Ese chico era Connor . Al verlo algo se movió en mi interior. Y cuando el me sonrío no pude evitar sonreír también como una tonta. Se acerco a mi.
—¿me puedo sentar? —pregunto con su hermoso acento.
—¡Claro, claro! Toma asiento —le conteste estúpidamente. Parecía una tonta, era una tonta. Me moví un poco y el se sentó. Acerco su cara a la mía y beso mi mejilla tiernamente.
—¿Que haces aquí tan temprano? —le pregunte sonriendo. Básicamente no podía dejar de sonreír.
—siempre me despierto a esta hora —contesto encogiendose de hombros— aun no me acostumbro al cambio de horario
—¿es muy diferente la hora de aquí a la de Londres?
—solo dos horas... —se me quedo mirando fijamente a la cara, intrigado. Me sonroje y baje la cara un poco. El me tomo la barbilla y me levanto la cara de nuevo. Por un momento pensé que me besaría.— ¿has estado llorando?
—no, para nada, yo... eso solo que...—mi mente lenta trataba de pensar rápido en una respuesta. No quería quedar como una llorona.
—no sabes mentir ¿Te lo habían dicho? —se burlo tiernamente. Suspire y asentí débilmente.
—si, si me lo han dicho y si estaba llorando —admití agachando la cabeza.
Sus brazos me envolvieron y mi cabeza quedo en su pecho. Mi nariz se inundo rápidamente con su perfume adictivo y mi cabeza empezó a dar vueltas.
—no llores —me pidió en un susurro. La combinación de tenerlo a el susurrando en mi oído con su acento tan sensual y mi nariz enterrada en su cuello con su aroma tan perfecto no era nada buena. A quien engaño, claro que era buena. Suspire de gusto. —no me gusta ver a las chicas llorar. Se que no nos conocemos casi nada pero siempre es bueno desahogarse —se separo de mi y se sentó sonde estaba antes. Me miraba con ternura. —¿Me contarías que anda mal?
—es complicado —le dije en un susurro.— hace poco, ayer mas bien, me dijeron que tenia una enfermedad terminal...
—¿Terminal? Osea que... —el me veía con los ojos bien abiertos del asombro.
—si, moriré —el se quedo con la boca abierta. Movió sus perfectos labios un par de veces sin emitir sonido. No sabia que decir—bueno, aun no se sabe si moriré o no pero eso es lo mas probable. Es que es una enfermedad casi
desconocida.
—dios quiera que no... —murmuro.
—si, pero, eso no es el problema. El problema es que... Cuando estaba pequeña hice una lista de cosas que quería hacer antes de morir. Le conté a mi hermano y el solo me dijo que no podría hacer nada de eso. Que tengo que estar mis probablemente últimos meses de vida de hospital en hospital.
—eso es horrible —dijo.
—lo se, yo solo quiero hacer unas cuantas cosas, que ni siquiera son tan difíciles.
—¿Como que cosas?
—como hacerme un tatuaje, escaparme de casa, irme a vivir a Londres...
—¿A Londres? —pregunto divertido.
—si, quería eso desde mucho antes de conocerte a ti —reímos suavemente.