La carne cubre el hueso
y dentro le ponen
un cerebro y
a veces un alma,
y las mujeres arrojan
jarrones contra las paredes
y los hombres beben
demasiado
y nadie encuentra al
otro
pero siguen
buscando
de cama
en cama.
La carne cubre
el hueso y la
carne busca
algo más que
carne.No hay ninguna
posibilidad:
estamos todos atrapados
por un destino
singular.
Nadie encuentra jamás
al otro.Los tugurios se llenan
los vertederos se llenan
los manicomios se llenan
los hospitales se llenan
las tumbas se llenannada más
se llena.
— Charles Bukowski (A solas con todo el mundo)
3.
Birdie.
El agotamiento no desaparecía. Era el peor sentimiento del mundo, los huesos y músculos de cada parte de su cuerpo se quejaban y rechinaban con dolor, cual máquina que no recibía mantenimiento.
Y ciertamente, ella se sentía como un reloj sin aceitar. Johnny solía decir que todos en el club debían de trabajar en conjunto y si alguien fallaba, era un fallo en conjunto, un error colosal. Parecía haberse olvidado del significado del trabajo en equipo cuando decidió arrojar a su ex novia a ese sótano. Ella no se lo merecía, ella no merecía nada de eso.
Sólo era una chica que se había metido con el tipo equivocado, que había tenido mala suerte en su vida en general, ¿cómo podían castigarla por intentar escapar? Después de todo, sabía que nadie la estaba buscando y nadie la iría a rescatar.
La puerta se abrió otra vez, rebelando la figura de Jackson que le llevaba la comida otra vez. Neil y Jackson eran los favoritos de Birdie, porque juntos eran tan tontos que ella se comenzó a cuestionar si realmente eran los hombres para el trabajo, o si realmente eran malos en lo absoluto.
— Hola — murmuró el greñudo, saludando con una sonrisa apenada mientras que la madera vieja de las escaleras rechinaba inocentemente debajo de él. De una patada la puerta fue azotada y él se acercó a la castaña atada en una silla. Jackson estaba ahí porque Jean era de lo más molesta, e insistió en que Neil la llevara en una cita porque al parecer seis meses sin tu pareja era demasiado tiempo. Birdie suspiró, estirando sus mullidos labios en una sonrisa, que nunca dejaba de estar tensa. A medida que Jackson estaba más cerca, pudo distinguir en los secos y agrietados labios femeninos un corte, uno que antes no estaba ahí, uno que provocó un susto en el pobre Healy —. ¿Quién te hizo eso? — cuestionó. Hasta donde tenía entendido, nadie bajaba ahí más que él y Neil, que no era capaz de golpear a una mujer, era demasiado sensible para eso considerando que algunas veces llegaba del trabajo llorando (otra prueba de que no debía estar en eso, pero al menos tenía mejor desempeño en sus tareas que Jackson, el ingenuo que llevaba un arma de plástico consigo).
— Tu madre — contestó la muchacha, curveando los labios hacia arriba una vez más por lo cómico de su propia broma carente de sentido —. Creo que es al que tú llamas Simon — cedió, intentando removerse en la superficie donde estaba obligada a permanecer sentada —, a veces baja. ¿Cuándo voy a salir de aquí? — las palabras habían salido rápido, lo que obligó a Jack a quedarse callado para poder procesar la imagen de su compañero ocasionando dicha herida en el delicado rostro femenino. Era un acto más que criminal, cortar todas esas líneas que decoraban el rostro de Birdie, una gran combinación entre los rasgos más finos y duras líneas que conformaban la más bella cara, una estructura digna de admirar y cuidar, simplemente era inaceptable intervenir con el trayecto natural de aquellas dichosas líneas.
ESTÁS LEYENDO
Aquellos que querían ser el cielo.
Short Story"La primera noche, ellos se acercan y toman una flor de nuestro jardín. No decimos nada. La segunda noche ya no se esconden, pisan las flores, matan nuestro perro y no decimos nada. Hasta que un día, el más frágil de ellos, entra solo a nuestra casa...