Amar no es pecado » SeHo (O.S)

Amar no es pecado

Dónde que se supone que la paz reina, entre los grandes pilares de color blanco, un acto de horror se está cometiendo. Los querubines sollozan con sólo imaginarse el triste y sangriento escenario que se desata en esa importante habitación, donde la puerta al limbo se encuentra. Los ángeles de baja categoría rondan por el lugar, rectos y asustados, repasando en sus mentes los pecados que nunca en su larga vida pueden cometer, si desean llegar a pisar  el mundo humano y sobre todas  las cosas si no desean terminar como aquel ángel que solloza ante la pérdida de lo más preciado para un ser de luz.

Junmyeon libero un desgarrador grito, dejando que su cabeza impacte fuertemente contra el frío suelo de color blanco, el cual era teñido poco a poco con la sangre que brotaba de su espalda. Su piel blanca, siendo pintada como un lienzo anteriormente desechado, decorada por miles de colores inhumanos, el violeta verdoso comenzado a formarse en sus costillas y  estomago, siendo complementado con el carmesí de su sangre.

Podía escuchar las risas de los del más alto nivel, exclamaciones de sorpresa por los inocentes que debían experimentar esa fuerte escena e incluso el llanto de BaekHyun, quién era retenido en los brazos de KyungSoo, que al igual que su amante difícilmente podían retener sus lágrimas.

Estaba sintiendo el mismísimo infierno en el lugar donde hace segundos sus alas residían. Estas se encontraban tiradas a su costado, perdiendo con cada segundo que pasaba el color blanco y casto que en algún momento fueron caracterizadas. Las finas plumas del final, largas y en algún momento envidiadas estaban manchadas con su propia sangre, la cual poco a poco dejaba un gran charco a su alrededor mientras iba perdiendo el conocimiento.

A su alrededor las presencias se iban disipando, con la clara advertencia de que nunca debían cometer pecado, si no querían terminar como Junmyeon. Sentía una inmensa vergüenza con sólo recapacitar que ya no era más un ángel, el desnudo en ese frío suelo siendo manchado por su misma sangre.

– Un súcubo vendrá a buscarte... Espero que disfrutes tu estancia infinita en el infierno, Junmyeon– Jongdae sentenció, quitando su pie de su cuerpo con cierto asco al verlo.
Su superior, esa persona que había admirado desde su nacimiento en ese mundo, le estaba dando la espalda luego de haberlo expuesto.

. . .

Cuando Junmyeon abrió los ojos, el color negro inundó todo su espacio. La habitación era inmensa, llena de telas oscuras que cubrían las ventanas, donde ningún rayo de luz podía escabullirse. Pero dudaba que estando en el infierno la luz existiera.

En la posición que se encontraba era perfecta para que no sintiera dolor o siquiera ardor debido a la reciente pérdida de sus alas. El roce de una suave de una tela contra sus muslos le dio a entender que no estaba del todo desnudo. Su cabeza daba vueltas  a pesar de haber comprobado que ya no se encontraba el cielo, acción que agradecía.

Entonces, era un hecho. Se había convertido en un ángel caído, solo por haberse enamorado de un humano, el cual había sacado provecho de su situación, invitándolo a pecar y siendo la razón de la pérdida de sus alas.

– Veo que ya despertaste– un pícaro susurró lo despabilo junto a un fino dedo el cual recorrió su espalda desnuda, hasta incrustarse en sus recientes heridas, causando que liberará un grito agudo y desgarrador siendo seguido por varios sollozos los cuales eran acompañados de saladas y gruesas lágrimas.

– Tú no eres un demonio... Nunca lo serás, hada estúpida– el joven de cabellos un tanto anaranjados sonrió sin gracia, arrancando sin piedad las vendas y paños que estaban en sus heridas, riendo como un total cínico al dejar sus heridas al aire. Desde su lugar Junmyeon noto el dedo del contrario, bañado en sangre de su pertenencia.