4.

6 0 0
                                    

Recorro todo lo rápidamente que me permite mi cuerpo los pasillos que separan la habitación de Bianca de la mía, teniendo en cuenta de evitar todos los sitios que frecuenta Helen y procurando no encontrarme a nadie. Destaco por mi eyeliner, negro y grueso, que aunque es resistente al agua, está esparcido por mi cara. Seguramente habrá sido de refregarme los ojos. También me identifica mi labial, de colores oscuros, que por suerte, se ha borrado del todo. Suelo vestir colores oscuros y ropa cómoda, pero que mantenga mi estilo. 

Me permito divagar mientras camino. Finalmente llego a mi puerta. Preciosa madera de abedul, a juego con todo mi cuarto. Mis padres no me harán caso, pero me pasan un buen pico de dinero al mes. Así, por lo menos, no tengo que hablarles si quiero algo. No me gusta presumir de dinero, desde luego. Soy una persona simple, y dudo que, aparte de porque he renovado toda mi habitación de la resi, cosa que todo el mundo sabe, la gente sepa que tengo dinero. Normalmente, nadie aprecia los leggings de 70 euros que llevo, ni saben que mis botas cuestan cerca de 200 euros. La ropa estilo gótica es bastante cara. 

Meto mis llaves en la cerradura. Cuando abro, me encuentro a Helen dentro y doy un respingo. Está sentada en la cama, sin hacer absolutamente nada. Me mira fijamente. Dudo entre entrar o salir corriendo y cerrar la puerta. No me siento preparada para discutir con ella, pero tampoco para hacerlo luego, así que opto por la primera opción, obviando su presencia y sentándome en el segundo escritorio que tengo, todo lleno de cosméticos, para proceder a acabar con los restos de pintura de mi cara. 

A pesar de que no ha dicho nada, siento su mirada clavada en mi espalda. Paciente. Expectante.

-¿Qué haces aquí, Helena?

-No lo sé. Llevo horas aquí. Me dejaste sola.

Me giro a ver a mi amiga. Su pelo rubio está recogido en una coleta. Numerosas pecas salpican su cara. Su labio tiene mala pinta, aún hay restos de sangre en él. Además, uno de sus pómulos está amoratado. 

-¿Qué querías que hiciera? ¿Quedarme a ver cómo te lo montabas?

Helen se muerde el labio y rompe a llorar. Silenciosamente, veo las lágrimas deslizarse por su cara.

-Me preocupé por ti. Veo que te dio un ataque de ansiedad. Yo... no pretendía que eso pasara. No te escuché en la puerta. Yo no quería acostarme con él... Lo estoy haciendo por dinero. 

Abro la boca de la impresión, pero me callo. Ella sigue hablando.

-Mis padres se están divorciando. Ninguno quiere hacerse cargo de mi. No tengo dinero para estar en la residencia, y no voy a aceptar que me mantengas, porque sé que puedes. Aun así, lo que hice ayer fue un error. Cuando entraste yo estaba echándolo, estaba muy agresivo y había bebido. No paraba de repetirme que era una puta, que no servía para nada. Me escupió, me tocó...

Comienza a llorar más alto. Mi amiga ha sido violada. La abrazo.

-No puedo denunciarlo porque estaba haciendo algo ilegal. Prostitución...

-Helen, no seas tonta. Él no tiene cómo demostrar que estabas prostituyéndote, es tu palabra contra la suya. 

Ella asiente. Entonces, emprendemos  nuestro viaje hasta la comisaría más cercana.


Dos horas más tarde.

Entramos por fin a la comisaría. Nos atiende un señor de unos 50 y pocos años, que me da malas vibraciones al instante.

-Bueno, señoritas, ¿qué las trae por aquí?

Mi amiga me coge la mano fuerte. Yo asiento con la cabeza.

Telling my boyfriend I'm... gay? (girlxgirl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora