—¿Que van a llevar? —nos pregunto el señor que atendía cuando llegamos al puesto, ni siquiera me había dado cuenta de que ya habíamos llegado. Espero nuestra respuesta con una humilde sonrisa.
—uno pequeño de chocolate, otro de fresa y uno de vainilla ¿Tu de que quieres? —me pregunto.
—uno de vainilla también —voltee a verlo, me miraba con una sonrisa, y vaya que tenia una sonrisa hermosa. Baje la mirada con las mejillas rosadas. Fue algo tonto sonrojarme con una simple sonrisa, pero, si tan solo pudieran ver esa sonrisa.
—parece que tenemos algo en común —me dijo despreocupado mientras tomaba los helados. Me dio el mío y el de Marbella el cogió el suyo y el de Jazzy.
Si, teníamos algo en común. Algo muy tonto e insignificante pero algo en común.
Conforme nos acercábamos platicamos de cosas sin sentido. Nuestra edad y cosas así. Vimos que Marbella y Jazzy jugaban en las torres para niños. Me sorprendió no ver a Marbe atorada en uno de esos.
Nos sentamos todos en una banca mientras comíamos los helados. Platicamos
con Connor mientras cuidábamos a Jazmín en los juegos. El chico era muy gracioso y divertido, aparte de guapo y sexy. Me hubiera gustado quedarme mas tiempo ahí con el pero empezó a obscurecer.
—Jazzy, ya es tarde —le advirtió Connor —tenemos que irnos
—¡No! —chillo la pequeña —quiero estar con Marbe y _______
Connor suspiro frustrado. No sabia que hacer.
—Jazzy, hermosa —hablo Marbe— ve a casa, mañana podemos salir a jugar de nuevo
—¿en serio? —nos miro ilusionada—¿podemos Connor ? ¿Podemos salir con ellas mañana?
—solo si te portas bien —le dijo con una hermosa sonrisa de lado.
Nos fuimos todos juntos caminando a nuestras casas. Marbella dormiría conmigo esa noche. Ibamos diciendo bromas y jugando con Jazzy de camino a casa. Esa niña me había conquistado desde el primer momento.
Llegamos a la puerta de mi casa y jazzy nos abrazo a ambas.
—nos vemos mañana —se despidió contenta.
—hasta luego, Jazzy —dijimos Marbe y yo al mismo tiempo. Como tantas veces lo hacíamos.
Connor se acerco y nos dio un pequeño beso en la mejilla. Su perfume olía tan bien.
—hasta mañana, supongo —nos dijo sonriente.
—si, adiós—se despidió Marbella. Yo solo sonreí como ***** y me metí a mi casa. Marbella se me quedo viendo, a punto de soltar una carcajada.
—el chico te encanto —soltó cuando cerro la puerta. La mire incrédula.
—¿por que lo dices? —le pregunte indiferente.
—¡oh, aceptalo! Esta guapísimo, es tu tipo completamente ¡y hasta es ingles! Tiene un acento súper sexy
—pues si pero —me encogí de hombros desinteresada—no estoy como para fijarme en nadie.
Suspire y los ojos se me volvieron a llenar de lagrimas. Me tire al sillón y me tape la cara con mis manos.
Era verdad, no podría fijarme en nadie nunca mas. Nunca pude enamorarme de alguien. Contaba con que algún día me enamoraría de alguien y me casaría con ese hombre. Pero ya no tenia esa opción.
—se nos olvido el asunto un momento ¿no es así? —me pregunto Marbella, se sentó a mi lado y tomo fuerte mi mano —todo estará mejor. Encontraran una cura _______, recuerda que esta esa opción aun.
—nunca fui alguien con suerte Marbe, parece que no sabes. No soy alguien a quien le sucedan milagros —admití amargamente— me moriré y no puedo hacer nada contra eso.
—no hables así —me regaño Brad llegando de repente—no morirás, enana.
—de acuerdo, encontraran una cura a mi enfermedad y no moriré —dije con sarcasmo— vamos, no soy tan tonta como para contemplar esa opción
—pues así deberías de hablar —me dijo Marbella. Brad se sentó a su lado y se abrazaron. Ella levanto la cabeza y se besaron dulcemente.
—que demostrativos —me queje con burla.
Si, les tenia mucha envidia. Me pare y dirigí a las escaleras. Marbella hizo ademan de levantarse.
—no, quedate aquí con Brad, necesitan un momento a solas, últimamente pasas todo el día conmigo.
—eso es cierto —se quejo el con un puchero. Marbella lo miro con ternura y volvió a su lado.
—en un momento voy contigo —me dijo.
Subí a mi habitación, me quite los zapatos y me acoste en la cama con paciencia. En momentos como estos extrañaba mas a mis padres. Tome aire y contuve las lagrimas.
No podía estar llorando cada segundo. Tenia que ser fuerte.
Me levante y abrí la puerta que por varios años había permanecido cerrada. Subí las viejas escaleras. Llegaban a un ático que estaba allí desde antes que hicieran mi habitación. Ahí había guardado mi mama todos los documentos, fotos y cosas importantes antes de morir. De hecho, el día anterior, y desde entonces nadie había subido otra vez.
Estornude por el polvo y cerré la puerta a mi espalda. Admire el ático un segundo.
Las paredes estaban viejas y la pintura color amarillo se caía. Habían dibujos en la pared que había hecho cuando tenia 9 años y fotos de Brad, Marbe y yo de pequeños.
Estaba mi vieja mesita de te. Recuerdo que solíamos tomar el te y hablar como si fuéramos ingleses. Brad se quejaba pero al final terminaba jugando con nosotras.
Este era mi cuarto de juegos, nunca quería salir de aquí. Hasta que sucedió el accidente. Me cerré tanto a la realidad que hasta había olvidado que venia para acá.
No había superado la muerte de mis padres todavía. Algunas veces lloraba toda la noche y me quejaba con dios. Pero eso no servia de nada. Ellos no volverían a mi.
Un escalofrío recorrió mi espalda.
Me agache y tome una caja con fotos. Sacudí el polvo y la abrí, habían varios álbumes.
Eran fotos mías, desde que era una recién nacida. Con mis padres, con Brad, con Marbella, con mis primos. Miles de fotos.
Dure una hora viendo todas las fotos. Lloraba, recordaba y me reía yo sola al ver algunas. Apreciaba cada minuto.
El sonido de mi celular me saco de mis pensamientos.
—mande Marbe —conteste.
—¿donde te metiste _____? —me pregunto desesperada.
—estoy en el ático —le dije— ¿Recuerdas? Solíamos pasar aquí días enteros.
—claro que recuerdo —me respondió—voy para haya.
Colgué y tome otras fotos. Allí ya estaba mas grande. Tenia exactamente once años, y esas eran de las ultimas fotos que habían.