Despues de una media hora más de trayecto en el autobús, por fin me encontraba en el departamento.
Mi tío me aviso de que mis clases comenzarían en dos días.
Termine de ordenar las cosas que traje y fui a comprar algo para cenar, ya que la nevera estaba vacía y yo me moria de hambre.
Iba caminando tranquilamente cuando un chico choca conmigo.
—¡Oye mira por donde vas, renacuajo!—grito.
—¡Pero si fuiste tu quien se a chocado conmigo! —respondí.
El chico me miro y suspiro siguiendo su camino.
Si las miradas matarán, yo ya estaria mas que muerto...
Los dos días libres pasaron rápido, en ningún momento salí del departamento.
Ese día empezaba el instituto. Me duché, vestí y desayuné, sin más rodeos, salí de casa rumbo el instituto.
Al llegar, pude observar el gran edificio ante mi, la puerta de entrada era de cristal, el edificio era de un gris claro, la cantina, con unas cuantas mesas fuera, y el patio cubierto de un verde césped impecable.
Estaba sumergido en mis pensamiento cuando alguien me empuja haciendo que de un paso adelante.
—Oye, ten cuidado—me gire.
Era el chico del otro día.
—¡Estas siempre en medio renacuajo!—dijo y siguió con su camino.
—Imbecil...—susurré.
Entre al edificio y era enorme. Escaleras a un lado,taquillas al otro, muchas puertas y algunos carteles pegados a las paredes.
—Hola, ¿eres Thomas, verdad?–pregunto un hombre que aparentaba los treinta y pocos años, será el director.
—Si, soy yo.
—Tu tío nos habló de ti. Ven te llevaré al despacho del director. —empezó a caminar y yo iba tras el.
—Pensé que tu eras el director.
—No, yo soy Jackson, el jefe de estudios.
Llegamos al despacho del director, me senté en ese típico sillón que tienen los directores frente a su mesa.
—Hola Thomas, soy Mark, el director de este instituto.—respire hondo y escuche todo lo que me dijo, me dio mi horario y me dijo cual era mi aula.
—Bueno, eso es todo, bienvenido al instituto, Thomas.
