2 - Hotel Vázquez

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Estaban de vuelta en el recinto y se comentó el reparto de temas a ensayar ese día para el primer concierto en el Palau Sant Jordi de Barcelona. 

Los ya esperados: La bikina para Ana Guerra, City of Stars para Amaia y Alfred, Let me entertain you para Ricky... Y entre los que se sabían, obviamente: Manos vacías, para Raoul y Agoney. Los dos se miraron en ese momento, pero aquello les incomodó y decidieron que el suelo era más interesante.


Pasados todos los números conforme la gente tenía que irse a casa o a coger el tren, subieron al escenario Nerea con su Quédate conmigo y Aitana con Issues. Los últimos, por elección, eran los dos amigos. La actuación fue tan sosa que parecía mentira que algún día hubiese existido la menor conexión entre ellos.

Ya de camino al coche, los chicos recordaron que se estaban quedando en casa del de Montgat aquellos días y que tenían que estar juntos más tiempo del que en realidad les apetecía.

Por suerte, en aquella enorme casa podrían evitarse casi por completo. La cena se haría larga pero soportable y después cada uno a su habitación. Al menos tendrían a Nerea para amenizar la situación.
Lo que no esperaban era que esta decidiese, en último momento, llamar a sus padres para que fuesen a recogerla porque no se encontraba bien y prefería dormir en casa. Eso dijo.

Ambos sabían que mentía, pero ante la insistencia de Agoney por irse de allí con ella, la rubia rechazó la idea con un rotundo NO.


La cena parecía no llegar nunca, y cuando llegó, los padres de Raoul no cesaron con sus preguntas sobre cómo estaba su invitado y qué tal estaba llevando cosas, como el clima o la contaminación en comparativa a su isla... Aquello era surrealista, pero soportable; estaban siendo mucho más amables de lo que había sido su hijo en todo el día.


Fue en cierto momento cuando la madre del catalán comentó su deseo de tenerlo por yerno porque le parecía que hacían muy buena pareja, cuando, con una risa nerviosa, el canario contestó:


- Ojalá, pero su hijo es demasiado picaflor. Tendremos que esperar a que se haga mayor.


Sabía que aquello molestaría a su amigo y la reacción no tardó en hacerse notar.

El joven se levantó de la mesa quitando su plato mientras sus padres, entre risas, le decían que eran todo bromas, que no se lo tomase tan mal.

Pero él se limitó a poner sus cosas en el lavavajillas e informar a todos que se iba a su habitación a ducharse porque estaba cansado y se quería acostar.

Un beso a su madre y un buenas noches general.


Acto seguido, sin su hijo ya cerca, la mujer pidió perdón a su huésped por los modales de Raoul, quien por lo visto, no había tenido un buen día.


"Me lo dirá a mi señora", pensó el canario.

Ni un paso atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora