Ciudad del caos

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Ívamos en un auto directo a la ciudad de la que habíamos escapado, cualquiera pensaría que estábamos locos para siquiera pensar en volver. Pero de todas maneras, fuéramos donde fuéramos siempre sería lo mismo.

Y tenía dudas que responder.

Pasamos por el cuartel donde nos habían secuestrado, pero ahora solo era un triste cementerio, con zombis vagando al rededor, desorientados e incluso sin reaccionar ante la bulla de nuestro vehículo. Como si su único propósito ya había sido cumplido, el asesinar gente.

También pasamos por la granja, donde casi nos habían matado esas cosas, si es que les puedo llamar así. En frente, logré divisar el bosque, era más precioso de lo que recordaba, se veía tan tranquilo; y pensar que en realidad era una trampa mortal el entrar allí.

Seguímos en el auto; a donde pasabamos siempre era igual, zombis merodeando sin hacer nada. Incluso llegamos hasta donde la camioneta que nos rescató en la ciudad, la que se había estrellado. Esa gente era buena, lástima que no eran inmunes.

Faltaban pocos kilómetros para llegar a la entrada de la ciudad. Un nerviosismo comenzó a recorrer mi cuerpo, al ver que la cantidad de infectados aumentaba considerablemente. Nuestras armas no serían rivales si tuviésemos que enfrentarnos a una gigantesca horda.

Por alguna extraña razón ellos no se percatarón del vehículo donde íbamos, estaban concentrados en desolar por el lugar y luchar con otros infectados. La masacre que hubo aquí no fue como lo que imaginaba, sino que fue mucho peor.

Logramos llegar a un parque cuando el autó se quedo varado, era hora de seguir a pie. Tomámos todas las armas y partimos en busca de nuestras respuestas. Como pasábamos desapersividos por los zombis quedamos en que solo dispararíamos en un caso de emergencia.

Marchamos a través del parque cuando un exageradamente gordo zombi apareció. Su barriga sobresaliente parecía que iva a explotar con el más mínimo golpe. Nos quedó observando y se acercó tambaleándose, no se cual era su intención pero al acercarse lo suficiente, se inclinó y nos lanzó un vómito pestilente. Alcanzé a esquivarlo pero mis compañeras no.

Una de las chicas le disparó en venganza por lo que hizo y estalló expulsando más bilis. Inmediatamente los infectados al rededor se percataron de nuestra presencia y empezaron a perseguirnos. Corríamos mientras les disparábamos, por suerte no era necesario tener una excelente presición ya que estos caían al tener una herida lo suficientemente grave.

Estábamos por acabar con todas esas cosas cuando nos atacó un conjunto de infectados especiales. Dos del tipo que ya conocía y dos más que nunca había visto antes, se las habían ingeniado para realizar una estrategía que acabaría con cualquiera.

Uno de ellos se había escurrido sin darnos cuenta, saltándome encima y llevándome a donde justo la otra había escupido algo verde, parecido a un ácido. Las chicas intentaron salvarme pero justo a la más alta la agarró un Smoker y a la otra le saltó un Hunter.

Antes de que el enano me tirara al líquido verde, una lengua me agarró del brazo y me empujó de un tirón, haciéndome caer de espaldas; gracias a esto el maldito infectado se había soltado. Mire quien había sido el que me había agarrado pero no habían mas Smokers y la lengua había sido cortada. Supe de inmediato quién había sido, el único zombie que no me dejaría morir si no era en sus garras.

Al instante tuve que decidir a cual chica ayudar, a la que era brutalmente atacada o a la que la asfixiaban rápidamente. Cada segundo importaba, así que decidí ayudar a la más alta, ya que ella era menos impulsiva y mejor compañera.

Fuí corriendo a disparle al Smoker, logrando soltar a la chica, pero al darme la vuelta habíamos sido acorralados nuevamente por los zombis. Ya no podía rescatar a la otra chica.

Cuidado Con Los ZombisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora