Capítulo 1. El blanco

1.4K 121 29
                                    

Plaza Mayor, Salamanca

12:14pm

En medio de un cuadrilátero, en donde, personas de todos países se asombraban por lo hermosamente armónico que era el lugar, se avecinaba una mujer exquisita ante los ojos de cualquier hombre. Caminaba segura de sí misma y con un movimiento espectacular que hacía que todas las miradas se dirigieran hacia ella. Su hermosa cabellera roja le llegaba hasta la mitad de la espalda y cuando el sol la iluminaba, ésta brillaba con mayor intensidad. Se encontraba en medio de una plaza de una ciudad española, construida al estilo barroco. A pesar de que tan hermoso diseño la rodeaba, ella solo tenía ojos para el hombre alto y musculoso que la esperaba en medio de la plaza. 

El misterioso hombre vio a la mujer acercarse y esbozó una pequeña sonrisa. Habían acordado que, si todo saldría como esperado, se encontrarían al medio día en ese lugar. Ambos escogieron este espacio para su encuentro, pues era de los lugares más concurridos a diario. La mujer le devolvió la sonrisa y acortó la distancia entre ellos. Con sumo cuidado, acercó sus manos sobre las de él y movió sus labios hacia la oreja derecha del hombre.

—Ya está hecho —susurró—. Otro menos.

—Excelente —le respondió el hombre—. Démosle las buenas noticias al jefe.

Anduvieron juntos entre el gentío agarrados de las manos y pasaron por los alrededores de algunos bares, cafeterías y terrazas, hasta entrar con cuidado a la panadería y café más antiguo de la ciudad. Su entrada fue natural y a pesar de que algunas personas que se encontraban dentro le miraron con curiosidad, pasaron por al lado de ellos como si fueran los dueños del área. Se dirigieron hasta el final del local y sigilosamente abrieron una puerta que tenía un letrero que avisaba «¡Alto! Solo personal autorizado». Al otro lado se encontraban unas escaleras larguísimas en mármol que llevaban al sótano. Bajaron con rapidez los escalones y al final se toparon con otra puerta inmensa en la que tuvieron que pasar por unas pruebas de seguridad tomándose sus huellas dactilares y colocando la clave correcta.

Una vez dentro, se hallaron con una habitación enorme y con una luz muy opaca. El cuarto estaba decorado de colores rojo y negro. Todo parecía bastante oscuro, con excepción del centro de éste donde se encontraba una joven de unos quince años, quien tenía el pelo plateado por el hombro y los miraba intensamente.

—Niña, búscanos al jefe por favor —dijo la mujer con autoridad al verla.

—Está ocupado —respondió tajante—. Me ha enviado a mí a recibirlos.

La adolescente dio unos pasos certeros hacia los recién llegados. La pareja se miró con seriedad y dudaron de lo que la joven les decía. Sabían que el jefe siempre se mostraba misterioso, pero habían recibido unas instrucciones claras y las habían cumplido. Ambos esperaban que, por los resultados haber sido excelentes, era justo que pudieran hablar con él en persona.

—Avísale que le tenemos muy buenas noticias —dijo el hombre sin moverse—. Nos gustaría hablar con él.

—Ya el jefe sabe de lo ocurrido —le advirtió la joven acercándose más—. Ahora les tiene otro trabajo de mayor importancia.

«¡Maldita sea!», pensó el hombre, mientras la joven sacaba de su bolso una esfera de cristal y les daba instrucciones para que se acercaran. Éstos no tuvieron más remedio que seguir sus órdenes. Miraron hacia la bola y vieron que una especie de humo se encontraba dentro de ella. Cuando los tres observaron su interior con intensidad, el humo se disolvió y una chica de unos diecisiete años apareció en ella.

—Su próximo trabajo; se llama Ayla Mai —dijo la joven—. El jefe cree que puede ser peligrosa.

El hombre rió. «¿Peligrosa? ¿Qué tenía de peligrosa una joven inválida?», pensó. Los tres se acercaron más a la esfera de cristal y pudieron ver y escuchar con exactitud lo que estaba sucediendo en esos momentos en la vida de la joven, muy lejos de donde ellos se encontraban en esos instantes.

Observaron que la chica se hallaba en lo que parecía era la universidad a la que frecuentaba. Intentaba acceder al ascensor, sin embargo, aparentaba que el mismo estaba averiado. Ayla, quien andaba en su silla motorizada, parecía ansiosa y miraba el elevador con preocupación. Una estudiante pálida de pelo largo castaño se le acercó y comenzó a entablar conversación con ella.

—Buen día. ¿No me digas que este ascensor se dañó otra vez?

—Pues sí —respondió Ayla con cara de desconcertada.

—Increíble. La accesibilidad en esta universidad es un desastre. ¿Tienes clase ahora? —le preguntó.

—Examen.

—Uh-oh. Esto lo tenemos que resolver ya. Quizás podemos hablar para ver si nos dejan utilizar el ascensor de carga. Mientras tanto, ¿quieres que suba y le diga a tu profesor lo del elevador?

—Gracias, te lo agradeceré. Es el salón 202. Mi nombre es Ayla.

—Lisa, mucho gusto. Regreso pronto.

La pareja observó con cuidado a la joven en silla motorizada y se cuestionaron cómo una joven tan indefensa como esa pudiera ser un peligro para el jefe. Unos minutos después, su compañera Lisa ya estaba de vuelta. La misma había hablado con el profesor, y, además, tenía la llave para utilizar el ascensor de carga.

Mientras ambas esperaban el elevador, Lisa introdujo la llave para que éste abriera y cuando las puertas se desplazaron, las aguantó con amabilidad y dejó espacio para que la compañera pudiera entrar en su silla motorizada. Tomaron el ascensor juntas y Lisa la acompañó hasta el salón. Allí abrió la puerta y con una gran sonrisa, le deseó a Ayla las mejores vibras.

La imagen se disipó y el humo volvió a aparecer en la bola de cristal. La joven del pelo plateado guardó la esfera en su bolso. Acto seguido, aprovechó y sacó un pergamino que le entregó a la pareja. Éstos lo desenvolvieron y encontraron en él la información de su nuevo trabajo.

Misión #21

Blanco: Ayla Mai

Edad: 17 años

Condición: Síndrome de Morquio*

Habilidad extraordinaria: se desconoce aún

Misión: eliminar el blanco

La pareja leyó varias veces el documento y se hicieron la misma pregunta sin emitir palabra alguna por sus bocas. ¿Por qué asesinar a una joven que ni se conocía cuál era su habilidad? ¿Por qué ellos?

—Basta de hacerse preguntas estúpidas —espetó la joven—. El jefe la quiere muerta y si ustedes cumplen con este trabajo, serán recompensados.

—Mejor dinos que el jefe nos torturará sino cumplimos con el trabajo —opinó la mujer.

—El jefe no perdona —afirmó la joven.

Volvieron a enrollar el pergamino con cuidado para que éste no se rompiera y el hombre lo guardó en su bolsillo. Ya estaba hecho; tenían que obedecer. Sin decir palabra alguna, ambos bajaron la cabeza y se despidieron de la adolescente. Se dirigían a salir de la habitación cuando al hombre se le ocurrió hacer una última pregunta a la joven.

—¿Cuánto tiempo tenemos para cumplir con la nueva misión?

—Hasta que nos traigan su cadáver —respondió la joven.

Con la recién respuesta, la pareja abandonó el lugar en su totalidad, no sin antes el hombre sacar de nuevo el pergamino de su bolsillo y echarle un último vistazo. Sin pensarlo dos veces, sacó un encendedor de su otro bolsillo y lo prendió en fuego. 

✴✴✴

Nota 1: ¿Qué les pareció este comienzo? ^^ 

Nota 2: Cada vez que observen un asterisco ( * ) en una palabra, significa que ésta estará junto con su definición en un apartado aparte al final que llevará por nombre "Glosario de términos". 

Los Inclusivos y la mansión escondida | #1 © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora