Esa tarde estaba en un Banco, en el cual no tuve ningún problema para robar la cantidad necesaria que necesitaba y un poco más. Pero… mientras estoy saliendo del lugar, logré escuchar, como un idiota detonaba la alarma de emergencia.
Solo cargaba un bolso negro, que tomaba con mi mano derecha, mientras que con la otra, apretaba fuertemente mi arma. Así que solo me di una pequeña vuelta, y el hombre el cual estaba en el piso, sudoroso y con sus pupilas dilatadas por el pánico, suplicaba por su vida.
—¡No, no por favor! ¡No me mate! — gritó el hombre, vestido de traje y con cara de bobo.
—Debiste de haber pensado bien las cosas —Escupí con furia y le disparé, reventándole su estúpida cabeza.
Salí del lugar con el dinero, me coloque el bolso en la espalda de forma cruzada y subí a mi motocicleta: Una Ducati 916 roja — Mi preciosa joya italiana—, me coloque el casco y me largué de ese lugar. Pise el acelerador con tanto poder, que se podría decir que soy como Baby, el aprendiz del crimen —Aunque con la motocicleta no tengo miedo de chocar, ya que siempre he sentido que soy inmortal en las calles—, aprendí desde muy joven a manejar y sabia cómo tratarla.
La policía estaba cerca y baje la velocidad solo un poco —y me metí por otra calle para perderlos sin que se dieran cuenta—, pasando cada semáforo mucho antes de colocarse en rojo. Mi destino: El desierto de la candelaria.
Busque una cueva —mi cueva—, y dejé la moto en su interior y la cubrí con un manto de hojas para que pensaran que era un arbusto.
Caminé derecho, y bajé hasta el fondo de la cueva, con ayuda de un ascensor de mineros que construí. Llegando al fondo, estoy en mi hogar —mi dulce hogar—, en donde todo estaba dividido a la mitad: Mitad tecnológica y la otra mitad con todas mis armas.
Armas que posiblemente, hasta tenga el ejército chino. Pero aquí en Colombia, sería yo la única en tenerla.
Camine al gran armario de herramientas, del cual saco un micrófono.
—Victoria Black —Hablo por el micrófono y lo guardo nuevamente dentro de la caja de herramientas. A los segundos después, poco a poco se iba abriendo, dejando ver mi cuarto.
Tiré el bolso sobre mi cama y me observé en el espejo grande, el cual lo tengo, al lado de la puerta de entrada.
Sus bordes son de madera de saúco, una madera finamente cara —pero hermosa—. Al quitarme el casco me quedé viendo fijamente por un rato. Mientras lo hacía, me saque la peluca y la tire al suelo, dejando ver mi cabello largo, color marrón claro —El cual llegaba hasta mi cintura.
Termine por sacarme la chaqueta y el pantalón de cuero, dejandolos caer en el suelo de madera. Camine a la regadera y deje que el agua corriera por mi cuerpo, dejando mojar mi blusón blanco: Me la fui quitando, al igual que mi ropa interior, y deje que el vapor del agua me relajara —Con un gran pensamiento de placer pensaba en el día de hoy—. Mientras que el agua caía en mi espalda, mis antebrazos los apoyé en la pared del baño y mi cabeza la coloqué hacía abajo, observando el piso.
Salí; me vestí con un short grisáceo, y una camisa blanca —Aparte, una camisa extra de cuadros y botas negras—, mi cabello suelto y goteante. Ya iba abrir la puerta de entrada, cuando me detuve y busque mi arma detrás del televisor —Colocando detrás de mi pantalón por si es necesario.
De mi lado estaba una puerta —la cual tenia seguro—, así que le quite la traba, con la llave que colgaba al lado de la puerta de la habitación; salgo a mi guarida y bajo unas escaleras —que se encontraban en la esquina, de la parte inferior de las armas—, para luego llegar a un pequeño estacionamiento subterráneo.
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Enamorada del Bien y del Mal
Ficción GeneralCualquiera diría que me enamore de un chico nerd lindo y de un rebelde, pero enrrealidad ...me enamore de alguien peor y alguien mucho peor está enamorado de mi . Jamás estés en la calle a las 12:00am si no quieres que tu vida cambie, eso me lo die...