Capítulo 1

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Estoy arreglándome para ir a la escuela y como cada mañana pongo un poquito de música relajante para motivarme.

—¡Déjame sobrepasar tus zonas de peligro!– canto a todo pulmón.

—¡Mía Ly Ríos Villa, cállate la boca!– grita mi madre desde la parte de abajo.

—¡Ni modo que me calle la rodilla, Cintia!– reí en voz baja, toma esa mamasita.

—¡Aquí! ¡Ahora!– vuelve a gritar.

Sí, somos la familia más gritona que podrás conocer. Me coloco una zapatilla negra en mi pie izquierdo y ya estoy lista. Me miro al espejo para ver como quedé. Voy sencilla, pantalón corto, zapatillas y camisa floreada.

—Vaya mami, ¿todo eso es tuyo? Mujerón– me giño un ojo y me lanzó un beso.

Salgo de mi habitación, bajo las escaleras y encuentro a mi bella madre ya arreglada preparando el desayuno. Lleva una falda tubo negra, una camisa blanca, chaqueta roja y tacones rojos. Ella trabaja de reportera en una revista.

—Wow, ¿quién eres tú y dónde está mi madre?– le digo fingiendo miedo.

—Mía basta. Siéntate a desayunar– dice girando a verme y rodando los ojos.

—Como diga mi capitana– hago una señal militar y me dispongo a desayunar lo que mi madre preparó. Huevos con tocino.

—Mía, tienes que dejar de cantar tan alto. Los vecinos ya se están quejando–dice sentándose con su típica mirada seria.

—Claro, yo no puedo cantar pero ellos si me pueden despertar un domingo a las siete de la mañana con su máquina de cortar grama, que bonito– digo levantando las manos y rodando los ojos.

—Ya estás advertida, Mía– dice señalandome con su dedo.

—Ajá, claro. Ya no cantaré más– si cree que hablo en serio, ésta no es mi madre.

—Créelo y luego me avisas, señorita– se levantó, dió la espalda y subió a su habitación.

Vale, esa sí era mi mamita. Terminé de comer, lavé los utensilios, mamá bajó y nos fuimos. Cuando me dejó en la escuela fui camino al comedor. Aún tengo mucha hambre, esto no es normal. Al llegar al comedor recojo mi comida, tostadas. Me dirijo a la mesa de siempre y ahí estaba mi mejor amiga, Julissa alias Issa. Muy original, lo sé.

—Adicta– le digo una vez me siento. Ella está metida en su celular, como siempre.

—Hola para ti también, Ly– ríe y guarda el aparato ese. No soy muy fan de los celulares.

—Pues si, como te iba diciendo. ¿Cuándo irás a rehabilitación? Lo tuyo ya es adicción– ella alza una ceja.

—Uso el celular el tiempo que lo utiliza cualquier adolecente normal.

—¿Ahora me llamas anormal?– digo con tono de ofendida.

—No lo dije yo, lo dijiste tú– me mira con esa risa irónica. Me las pagará.

—Grosera. Mala amiga. Marcie Millar– la miré mal y llevé el último bocado de pan a mi boca.

—Marcie, ¿qué?– me mira confundida.

—¡Que deshonra!– grito para que todos me escuchen.

Las personas que estaban a mi alrededor voltearon a verme.

—¡No sabe quien es Marcie Millar!– dije mirando a mi publico..."mi publico", que bonito se escucha.

Todos abrieron sus ojos y la señalaron.

—¡Que deshonra!– dijeron a unísono.

Río interiormente. Dulce venganza. Mi amiga rodó los ojos y luego se levantó para irse. Ella no lee así que era una venganza segura. Tiré todo al zafacón y me fui tras ella.

—Eres una dramática– me dice cuando llego a su lado.

—Siempre Issa, tu sabes– le guiñé un ojo y nos fuimos juntas a nuestra primera clase. Ciencias Ambientales.

Cincuenta minutos más tarde nos encontramos camino a la próxima clase, Educación Física. La mega ultra mejor clase del mundo, nótese el sarcasmo. Llegamos a la cancha y allí me encontré con dos amigos más. Saritza y Diego.

Saritza, al igual que Issa son bajitas, mega blancas y de ojos azules, la diferencia es que Saritza es rubia y Issa castaña. A Saritza la conozco desde hace dos años, pero a Issa desde hace diez, sí toda una vida. Por otro lado, Diego es el típico chico malo y mujeriego. Claro por fuera porque en realidad es un amor. Es alto igual que yo, pelo negro, tez blanca, facciones bien marcadas y ojos color chocolate. A él lo conozco, al igual que a Saritza desde hace sólo dos años. Junto a Issa camino hasta donde ellos se encuentran.

—Hola, bellezas– les doy un beso en la mejilla a ambos.

—Ly, ¿que hay?– me dice Diego, mi sexy amigo.

Me giro hacia donde se encontraban mis compañeros de clase y comencé a hablar.

—Hay rubias, morenas, nalgonas, chumbas, altas, bajas, flacas y llenitas. Dime y te lo consigo por un módico precio– digo volteando nuevamente hacia él.

—Idiota– dice soltando una carcajada. Mis amigas se le unen.

—Uno tratando de ser amable y solamente gana insultos– dije cruzándome de brazos "ofendida".

—Ay no te enojes, ternurita– me abraza y no puedo aguantar la risa.

—Uy pero que cursi– digo empujándolo lejos de mi.

Los cuatro tomamos nuestros bultos y nos dirijimos hasta donde estaba la maestra. Ella comienza a pasar lista.

—Méndez– ese es Diego. El levanta su mano y así sucesivamente llaman a Issa y a Saritza.

—Ríos– levanto la mano.

—Mares, océanos, lagunas, arroyos. Que le digo, hay tantos cuerpos de agua– dije queriendo hacer enfadar a la maestra para que me sacara de aquí, pero ya no funciona.

—Buen intento, Ríos– dijo y siguió en lo de ella. Mis compañeros rieron y yo gruñí.

Tengo que buscar otra táctica, esta clase es el infierno mismo. Luego de pasar esos horrendos y largos cincuenta minutos me dirijí hasta las próximas tres clases. Ahora, estoy saliendo de la última para dirigirme hacia el comedor, pero antes paré en el baño para ver mi aspecto pero cuando voy saliendo me choco con alguien.

Locura Natural©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora