo este techo asfixiante y monótono, pero antes debería ver qué cosa dejó mi padre en el sótano.
Pocas veces bajaba allí, por no decir casi nunca, el polvo me hacía mal y causaba que se me irritaran los ojos y estornudara millones de veces. Todos mis juguetes viejos estaban tirados ahí, años de historia que no quería recordar.
Del tirón abrí la puerta de madera cubierta de barniz, prendí la luz para ver las escaleras y continué mi camino. Mi casa era antigua, a mi papá le gustaban este tipo de cosas, siempre decía que extrañaba la vida como era antes y que las cosas eran más lentas pero que se apreciaban un poco más, no todo eran pantallas y comandos o artefactos ostentosos, por eso vivíamos en una de las casas más viejas del vecindario y creería que de toda la ciudad, era un hogar tradicional y rústico, yo lo odiaba, sin embargo cuando estaba mamá el clima cálido y acogedor siempre estaba ahí. Esas sensaciones se habían ido con ella cuando murió por su enfermedad, el estado en el que estaba era inmejorable y nosotros la acompañamos hasta que dio su último respiro, su cuerpo fue incinerado y las cenizas se encuentran en un jarrón modesto que papá compró especialmente para ella. Nuestra idea no era esa pero los cuerpos que mueren por enfermedades directamente no tienen ninguna otra posibilidad más que esa. Los médicos preferían deshacerse de aquellos que estaban sufriendo así la población cada vez acababa con menos personas poseedoras de enfermedades terminales en su linaje.
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I'M A ROBOT [JENLISA]
FanfictionJENLISA AU [Three-Shot] Con el tiempo los científicos lograron crear robots que tenían tanta o más calidad que la humana, perfectos en casi todos los sentidos. Jennie tenía 22 años, lo suficientemente mayor para cuidarse por sí misma sino fuera por...