Contract

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*Puede que contenga errores ortográficos. Favor de hacerlos notar.

En el año 2000 las cosas no pintaban bien para un matrimonio que ansiaba tener un bebé, el problema era el típico, infertilidad. Al ya llevar 3 años intentando concebir y todo resultando en fracasos ya comenzaban a perder las esperanzas.

Se sentían mal, deprimidos, inútiles, incapaces, pero lo que más les dolía era poder sentir como cada vez que la pruebaresultaba en negativo sus oportunidades y esperanzas morían un poco más. Tal y como lo hacen ahora.

"Amor, deja de llorar, sabes que no es tu culpa... simplemente es... es..." Su marido intentaba tranquilizarla, ya que ella llevaba ya alrededor de una hora ahogada en llanto al ver que el resultado de la prueba no cambiaba. Era como una maldición, como si su vientre estuviese maldito.

"Déjame, se bien lo que es." Hizo una pausa para poder encontrar la fuerza en su interior. "Se llama fracaso" al término de sus palabras rompió en llanto nuevamente.

"Hey, cielo tranquila, solo necesitamos calmarnos... esto... esto tendrá otro tipo de solución.. sólo hay que-"

"¿¡Qué no entiendes?! ¡Mi vientre está maldito! ¡No puedo tener bebés!" Hizo una pausa para respirar."Estoy harta de falsas alarmas... solo... solo quiero tener una criaturita...yo-" No fue capaz de seguir debido a las lágrimas en sus ojos y el nudo en su garganta. "Tres años, tres años tratando y nada."

Verla en ese estado le dolía, ella era a quien él más apreciaba en toda su vida y verla ahí en el suelo, llorando con una prueba en la mano recordándole que jamás tendría lo que tanto anhelaba lo mataba, lo llenaba de impotencia, era encajarle un puñal en el corazón. Intentó levantarla pero ella solo huía de su toque.

"Déjame, quiero estar sola." Al ver que el no se rendía e intentaba cogerla por un brazo le gritó. "¡Dije que me dejes en paz! ¡Entiende que no quiero nada ahora!" Terminado su escándalo se levantó y se encerró en la habitación principal.

Su pobre esposo solo miraba la puerta con tristeza, lamentando sigilosamente que ella estuviera pasando por eso pues sabía de su gran amor por los niños y el como desde que se casaron le había comentado con toda la ilusión del mundo cuan grande era su deseo por tener un bebé y él haría todo lo posible para dárselo.

Salió de su casa en silencio, rezando por que su mujer no hiciese algo estúpido como lo que él estaba por hacer. Ya hace tiempo que visitaban al mismo doctor cada que había una falsa alarma para ver si había una posibilidad de que después pudiese quedar embarazada, pero después de ver tantos fracasos el doctor debió sentir pena por ellos ya que en la última ocasión mientras ella se cambiaba en el baño después de una negativa los hombres hablaron de que tal vez había un a oportunidad de tener un primogénito.

Un método nuevo, una ciudad nueva, un nuevo comienzo, esas habían sido las palabras del médico y que ahora llegaban como relámpago a su mente. La medicina al depender tanto de la tecnología había lanzado hace unos meses un nuevo método en el país para que las mujeres que no tuvieran la facilidad de quedar embarazadas tuvieran al menos un rango más grande de éxito.

Al llegar al consultorio del doctor fue rápidamente reconocido por la secretaria una mujer ya de mediana edad con algunas canas asomándose por su rizada cabellera oscura, su reacción al verlo solo se limitó a una mirada de confusión junto con un intento de sonrisa.

"Buenas tardes señor Miesiac, ¿cuenta con una cita?"

"Creo que ya sabes que no, pero me peguntaba si crees que sea posible que pueda ver al doc-" Replicó nervioso al haber olvidado que su doctor trabajaba con citas.

Noventa y nueveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora