Capítulo 2

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Un joven salía de su hogar al alba, sólo para subirse a su bote y permanecer en el mar todo lo que la luz del sol lo permitiera, la verdad es que jamás había sido de esos madrugadores y casi ni le gustaba pescar solo lo justo y lo necesario, aquel día había salido por el mero capricho de sus amigos, quienes le habían dicho que no era capaz de pescar algo que valiera la pena y lo que más odiaba era que lo pusieran a prueba, así que sin más partió a la mar esperando atrapar un pez espada, pero lo que llevó fue mucho más que eso asombrando a sus amigos con dos tiburones blancos, siendo elogiado por todos los presentes después de todo había ido solo.

Pero ¿Qué era lo que ahora lo llevaba a tener una obsesión con el mar? Esa era una respuesta sencilla se trataba nada más que ese ser que se atrevió a subir a su bote y dejarlo anonadado. No les contó a sus amigos acerca de ese asunto, porque sabía que no le creerían pero si estaba dispuesto a capturarlo y mostrárselos para dejarlos sin palabras.

Pero una semana había pasado y hasta ahora ningún resultado, estaba frustrado y molesto consigo mismo, por no haber hecho algo en ese instante.


— ¡Maldición! — Exclamó molesto sabiendo que ese día tampoco daría frutos.


~*~


Por otro lado el joven tritón ahora se encontraba recorriendo el vasto océano que se extendía frente a él con precaución, decir que no tenía miedo sería una mentira, además ¿Que haría cuando estuviera frente a ese humano? De hecho ni quiera estaba seguro de que pudiera encontrarlo, ahora que lo pensaba ellos vivían en la tierra ¿Cómo podría llegar a él?

Estaba pensando en las posibilidades cuando un grupo de tortugas pasaron nadando junto a él, un par de ellas pequeñas y curiosas se acercaron al joven para jugar.

No manejaban el mismo idioma pero siempre había sido muy fácil para él lograr comunicarse con todos, pidiendo permiso a la que parecía ser la guía comenzó a seguirlas sabiendo que se dirigían a tierra a poner sus huevos.

Iban de los más entretenido cuando un ruido lo alertó, deteniendo su nado miró hacia el lugar en donde a estas horas una barca encendía sus motores llevando a su tripulante de vuelta a su hogar, fuera del agua se escuchaban gritos molestos lo cual lo hizo sonreír entretenido, lo más seguro es que la humano no había atrapado nada y eso lo agradeció.

Aquella noche decidió dormir junto a las tortugas quienes amablemente lo invitaron a estar junto a ellas, pero casi no descanso, el pensamiento que rondó toda la noche en su mente es si estaba bien en lo que estaba haciendo.

Una nueva mañana llegó a su vida, el sueño había llegado en la madrugada por lo cual maldijo internamente a uno de esos tontos botes humanos que habían invadido su dulce sueño.

Una de las tortugas pequeñas se acercó a él paseando su aleta por el rostro del joven de forma cariñosa para después apuntar donde el bote se encontraba.


—No podemos ¿Qué pasa si nos atrapa? — Vio como la tortuga negó para después nadar junto a otras dos hacia el bote, llevó las manos a sus ojos restregando para eliminar la pereza, solo para después dirigirse donde las tortugas.


Vio cómo un grupo de delfines, peces, cangrejos y las tortugas estaban entretenidas observando un delgado hilo que descendía desde el bote sobre ellos un anzuelo descansaba en la punta de este, los conocía pues Yagi le había hablado de algunas herramientas que los humanos utilizaban en el mar, asustado se acercó a todos intentando apartarlos pero los delfines le indicaron que no se preocupara, tranquilizándolo e indicando que observará lo que hacían.

Bajo las profundidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora