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-Profesor Villalpando - Dijo una voz femenina a la izquierda del podio. -¿Dónde quiere que dejemos los ensayos?

Alonso sacudió si atención hacia...¿cuál era su nombre?
- Yo lo tomaré - Dijo a la pequeña rubia mientras ella miraba a Paola y de regreso a Alonso. Por su expresión, él sabía que ella lo había pillado mirando a Paola. Se aclaró la garganta y miro hacia abajo a su ensayo de inglés. Gloria. -ese era su nombre-.

-Gracias, Gloria - Centro su atención en ella, incluso cuando sintió el calor de la mirada de Paola. -Ten un buen receso de semestre.

Gloria miró a Paola otra vez.
- Si. Usted también - dijo con una sonrisa en su voz.

Alonso la despidió llevando su atención al ensayo. Como siempre, su trabajo era excelente.

Cristo, sin embargo, tenía que conseguir sacar de su cabeza a Paola Grayson. Ella era su estudiante, pero por el amor de Dios. Había visto que se había inscrito a un curso de otoño, en él, inglés 210, Introducción a escribir ficción. Sabía a lo que prefería introducirla.

Iba a ser un jodido infierno tenerla en su casa de nuevo y no fantasear sobre sus pechos, y como sus labios carnosos se sentirían envueltos al rededor de su polla. Miro a Paola, y fue un error. Ella lo miraba, sus pezones presionando contra la tela de su camiseta de corte bajo y sus labios húmedos con un ligero brillo en ellos. Se dio la vuelta y apretó los dientes. Iba a tener que cerrar la puerta de su oficina y hacer frente a su erección tomando su polla en la mano tan pronto como terminara la clase. Más estudiantes se acercaron a él, entregando sus trabajos lo que por suerte le ayudó a centrarse en la clase y evitar mirar a Paola.

Cuando el timbre para despedir la clase llegó por los altavoces, dejó escapar un suspiro de alivio. Final de semestre, basta de fantasear acerca de Paola. Follándomela, ¿qué tenía, veinte, veintiuno? El tenía treinta. Era un poco viejo para que hubiera nada entre ellos. Incluso si no tuviera que preocuparse entre la ética de profesores y estudiantes. Infiernos, acababa de obtener su puesto como profesor permanente. Y no quería meter la pata.

Los restantes estudiantes le traían sus ensayos que él organizaba pulcramente para no ver ma belleza del pelo negro que se estaba tomando el tiempo de llegar hasta el podio. No estaba seguro de si iba a ser capaz de tener una pala ra coherente, cuando finalmente ella le diera su ensayo. Ella fue la última, por su puesto.

Él sabía que amaba torturarlo, y ella hizo un trabajo condenadamente bueno de eso. Volvió a apilar los papeles con esmero, tratando de mantener la calma. Todo el semestre se había estado burlando de él, coqueteando y dando a entender que le gustaría ser algo más que la mascota del profesor. Y seguro como en el infierno, él quería hacer de ella justamente eso: Correa, collar y todo.

Él supo el instante en el que ella llegó.
Ninguna otra mujer olía en la forma en que ella lo hacía. Caliente, sensual y cálida vainilla.

Levanto la cabeza para ver que era, de hecho, el último estudiante de la sala. Mierda, su mano tembló un poco mientras tomo el ensayo. El podio estaba entre ellos, gracias a Dios. Sus pantalones eran sin duda una tienda de campaña donde su polla presionaba contra el material.

-¿Cuáles son tus planes para este receso de verano, profeso Villalpando? - le preguntó Paola con su suave voz de fóllame. Si ella no se iba, su polla estaría apunto de estallar. Se aclaró la garganta otra vez.

- Nada especial.
- En serio. - la palabra era un ronroneo en sus labios que casi le hizo gemir en voz alta. -Mi familia va a Europa por el verano, así que voy a estar sola.
Alonso le dio una sonrisa forzada.

-Parece que estamos en el mismo barco.
-Ah, infierno. ¿Por qué fue y admitió esto? Como si la niña necesitara algún estímulo. Tal como esperaba, le dio otra de sus sonrisas que hacía que su miembro se endureciera.

-Tal vez podríamos reunirnos para tomar un café... o la cena.
-Escucha. - el se armó de valor y se atrevió a decir lo que no podía -Tú eres mi alumna. No sería ético que me citara contigo.

Ella arqueo las cejas, una mirada inocente de su expresión.
-¿Quién dijo algo de citas?... solo dos personas solitarias tomando café juntos. O cenando.
-Lo siento, Paola... Señorita Grayson.- Maldita sea, era lo único que podía hacer para sacar su mente de su polla en su cuerpo, en cualquier número de posiciones... y forzarse a decir las palabras que debía. -No puedo.

-Pero tú quieres.- le susurro ella y guiñó un ojo antes de darse la vuelta y caminar hacia la puerta.

Vestía una falda diminuta de color rojo que dejaba ver sus increíblemente tonificado piernas. Su camiseta roja a juego moldeaba su figura, disminuyendo hasta su pequeña cintura. La miró hasta que desapareció por la puerta, entonces es aspiró en una profunda respiración. Le llevó una rato conseguir tener su erección bajo control. Tenía que pensar en los montones de ensayos que tenía que calificar. En su abuela. En la reunión de la facultad que tenía esta tarde. En cualquier cosa menos en Paola.

Cuando tuvo las cosas bajo control, o sea conseguir que su polla cooperara, metió los papeles en un maletín, lo cerró y se dirigió fuera del aula.

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⏰ Última actualización: Jan 26, 2019 ⏰

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