Dos

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La melodía acababa por aturdir todos mis sentidos. Era muy loca.
No exagero.

_ Stephanie... Corazón, ¿¡Estás bien de la cabeza!?- aulló adormecida mi madrina desde la otra pared cual Poseidón con su tridente.

Mi cuarto parecía un show de Metallica en vivo y directo. Lástima que nadie lo podía observar. La única persona despierta parecía ser yo. Así de extraño era el Condado, podría  pasar de todo y nadie se enteraba.

_Disculpa madrina, fue sin querer, buenas noches, - grité por sobre la música.
Recuerdo haber contado ovejas reiteradamente en la espera de que ese maquiavélico sonido cesara.
De pronto, sentí estar tocando con mi mano derecha un aparato . Lo tomé rápidamente, haciéndolo mío, y comprobé que era un móvil. Era muy viejo como para dañar tanto mis tímpanos. Tenía la sensación de que no era la simple chatarra que aparentaba, era algo más. De un momento para otro, dejó de sonar y comenzó a vibrar. Mi brazo temblaba como si dentro suyo hubiera una rabia que buscaba desquitarse en mí. Una gran sacudida, culpa mía, lo terminó por dejar en el suelo.

<<Acabado, ya estás muerto. Mira si un Nokia 2000 va a arruinar mis próximos 17, al tacho se ha dicho>>

Pensé, un mal negocio en mí, negando reconocer que mi pecho seguía temblando y yo estaba tan asustada que mis pecas parecían desprenderse de mi rostro, demacrado por el miedo. Aún así, intenté arroparme un rato para resguardarme de los temblores.

Ya eran las doce menos cuarto.
Aunque el sobre seguía allí, intacto, color blanco virgen como si estuviere esperándome desde hace tiempo. Me cuestioné una y otra vez si abrirlo o no. Tal vez no me correspondía. Todo intento de conciliar el sueño había sido en vano.

En primer lugar, ¿Qué hacía un sobre junto con un móvil debajo de mi cama? Y segundo, ¿Quién lo habría dejado allí ? Sino conseguía desvelar su origen o por lo menos, la lógica de aquel alboroto, alguna parte de mi enloquecería muy pronto.
Me senté contra el respaldo de la cama y me tapé hasta las rodillas con una sábana para abrir el envoltorio que (no tenía ningún sello o remitente) que decodificara quién estaba detrás de todo esto. Despegué su solapa rápidamente. Mis cachetes se inflaron como dos globos rojos al ver que mi nombre estaba escrito en la misma solapa que arranqué ferozmente : STEPHANIE

Sí, en mayúsculas como si un ente anónimo me estuviere invocando a su favor.

Arrojé la solapa al mismo demonio.

Era una letra neutral que aparentaba estar hecha a máquina con una tinta negrita. O tal vez escrita a computadora, aunque sería raro, ni idea. Introduje mi mano con cuidado para percatarme de objetos extraños y lo único que encontré fue una hoja blanca de papel doblegado. Lo abrí :
¡BIENVENIDA A TU FELÍZ ÚLTIMO CUMPLEAÑOS!

Las lágrimas comenzaron a brotar por mis mejillas ya negras de la máscara de pestañas corridas al observar el último signo de exclamación .
¿Qué más querían de mí además de quitarme el sueño por una noche?
¿Mi vida?

Giré al otro dorso de la hoja mientras me limpiaba el llanto con la manga de mi suéter. Como introducción , se lucía una frase que decía algo así como "Vive cada día de tu vida como si fuera el último". No lo recuerdo bien. Supongo que fue la desesperación del momento. Y, para ser sincera, el aspecto del mensaje anticipaba ser muy formal para lo que en realidad decía...

Querida señorita Stacy
London:
No nos hemos olvidado de su presente. Lo recibirá en cuanto comience su cuenta regresiva.

¿Stacy London? ¿El paquete era para mí y el mensaje no? . ¿Me querrían matar a mí en nombre de otra persona?
Creo que si hay algo peor que saber que acabarán con tu vida, es no saber dónde se encuentra tu muerte. O peor saber QUE PRONTO TENDRÁS UNA CUENTA REGRESIVA PUESTA EN MARCHA EQUIVOCADAMENTE.

Desesperada, comencé a mirar hacia todo el cuarto como si fuera a encontrar alguna pista presionando el papel contra mi vientre. Me pellizqué el con el afán de creer que lo que había leído no era cierto, que era una especie de broma negra. Pero luego repacité, con la uña de mi dedo índice clavada en la carne de mi brazo y medité en voz baja para mis adentros:


<< Stephanie, tu no tienes ningún tío chistoso y algo loco, de esos de las típicas películas estadounidenses que en las "familias tipo" nunca está ausente y que, para colmo, se emborrachan tanto en tu cumpleaños como en vísperas de Navidad. Tampoco tienes padres, ellos ya se encuentran metros bajo tierra. Y, amigos, mucho menos. Nunca en la vida has tenido una puta amiga, solo a Carl pero entre la salida del orfanato, mudanza y mudanza la has dejado sola como un perro allí dentro pudriéndose con las Comadronas. Es decir, no tienes a nadie excepto a una mujer (tu madre adoptiva) que te hace vivir en una especie de tupper. Piénsalo bien Stephanie, ¡Nunca te has preguntado porqué en vez de ir a una escuela siempre ella a optado por la educación no convencional para ! ¿Creés qué si no has sido capaz de mantener con vida tus vínculos lo serás de mantener la propia con tanto enigma? Vamos, tu vida parece un mal chiste>>

El reloj digital de la mesita de luz marcaba la medianoche . Ya era mi No cumpleaños. Me lo canté a mi misma pensando en el sobre y el mensaje. Maldita tradición, si no hubiere querido desechar algún objeto por mero homenaje a mi infancia, respiraría tranquila. Tomé una tijera e inmediatamente comencé a recortar el mensaje en trocitos cada vez mas pequeños. Luego, los tiré en la bolsa junto con el aparato. Carl estaría orgullosa de mí. De puntillas y en pantuflas rosas, acudí a abrir la ventana. El vecindario estaba dormido y la bisagra muy resistente a mi fuerza. Nunca me sentí lo suficientemente fuerte para levantar cosas pesadas. Siempre dudé de mis capacidades. Derek en ese mismo momento estaría recostado en la cama con su esposa mientras yo temía por mi integridad física y psíquica. No había otro modo de olvidar esos objetos malditos.
1,2,3
La bolsa cayó, nadie sabría que había sido yo. Mañana sería otro día, mi subconsciente anhelaba que fuera uno más y no uno menos.
El anónimo no mentía : la cuenta regresiva ya estaba en marcha, tan solo había que esperar.

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