CAPÍTULO 2: Detrás de la cortina

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De este lado, silencio. La música ambiental casi no se oía. Detrás de la cortina, Bek aguardaba. Podía oírlo, los sonidos de la tela en movimiento inundaban ese pequeño espacio. Su sombra se proyectaba en las cerámicas blancas del piso, estas danzaban sin parar gracias a la tenue luz de las lamparas amarillas.

Todo me resultaba extraño. Mis manos sudaban y mi garganta seguía seca. No entendía porque me sentía tan nervioso. ¿Cuál era la razón? Sacudí la cabeza para apartar estos pensamientos y me concentré en el suave tejido que sostenía. El pantalón azul oscuro se mecía en el vacío, entre mis manos y el piso.

—¿Ivan? —me llamó con su voz grave desde el interior del probador.

—Si, aquí estoy.

Mi voz sonaba quebradiza, tenía que recobrar la compostura. Una ligera brisa de aire hizo que me pusiera derecho. La enorme cortina azul se había corrido unos pocos centímetros. Desde el interior, el brazo de Bek se extendió; buscaba el pantalón. Pero rápidamente algo más llamo mi atención, en su ante brazo derecho descansaba un tatuaje; bastante grande para mi gusto. Era la imagen de un enorme tigre, sus colmillos afilados aparecían amenazantes en blanco y negro. Raro, aunque debía admitir que era muy atractivo, al menos para aquellos que disfrutaban de eso. Me acerqué y le entregué la prenda con los ojos fijos en su piel pintada.

A diferencia suya, yo no tenía ningún tatuaje. Será porque la sola idea de tener una aguja cerca, me pone a sudar frío y me hace temblar. Detestaba las agujas y todo lo relacionado con eso, por ende los tatuajes y piercings no se encontraban en mi lista de asignaturas pendientes.

De repente, la cortina se corrió por completo, la tela estaba apretada muy cerca de la pared. Ahora, el interior tenue del probador podía verse por completo. La silueta adentro se movió lentamente hacia atrás, sin quitar la vista de su propio reflejo.

¿Y bien? ¿Qué tal me queda? —preguntó pausadamente sin mirarme.

Bek tenía puesto solo los pantalones. Tragué saliva. A pesar de que era slim fit y no skinny, la tela se pegaba a sus muslos con fuerza. La prenda debía quedar un poco holgada, pero en él, era todo lo contrario. Sus piernas, increíblemente atléticas destacaban por debajo del fino tejido, en especial sus abductores y gemelos.

—Creo que es un poco pequeño. —dije mientras lo examinaba.

—Pero solo en las piernas, porque en la cintura no me aprieta. —respondió mirándose a si mismo.

El muchacho giró para mirarme. No me había dado cuenta en realidad lo grande de su contextura, era macizo y atlético. De hombros anchos y definidos, con brazos tonificados y piernas gruesas, muy fuertes. Su abdomen plano y marcado junto a su cintura delgada, contrastaban con lo enorme de su espalda. 

Pero en su cuerpo, el contraste más grande lo hacia su piel blanquecina con la tinta negra plasmada en ella. Tenía dos grandes tatuajes más, uno sobre cada pectoral. Una especie de estrella en uno, y una frase que no pude comprender en el otro. A simple vista parecía ser francés.

—¿Ves? —me indicó, mientras metía un dedo entre su piel clara y el pantalón.

Mis ojos buscaron su cadera con rapidez, el pantalón le iba bien en ese sector, pero muy justo en las piernas. Si lo compraba, deberíamos mandarlo a modificar con el sastre.

—Entiendo ¿En las piernas aprieta mucho o solo un poco? —pregunté acercándome más.

—No tanto, la tela es suave y de buena calidad. Con unos centímetros más sería ideal.

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