El sonido del cierre de su bolso deportivo cortó con el tranquilo silencio de los vestidores. Siempre era el último en irse de la pista desde que vivía con Lilia y también, el primero en llegar.
No era porque no quería llegar a la casa ni porque quisiera entrenar más tiempo que los demás. Los años le habían enseñado que había un límite diario para su cuerpo y debía respetarlo.
Era más bien porque disfrutaba más que nunca el silencio y sólo podía obtenerlo allí, cuando todos por fin se iban.
Antes le exasperaba o le ponía nervioso. Estaba constantemente con su música clavada en los oídos, poniendo el volumen al máximo, el cuál opacaba cualquier suspiro de soledad del exterior.
También lo hacía para evadir a su entrenador o a los consejos de Viktor, que bien de mal humor le ponían. Siempre se la pasaba quejándose o chillando por todo, tirando su teléfono contra el piso cuando algo no le agradaba.Los años le habían cambiado lo suficiente como para sonreír de lado ante tal muestra de inmadurez. Ya no hacía eso, o por lo menos, no tan seguido como antes.
Terminó de atar sus cordones y apagó las luces de la habitación, haciendo que esta se viera más silenciosa que antes. Pasó por la pista, disfrutando el frío que esta emanaba y el sonido que hacían las máquinas que se encargaban de dejarla perfectamente lisa de nuevo, con esa vibración graciosa contra el piso. Aún si lo disfrutaba, solo observó por míseros segundos y siguió su camino.
Le alegró que nadie le esperara a la salida para molestarle. Ni un fan, ni un periodista.
Cosas como la fama no eran algo que tuvo en cuenta a la hora de elegir su carrera. Y a pesar que de chico lo aprovechaba para obtener más likes en sus redes sociales, con el tiempo comenzó a notar lo pesado que era ello. Lo mucho que se había perdido de la vida por estar siempre frente a las cámaras y con los pies clavados en la pista de hielo.
Él no había tenido elección. Su abuelo necesitaba cuidados, medicamentos y pagar las cuentas, pero ya no podía trabajar. Se lo debía, le debía cada segundo de su tiempo a aquel hombre que le había cuidado desde que era un niño.
Su madre viajaba por el mundo persiguiendo un sueño extinto que no les daba el dinero suficiente para subsistir, así que tuvo que tirar a la mierda su infancia y asumir responsabilidades que no le correspondían.
No le importó, en su momento. La idea de verse más adulto le atraía, haciéndole sentirse superior al resto de las personas de su edad.
Por eso no le importó perder oportunidades.
Perder la experiencia de la escuela, de jugar con niños en el receso. Perder la oportunidad de salir al cine o de compras con un grupo de jóvenes de su edad, siendo adolescentes normales.
Perder las posibilidades de enamorarse y sentirse torpe al respecto, así como perder también, las posibilidades de tener privacidad en su día a día.
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Three wishes. {Yuri Plisetsky}
FanfictionEn el día de su cumpleaños número dieciocho, Yuri Plisetsky se replantea su progreso como persona, entendiendo lo que significa crecer. »»Pequeño os por el cumpleaños de Yuri Plisetsky. »»Los personajes de Yuri on ice no me pertenecen.