De nuevo avanzaban hacia los famosos baños termales.
En cierto punto habían abandonado el camino guiados por una entusiasmada Vic, aunque ahora se encontraba en silencio, pues algo la carcomía desde su encuentro con aquellos tres maleantes. Algo relacionado con Toran.
Vic aun dudaba de lo que habían visto sus ojos en ese crucial momento en el semblante de Toran. Era algo que no cabía en su cabeza.
-¿De veras te lo habrías cargado?- lo interpeló de pronto, sin girarse. Sabía que la había oído perfectamente.
-¿Mmm...?- aun así, la pregunta pilló distraído a Toran. -Oh, ¿te refieres al tipo ese?- Un silencio distendió su respuesta. -Sí.- dijo otra vez sin dudar. -Pero ya me di cuenta que a ti no te hacía ninguna gracia... por eso paré.- terminó diciendo, condescendiente.
Vic seguía perpleja. Los estudiosos más bien solían alejarse de violencia, pero Toran parecía cómodo con ello.
-No lo entiendo. Eres un alquimista, no un hombre de guerra.- dijo mirándole para ver su reacción.
Toran sonrió tristemente ante su apreciación.
-No todo es blanco y negro en esta vida, Vic. Con veintisiete años he vivido lo suficiente como para aprender que hay cosas que no son perdonables.- Entonces su semblante se endureció. -Esos tipos querían deshacerse de mi, y ya sabes lo que dicen: "ojo por ojo, y diente por diente".
Vic tragó en seco: esa dureza parecía inamovible. Y aunque no descartaba que la reciente experiencia del hombre huyendo para salvar una vida, dejando atrás sólo muerte y destrucción, le hubiera podido afectar, también pensó que algo gordo debió pasarle en el pasado para pensar así.
-¡Oh, vaya...!- los interrumpió Jezzabell alzando una de sus airadas protestas. -¡Y yo que me pensaba que ibas a hacerlo por nosotras! No eres muy caballeroso, que digamos.- señaló con el dedo a Toran, dejándolo perplejo.
Sólo por eso ya valía la pena la interrupción. El ambiente se había vuelto demasiado denso después de la aseveración del alquimista.
-Bueno, una cosa no quita la otra.- le respondió Vic a la rubia con media sonrisa divertida. -Ese trío creía que librándose de él, nos tenían a nosotras. Por lo que salvándose él, también nos salvaba.- razonó.
Jezzabell gruñó como respuesta.
-Eso no quita que primero se hubiera salvado él.- dijo alzando la nariz en desacuerdo, algo que ya se estaba viendo que era algo característico de ella. -¡Cuando las damas van lo primero!
Vic no pudo evitar reírse de eso. Ella no se consideraba una de esas "damas". No necesitaba que nadie la salvase, aunque agradecía si se le echaba una mano. Lo que le recordó que el alquimista ya lo había hecho, y con buen conocimiento. Realmente seguía asombrándola que una rata de laboratorio supiera luchar, y sintió que debía indagar más en ello.
-De todas formas, hay que reconocer que sabes lo que haces.- dijo Vic retomando la conversación de nuevo con Toran, ahora más relajada.
-¿A qué te refieres?
-A cómo luchas. ¿Dónde aprendiste?
Toran pareció encontrar divertido que le preguntara, como diciendo: "A esta no se le escapa nada".
-Estuve un tiempo en las islas de Nimiam, mientras estudiaba.
-Oh. Zona selvática. Ya entiendo. ¿Por eso ese extraño machete?
-Sí. Me lo traje de allí. Es práctico... ¿Y tú? Nunca había visto una forma de luchar como esa.
Vale. Le devolvía la pelota.
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La leyenda de las Siete Llaves.
FantasyImaginad un mundo que no está en ninguna parte en concreto. Por no ser, ni siquiera existe como un planeta, sinó que se pierde en el horizonte y está hecho de magia y alquimia, y ocupa toda una sola dimensión. Es un mundo sin límites claros, donde l...