Capítulo 3: ¿Cómo puede haber una fiesta en mi honor?

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EVE

- Hola tía, ¿qué tal estas? Muchas gracias por acogerme. - dije una vez que me soltó.

Tuve que poner una mueca en forma de sonrisa y forzar esta postura hasta que ella se giró y me dio la espalda para presentarme a una chica que había justo detrás de ella.

"¡Oh, mierda! No me acordaba que tenía una prima. - pensé para mis adentros"

Esto lo hacía todo mucho peor. Ella era un año mayor que yo, como casi todo el mundo que estaba a mí alrededor, y estaba segura que sus intenciones eran no despegarse de mí.

- Espero que te acuerdes de tu prima, Eve. Aunque erais muy pequeñas la última vez que os visteis. - dijo mi tía Margaret mientras se colocaba en medio de las dos.

- Claro que me acuerdo, aunque has cambiado mucho Sussan. - dije mientras le daba un tímido abrazo.

La última vez que vi a mi prima era pequeña, de unos siete años, regordeta y con todo el pelo negro lleno de tirabuzones. Ahora era muy diferente, se había quedado algo más bajita que yo, pero su cuerpo era atlético, su cabello le llegaba hasta los hombros y lo tenía de un liso perfecto, tan perfecto que estaba claro que era artificial, debía de pasar horas alisándoselo. Y era rubia, de un rubio tan falso que hacía daño a los ojos.

Su mirada de ojos marrones me chequeaban de arriba abajo con algo de censura, algo que estaba viendo en mí no le estaba gustando.

- Tú también has cambiado mucho.

- Te he preparado la habitación de Charlie. - Charlie era mi otro primo, pero él era tres años mayor que Sussan y cuatro años mayor que yo.

- No quiero molestar y mucho menos quitarle la habitación.

- Charlie no está y no se sabe cuando vendrá, así que te quedas con su cuarto. - dijo Sussan con una falsa sonrisa en la cara.

Fueron todo el camino hasta su casa hablándome de Charlie. Al parecer, mi primo era un especie de mochilero. Había cogido unas cuantas cosas y se había ido a recorrerse el mundo. Por lo visto, ya había estado en Francia, Alemania, Rusia, China, Japón, Australia y de ahí, había cruzado hasta Estados Unidos y ahora estaba en Latino América, no saben muy bien donde.

Su plan era llegar a un país y trabajar hasta conseguir el dinero necesario para irse a otro. Ya llevaba haciendo eso dos años y medio y en ese tiempo, su familia no le ha visto el pelo, pero si llamaba por teléfono y le había informado de mi visita.

Castlesite era un pueblo típico pesquero. Los barcos se veían a lo lejos, desplegando sus velas y empezando su jornada laboral. Todas las casas estaban pintadas de blanco, algunas necesitaban una mano de pintura urgente pero eso daba algo de contraste al pueblo. A lo lejos se veían las grandes mansiones que estaban asentadas en primera línea de playa. Todas sus casas eran diferentes entre sí y todas oscuras, destacando entre las casas blancas que predominaban en el pueblo entero.

Llegamos a una de las casas blancas más cercanas al mar y aparcamos el coche de tía Margaret.

- Bienvenida a tu casa. - me dijo esta con una gran sonrisa.

Salí del coche para intentar que no viera la cara de asco que estaba poniendo tras sus palabras y poder cambiarla antes de que ella saliera. Que para cuando lo hizo, me había obligado a poner una cara de sorpresa.

- Me encanta la casa. - dije admirándola bien.

Y era la verdad, la casa era un encanto. Necesitaba una mano de pintura pero no era urgente, quizás en uno o dos años. No era muy grande y apenas tenía dos plantas.

Saga Elementos III: AguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora