Capítulo 9 - Dudas pasadas

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El sol todavía no se había asomado por el horizonte y el número 12 de Grimmauld Place bullía de actividad.

-¡Pequeña, deja eso! ¡No puedes jugar con la varita de mamá! Nene, termina tu comida. ¡Potter, baja y ayúdame, tengo clase en 20 minutos!- gritaba una pelinegra corriendo de un lado a otro. Se encontraba en la cocina tratando de que dos pequeños e inquietos niños desayunaran algo antes de dejarlos en el cuidado infantil, pero al parecer ese día habían amanecido con mucha energía y no dejaban de correr de un lado al otro.

La pelinegra seguía en bata esperando a que cierto azabache bajara para ayudarla.

-¿Todavía no estás lista?- dijo Harry al tiempo que entraba en la cocina.

-¿A qué hora me arreglaba, genio?- repuso Pansy con molestia. -Encárgate de ellos, que voy a llegar tarde.- dijo al tiempo que desaparecía por las escaleras.

-¡Papá! - gritaron ambos niños corriendo a abrazarlo.

-Hola pequeños, vengan. Hay que terminar de desayunar- sabía que era una tarea casi imposible a esta hora, no sabía de dónde habían sacado tanta hiperactividad esos pequeños. Tal vez ser nietos de James Potter no ayudaba mucho.

Había pasado casi una semana desde que estaban cuidando a los pequeños niños que misteriosamente habían llegado del futuro. Una semana en la que no había podido hablar con la pelinegra mas que frases cortas y casi todas relacionadas con los niños, ver quién los llevaba al cuidado infantil y nada más. Parecía que lo estuviera evitando.

Pansy salía rápidamente de la ducha para tratar de llegar medianamente decente a la escuela. Su cabello negro le llegaba a la cintura y ahora goteaba ya que no había tenido tiempo de secarlo. Estaba de pie frente a un espejo de cuerpo completo tratando de encontrar ojeras en su rostro, a pesar de la falta de sueño continuo en los últimos días su piel de porcelana no dejaba ver ningún signo de cansancio. Se quitó la bata para ponerse el uniforme cuando la puerta se abrió de golpe.

-Pansy, ¿dónde quedó el suéter de...- Harry se quedó mudo ante la imagen que estaba frente a él.

-¡Demonios Potter! ¿Nunca tocas?- replicó Pansy cubriéndose nuevamente con la bata.

-Lo siento, pensé que estabas lista.-

-Pues ya viste que no, ahora sal para que me pueda cambiar.-

Harry seguía estático en la entrada del cuarto incapaz de moverse, era ahora o nunca.

-Pansy, tenemos que hablar. No puedes seguir evitándome.-

-Potter, sal de aquí. No tenemos nada de qué hablar.-

-Claro que sí, y no me voy a ir.- dijo cerrando la puerta. Se acercó lentamente a la pelinegra la cual retrocedió por instinto todavía cubriéndose con la bata. -¿Qué pasó ese día? ¿Por qué lo hiciste?- la mirada de Harry exigía respuestas, una que Pansy no estaba lista para dar.

La pelinegra bajó la mirada en un intento de evitar que sus ojos se cruzaran con el ojiverde.

-No, Pansy. No lo harás de nuevo. Mírame y dime qué pasó. Éramos felices, ¿no?- Harry tomó levemente la barbilla de Pansy tratando de perderse nuevamente en sus ojos. Como antes.

Pansy alzó la mirada y quedó prendada de esas orbes esmeralda, parecía que conocía todos sus secretos, que la traspasaba y desnudaba el alma. Empezó a sentir como su corazón palpitaba por la cercanía, cómo su olor la embriagaba, como sus defensas se resquebrajaban.

-Harry... yo... - murmuró.

Un fuerte "crack" hizo que ambos pegaran un salto y se separaran. Kreacher apareció con los dos pequeños niños agarrados a sus pequeñas piernas.

Dulces sueños, mi futuro bebé...Where stories live. Discover now