Conociendo al amor

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Todo empezó con su sonrisa, esa sonrisa que a todas mataba y él era conciente de eso, lo utilizaba todo el tiempo, yo lo sabía, sabía que él no era alguien con quien pudieras tener una relación pensando que te quería a ti y solo a ti, lo sabía, aún así me empezó a gustar, cada día me gustaba más.

Él es un idiota, uno de los más grandes idiotas que puede haber en este mundo, pero también es muy inteligente, demasiado, solo que no dejaba que se notara, en realidad lo negaba y, simplemente se hace el idiota; pero todos sabemos que las personas más felices son las más idiotas.

Él no era feliz, tal vez por eso jugaba con las chicas a su al rededor, para no sentir que le faltaba algo, al contrario él creía que lo tenía todo. Pero le faltaba algo, amor, no el simple amor que vemos hoy en día, de esos que si te contesta rápido los mensajes, te quiere y si no lo hace, te odia.

Todos conocemos ese tipo de amor ¿Cierto? En algún momento de nuestras vidas lo hemos visto o incluso, vivido.

Él también lo conocia, en serio lo conocia, no sé si era por experiencia propia o por conocer tanto a las chicas, nunca lo mencionó, al parecer no le gustaba hablar de su pasado, pero yo no queria molestar tampoco, al fin y al cabo su pasado no me interesaba, me interesaba lo que me hacía en ese momento y lo que me haría después. Adivinen que me haría, sí, romperme en mil y un pedazos.

Siempre fui una chica enamorada del amor y siempre tuve esa creencia de que podías cambiar a alguien, de que podías conseguir a una persona que te amara tanto que haría que tu la amaras, bienvenidos a esta historia, un tanto dolorosa, un poco melancólica pero al mismo tiempo tiene cosas que te hace ver tod de una forma diferente.

Seguiré contandoles de él, era alguien genial (no porque me gustara) (o tal vez sí, pero igual era genial) tenía un mundo dentro de su cabeza, tal vez no era un buen mundo, estaba destrozado, estaba hecho ruinas pero, igual tenía algo bueno, lo que aquel mundo tenía parecía magia, no sé si era eso, pero podía cautivarte solo sonriendo, eso había hecho conmigo, lo había hecho de una manera tan simple que, no te daba tiempo de pensarlo, solo llegaba el día en que, estando con él, te dabas cuenta que lo querías más de lo que debías, y allí, cariño, estabas perdida, no había vuelta atrás, no tenías salida y no podías decir que salías por el mismo lugar donde entraste, no, ni siquiera sabías como habías entrado, en serio parecía magia, pero también era la perdición total.

Fue algo difícil de digerir cuando me enteré que me empezaba a gustar, que lo empezaba a querer. Siempre pensaba que él nunca me iba a querer, no de la misma manera en que yo a él, aún así pensé: "¿por qué no?" . Tenía la respuesta a eso: "porque te va a hacer mucho daño" , pero incluso sabiéndolo lo hice, me arriesgué a quererlo, sabiendo que sería una decisión de vida o muerte; si me quería igual podría sentirme en la cima del mundo pero si era lo contrario estaría en el infierno. Igual lo hice, no me importó, él estaba ahí y eso me alegraba.

Todas las noches antes de dormir (como buena romántica que soy) pensaba en como sería si él se enamorara de mí, era estúpido siquiera pensar cosas de ese tipo, pero yo lo hacía, no había nada que perder igual, lo había perdido todo con él, queriendolo, así que otra vez pensaba: "¿Por qué no?" . Y con eso, sobreviví todo el tiempo, pensando que las cosas podrían salir mejor de lo que yo esperaba.

Pensaba también en aquellas noches, que no dejaría que él se enterara de lo que sentía, ni un poco, luchando contra (como era común en él) los "te amo", "te extraño", "amor", "mi vida" o incluso mas doloroso para alguien como yo, ese "dame un beso".

Esa frase jamás había sido tan dolorosa hasta que él la dijo, y debo decir que me daban ganas de hacerlo, me mataban las ganas de hacerlo, pero yo no era capaz de hacerlo, a pesar del hecho que lo dijera tanto fuera una tentación, una provocación que lo que quería era decirle "¿Sabes? Lo haré, porque me has provocado tanto, todo este tiempo que ya no aguanto un día más" pero, no soy tan valiente, así que si él lo decía, solo reía irónicamente y le daba un beso, cerca de la boca.

Tal vez, si lo hubiera hecho en ese momento las cosas no serían como ahora, tal vez todo hubiera cambiado. Quién sabe, todo podría haber sido diferente.

¿Cómo no enamorarse?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora