Ser cuidadoso...

338 35 1
                                    

—¡Viktor!

Una de sus manos levantaba una camisa de seda manga larga, dejando ver la perfecta mancha café sobre la mayoría de su tela. Era increíble para Yuuri que Viktor tuviera el don de arruinar, tan a la ligera, camisas que le habían costado una considerable suma de dinero. ¿Era acaso que para Viktor las camisas de Gucci solo servían para limpiarse la boca en una sencilla cena de casa?

—¿Por qué no me dijiste de esto? Ahora será imposible de sacar la mancha.

—Yuuri—murmuró Viktor sobre el cojín que sostenía en su regazo—. Me reprendes como madre, los amantes no son así.

—¡Pero Viktor! Esta camisa apenas la compraste para el cumpleaños de Chris ¿Por qué tiene esa horrible mancha de café? Más importante ¿Por qué la escondiste en esa maleta?

Viktor miró a Yuuri, con sus manos sobre la cintura y los ojos mostrando cierta molestia por su repentina actitud infantil al esconder cierta travesura, le parecía el hombre más apuesto. Solo Viktor Nikiforov sería capaz de detenerse a ver la belleza de un tornado aun cuando se encontrase dentro.

—No recuerdo muy bien cómo pasó, o cómo terminó la camisa en esa maleta.

Yuuri suspiró, sabía que a Viktor le importaba muy poco ese detalle, y Yuuri no lo hacía con el único afán de molestar. Él apreciaba que Viktor fuera suelto con respecto a sus bienes materiales, pero sería más feliz si se limitara a comprar lo necesario o algo más económico en su lugar.

Bajó la mano con suavidad, dejando que la camisa rosara el suelo. Él recordaba muy bien en qué posible momento pudo haberse creado esa mancha en la camisa, aún le dolía la espalda por restregar con fuerza el piso y la pared de la habitación. Pero no quería discutir ni entrar en detalles al respecto, no cuando Viktor le miraba fijamente y sentía su cuerpo derretirse por esos ojos.

Suspiró dando un paso hacia Viktor, encontrándose a su lado tomó asiento y dejó que el platinado envolviera sus manos en un agarre. Volvió a suspirar con un poco de suavidad.

—Viktor, tienes que aprender a ser más precavido con tus cosas. Sé que te gusta lo mejor, me he dado cuenta en el tiempo que hemos vivido juntos, pero debes economizar para el futuro.

—Ya vi nuestro futuro, Yuuri. Está escrito en dorado y te aseguro que no vivimos bajo un puente ni buscamos entre la basura algo que comer. Te veo reluciente sobre un sofá viendo películas antiguas que hoy son la sensación del momento, recostado en mi hombro mientras ambos sabemos que será imposible comer más palomitas de maíz sin sentir que nos asfixiamos. Somos dos pasitas arrugadas y feas que se quieren el uno al otro. No hay de qué preocuparse entonces, mi Yuuri.

Viktor lo tomó de las mejillas al verlo fruncir ligeramente el ceño, no, no estaba molesto ni reticente a la idea. Yuuri fruncía así el ceño cuando algo le preocupaba o le entristecía mucho.

—Puede que estemos haciendo todo eso, Viktor. Pero insisto que debes aprender a ahorrar. ¿Qué pasaría si me voy? La vida es muy incierta, Viktor, cualquier cosa puede pasar.

—Pero Yuuri...

—Sh, calla y prométeme que el día que tenga que irme tú habrás aprendido a ser cuidadoso con tus cosas...Prométeme que antes de decirme adiós recordarás ser cuidadoso.

Viktor sintió un sabor ácido bajando por su garganta. Hablar de la muerte nunca le fue divertido ni fue uno de sus pasatiempos preferidos, siempre quedaba la incertidumbre de aquel umbral que separaba a las personas de forma furtiva. Hablar de la muerte para él era un completo tabú imposible de develar.

—No me gusta hacer esa clase de promesas, Yuuri.

—¿Entonces no me lo vas a prometer? —Yuuri hizo un gesto con sus manos, dejando la camisa aun costado suyo—. ¿Y si me tengo que ir a Japón cómo estaré seguro que sobrevivirás sin mí?

Las fosas nasales de Viktor quemaron al paso del oxígeno. El haber pensado como única opción de separación la muerte le hizo entristecer, pero que Yuuri hablase de otro aspecto (aunque dejaba el mismo mal sabor de boca) consiguió amainar su corazón.

—Nunca te irás sin que yo me pegue como lapa a ti.

—Viktor, solo promételo.

Rascó su mejilla de forma contrariada. No le gustaba hacer promesas vacías, mucho menos si se trataba de Yuuri. A cualquiera le podía decir "Prometo regresar pronto" y olvidarse que lo había dicho, pero con Yuuri era diferente, sus promesas eran un mandamiento imposible de romper.

Así que tomó aire, miró directamente a los ojos de Yuuri y habló:

—Prometo que seré cuidadoso.

Yuuri entonces sonrió.

****

Viktor se movía por la cocina de forma ligera, sabiendo dónde tenía cada uno de los ingredientes era difícil confundirse. Sonrió cuando puso sal en la olla, y aquel agradable aroma llegó a sus fosas nasales en forma de un delicioso vapor, cuando lo probase esperaba sentir el mismo calor de la primera vez.

Un katsudon hecho por sus propias manos, aprendido desde la dulce voz de la paciente Hiroko, Yuuri se sentiría orgulloso.

Introdujo una cuchara de palo en la olla, y probó con cuidado el sabor de su obra maestra. Sintió que la cuchara goteaba por su parte baja y procuró eludir las gotas para no ensuciar aquella camisa, una mancha más en la pulcritud de esa prenda Gucci haría a Yuuri rabiar mientras pretendía desaparecer su torpeza.

Terminó, sintiéndose completo y feliz. Miró hacia el pasillo que conectaba la sala con la habitación y sonrió con gran emoción reflejada en sus ojos.

—¡Yuuri! ¡Mira! Aprendí a ser cuidadoso.

—¡Felicidades, Viktor!

________________________________________________________________________________

Buenas buenas abejitas de mi panal:

Hay algo que quisiera decir antes de seguir con la historia: Es tan real como el Victuuri. 

La trama tiene parte de mi, y no lo digo por ganar aprecio o algo por el estilo, simple aclaración en compañía de otro puntito más: La historia ya la había escrito antes. 

Sí, en otro fandom. Cuando se me iba la vida por Junjou Romantica hice algo parecido, y hoy quiero compartirlo en este fandom tan bello...la historia la publiqué bajo el nick de "Usami Ale" en la plataforma de AmorYaoi hace ya un par de años, y para suerte o mala suerte ya no está ahí por un arrebato de mi parte donde terminé borrando todo lo que había escrito. 

Esta historia me trajo muchos recuerdos, unos tristes y otros felices, pero sobre todo me trajo la felicidad de conocer a una persona que me ha apoyado tanto en todo este tiempo pese a los malos ratos que le he hecho pasar. 

No me voy a poner sentimental porque después me llevo toda la nota de autor diciendo mis emociones y eso no se vale jajajaja así que solo diré que espero con todo mi amorfo corazoncito que lo disfruten hasta el último capítulo. 

Pdt: Si hay alguien por aquí que me conocía más antes se darán cuenta que el fic tiene muuuchos cambios por la razón de que fue reescrito completamente, solo manteniendo la esencia que recordaba de todo lo que hice. <3

LAS QUIERO ABEJITAS DE MI DULCE PANAL!!!!

Antes de decirme adiós recuerda...[COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora