REGALOS Y DECLARACIONES

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REGALOS Y DECLARACIONES


Todas las tardes Tim iba al parque a jugar al ajedrez con cualquiera que se atreviera a retarle, por lo general eran personas mayores que al igual que él no tenían mucho que hacer y les gustaba despejarse con una buena partida. Mientras jugaba aquel joven de doce años vio a su contrincante sonreír y mirar a sus espaldas así que se dio la vuelta y vio como todas las tardes a esa misma hora al niño de probablemente seis años, pelo negro y ojos azul celeste escondido malamente tras un árbol mientras le observaba. Tim suspiró, ese extraño niño se había convertido en su acosador privado y no sabía el porqué puesto que cada vez que intentaba acercarse para saber qué quería él no decía nada y se iba corriendo

– Parece que tienes un admirador – dijo el anciano

– Eso parece – suspiró – ¿seguimos? – sonrió con ganas de dar su próximo movimiento pero antes de que ocurriera el niño se les acercó con un sigilo que asustó a Tim.

El niño le miró con convicción y muy serio, Tim sonrió incómodo pero contento de que al fin ese niño se le acercara, a lo mejor le diría de una vez lo que quería

– Hola – saludó pero no le contestó sino que extendió el brazo con el puño cerrado – ¿qué es? ¿Quieres darme algo? – preguntó viendo como asentía y tenía un extraño rubor en la cara. Tim puso la mano sobre el puño esperando lo que le quisiera dar, el niño al fin soltó lo que agarraba logrando que Tim se pusiera blanco al notar algo viscoso en su mano, lo miró y se puso más blanco aún cuando vio una rana que saltó a su cara y que le espantó

– ¡¡¡AAAAAHHHHHH!!! – gritó con fuerza intentando quitarse de encima al animal pero el niño que al principio mostró una sonrisita cuando le dio el regalo se asustó de su reacción y salió corriendo arrepentido por haberle hecho ese regalo.

Ya alejado de su fracaso se subió a su árbol favorito del parque y dio un largo suspiro decepcionado, pensaba que le gustaría su regalo, le había costado mucho capturar a la rana más bonita del estanque para impresionarlo pero había sido un desastre. Encima de que había conseguido echarle valor y acercarse a él había perdido su oportunidad para hablar y confesarse

– Al fin te encuentro Conner ¿de nuevo en una de tus escapadas amorosas? – dijo serio su padre, un hombre alto, calvo, de ojos marrones y de mirada calculadora. Conner asintió desanimado y dio un largo suspiro – ¿qué pasa? ¿Otra vez no te has atrevido a hablar con ese niño?

– Lo he hecho, quería darle un regalo pero no le ha gustado

– Busca otra cosa – dijo serio, tampoco es que fuera alguien cariñoso a pesar de que amaba con locura a su hijo

– ¿Qué más le puedo dar? Me he esforzado mucho para pensar en el regalo pero no ha servido para nada

– Deja de lloriquear, eres un Luthor – le regañó mientras le tomaba en brazos, lo dejaba en el suelo y volvían a casa tomados de la mano – si no ha funcionado busca otra manera de impresionarle

– ¿Tú como hiciste que papi se enamorara de ti?

– Insistí y nunca me rendí – respondió serio – ahora volvamos a casa que se está haciendo tarde. Por cierto ¿cual es ese niño del que tanto hablas? – echó un ojo a todos los niños que estaban en la zona de juegos

– No está allí – respondió todavía pensando en su fracaso.

Los días siguientes Conner se esforzó en regalarse cosas que le gustaran al extraño que tanto le había cautivado. Le regaló lombrices, escarabajos, cochinillas, lagartijas, en definitiva, todo lo que le gustaba a él y a cualquier niño de su edad pero cada vez que se lo entregaba este ponía cara de asco y gritaba.

Regalos y declaraciones (KonTim)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora