Capítulo quinto

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Claire

El cielo está gris, y no para de llover. Hay mucha gente caminando con sus paragüas, cada uno va a lo suyo. Incluida una joven que está con una chaqueta negra que es impermeable y le permite resguardarse del frío, va despacio, muy despacio. Tiene un paraguas en la mano que utiliza como bastón. Aunque parezca mentira, está yendo lo más rápido posible. Debajo lleva un conjunto con una camisa blanca y un pantalón negro, muy elegante. Se va acercando a su destino. Es un edificio grande, gris. Es realmente horrible. Tiene enredaderas por todas partes y tiene las ventanas rotas. Tiene unas rejas al rededor negras, que están cubiertas de malezas. Está abandonado.  Pero a ella esto no le importa. No parece tener llaves. Pero entonces, clava su paraguas en una parte del suelo que tiene una leve profundidad que es imperceptible si uno no lo busca bien. Lo gira a la derecha. Ahora a la izquierda, a la derecha y luego aprieta hacia abajo. Las rejas del edificio se abren. Suspira aliviada, tras mirar a los lados, da unos pasos y deja que las rejas se cierren solas. Y se derrumba en el suelo. Inmediatamente, un hombre con un delantal blanco sale corriendo del edificio. Es castaño, tiene canas al rededor de las orejas y tiene una mirada de entre preocupación e histeria. El hombre tiene arrugas al rededor de los ojos, probablemente de tanto sonreír, y en la frente también tiene unas cuantas.

¡Oh Dios mío!  -grita el hombre. Ahora este edificio era realmente hermoso. ¿Cómo había cambiado tanto? - ¡Ayudadme! ¡Traed una camilla! -comienza a tocar a la joven que no parecía que tuviera ningún daño. Pero en cuanto abrió su chaqueta, descubrió todo lo contrario. Su camisa estaba llena de sangre. De su sangre. Estaba rasgada con, probablemente un cuchillo, y eran cortes tan profundos que tendrían unos cuantos centrímetos de profundidad en la piel. Dos hombres jóvenes e igual vestidos que el primer hombre, llegan con la camilla, la ponen enseguida en esta y la llevan dentro. Vale, esta chica no sobrevivirá si no desinfectamos eso ya mismo. Ahora le quitaremos la chaqueta y lo que tiene puesto.

Está bien Doc. Afirmaron los dos hombres a la vez. Una vez dentro la llevaron a la única habitación habilitada para que se atendiera a la joven y el Doc comenzó a ponerse guantes. De mientras los jóvenes prácticamente le arrancaron la ropa de un tirón y quedó semidesnuda. El Doc se acercó, puso un spray encima de toda la zona y comenzó a trabajar. Después puso un polvo blanco en las heridas, pidió a sus ayudantes que unieran los lados de las heridas, y mientras ellos juntaban los lados de la piel, el Doc puso un gel encima de ésta. La piel se unió y no quedó marca alguna, fue como ver cómo reparaban un jarrón. Repitió lo mismo con cada herida, y después pasó un algodón con agua por encima de todo su torso. Y vio una herida de bala que no había visto antes, justo debajo del sujetador. Esto asustó a los ayudantes y al Doc. Se lo quitaron, y con unas pinzas intentó quitar la bala de la base de su pecho, y la joven que ahora estaba consciente comenzó a gemir de dolor. El Doc hizo lo que pudo por no hacerle daño, pero no alcanzaba a la bala. Puso el spray otra vez y ella enseguida dejó de sentir el dolor, pero sin duda le dolía todo el cuerpo. El Doc al ver que no podía alcanzar la bala, tomó un bisturí e hizo una raja en esa zona. Los ayudantes miraron asombrados al Doc, pero ahora éste no tardó nada en hacer lo mismo que con las demás heridas solo que esta vez con cuidado de que ningún órgano estuviera dañado. Sonrió, terminó de limpiar el cuerpo de la chica y vio que no tuviera ninguna herida más. Los ayudantes suspiraron de alivio. Al cabo de unos segundos, se fueron.

El Doc sonrió de satisfacción y se quitó los guantes, se lavó las manos y replicó - No sé en qué estarías pensando Claire, pero casi mueres.

Sabía que estarías aquí para salvarme.  Se defendió en un susurro que apenas lo pudo oir su interlocutor. Cerró los ojos y se durmió.

Alpha (En espera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora