Dulces sueños

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Estiro mi mano para abrazar a Lulú pero la bola de pelos que siempre me acompaña no se encuentra al lado mío, tallo mis ojos para poder abrirlos y enciendo la lámpara a mi lado para buscar a mi mascota pero no logro verla por ningún lado. Quito las sabanas y me levanto rápidamente para prender las luces de toda la habitación, reviso en el baño y debajo de la cama pero Lulú no está dentro. Me asomo por la ventana y sobre la acera se encuentra la torpe de mi perra persiguiendo su cola, me palmeo la frente al recordar que olvidé llamarla para que entrara a casa durante la tarde, mi reloj de pared indica que son las dos de la mañana en punto por lo tanto no puedo dejar que pase el resto de la noche ahí afuera, salgo descalza con mi pijama que consiste en un short bastante corto y una blusa de tirantes, con el frío de Denver por las noches seguro me voy a congelar pero será cuestión de segundos para meter a Lulú.

Salgo del cuarto pisando con mucho cuidado evitando despertar a mi madre, en su cuarto se escucha el sonido de la televisión pero estoy segura de que ha olvidado apagarla y se ha quedado dormida. Bajo las escaleras sujetándome de la baranda, finalmente cruzo la sala hasta llegar a la puerta. Al abrirla una ráfaga de aire me congela poniéndome los pelos de punta, hace mucho frío sin embargo esta noche parece estar un poco controlada en comparación a otras. Camino de puntas intentando que mis pies no se congelen aún más, cuando veo a Lulú persiguiendo su cola la tomo en brazos para darle la vuelta, se da cuenta de que la puerta está abierta y entra corriendo a la casa, niego con la cabeza y un bostezo sale de mis labios.

Quiero caminar pero alguien me sostiene del antebrazo mientras presiona causando algo de dolor, me giro asustada y un par de tipos bastantes ebrios me miran sonriendo de lado. Pestañeo varias veces e intento soltarme de su amarre pero comparando mi fuerza de hormiga contra la de dos ebrios del tamaño de un elefante es absurdo creer que podría hacer algo contra ellos.

-¿A donde vas muñeca?- Sonríe uno de los ebrios mientras me recorre con la mirada.

Sé que he visto a ambos pero no puedo recordar de dónde, aún así comienzo a ahogarme y la respiración se me corta, quiero gritar pero lo único que hago es seguir tirando de mi brazo sin obtener resultados. El otro tipo se acerca a mi y coloca su mano en mi cintura atrayéndome a él mientras yo golpeo con mi puño libre. Acerca su rostro al mío y yo comienzo a gritar desesperadamente buscando una forma de soltarme pero por más intentos que hago todo es en vano para alejarme de ellos. Mi madre debe estar lo suficientemente cansada para no escuchar mis gritos hasta la segunda planta, los tipos cada vez se acercan más y uno me acaricia el cuello con una sonrisa asquerosa mientras puedo sentir el olor a alcohol del otro, la situación es tan repulsiva que las lágrimas se acumulan en mis ojos.

-Que linda pijama.- Arrastra las palabras.

Una fuerte luz me ciega por un momento, me gustaría decir que era mi ángel guardián o algo parecido pero la vida no es tan bella para eso. Una motocicleta se detiene al lado de la acera mientras un hombre a quien no logro ver exactamente se acerca a paso veloz hasta nosotros, no tarda ni dos segundos en alejar a uno de los ebrios y pegarle un buen golpe en la nariz causando que se vaya hacia atrás. Me quedo perpleja sin saber exactamente qué hacer, en cuanto me doy cuenta de que estoy libre empujó al otro tipo con todas las fuerzas que se me es posible pero este solo se tambalea un par de pasos hasta que el mismo chico lo toma del brazo y lo voltea mientras hace presión en su cuello. Lo patea para que caiga junto a su amigo, ambos se levantan tambaleándose y corren cruzando la calle.

-Gr.. gracias.- Digo subiendo uno de los tirantes que se ha resbalado por mi hombro.

Se da la vuelta hasta quedar de frente a frente, el faro de luz que se encuentra tras nosotros por fin me permite ver quién se dignó a ayudarme y aunque mi visión es demasiado borrosa en este momento puedo distinguir esos rasgos a la perfección. El corazón me da un vuelco cuando veo la cara de mi salvado... Matteo Garcia, es inevitable no verlo en la universidad pues el chico irradia confianza y seguridad, tiene soberbia en todo su ser y tiene razón, su cabello tan negro como la noche combina con su tez bronceada y sus ojos marrones con un toque de verde. No voy a negar que al igual que todas opino que es muy atractivo pues ni si quiera yo podría negarlo, pero antes de esta noche él jamás se había percatado de mi existencia.

Sus ojos me registran completamente pero da un paso hacia en frente tratando de mantener el equilibrio tal y como los tipos de hace un momento, puedo respirar su aroma a cerveza. Recuerdo vagamente algún comentario sobre una fiesta en una de las hermandades, sin duda alguna García no podía faltar pues siempre ha sido tomado como uno de los chicos más populares de la universidad. Espero que el reconocimiento pase por sus ojos pero como creí el chico nunca antes supo que yo vivía en el mismo planeta que él y no lo culpo, pues no tengo intención de socializar con alguien como él.

-Te conozco ¿Cuál es tu nombre?.- Pasa la mano por su barbilla.

Un escalofrío me recorre el cuerpo y debo abrazarme para entrar un poco en calor.- Lena... Lena Singlet.

Asiente seguidamente con la cabeza pero se va de lado, intento ayudarlo pasando uno de sus brazos por mi hombro, me siento de alguna manera agradecida por lo que ha hecho. Pone su mano en mi mejilla y una descarga me recorre el cuerpo entero haciéndome olvidar del frío de la cuidad, acerca su rostro al mío y a pesar del alcohol que hay en su organismo sus ojos tienen precisión exacta para atrapar mi mirada.

-Merezco un premio por salvarte ¿No crees?.- Susurra en mis labios y una sonrisa ladina aparece sobre los suyos.

Trago saliva ruidosamente sabiendo lo mal que está esto, pero ¿Quién se negaría a besar a un chico así? Ni si quiera yo, la más amargada de la tierra podría darse el privilegio de hacer algo tan inofensivo como un beso, en todo caso él se encuentra ebrio y fácilmente podría olvidar lo que pasará esta noche, solo un beso y ya.

Acorto la distancia entre nuestros rostros dejando rozar mis labios con los suyos, con la respiración sumamente agitada, después de un par de segundos García atrapa mi labio inferior entre los suyos para simplemente succionarlo lentamente, repite la acción un par de veces mientras yo me permito disfrutar del momento por un segundo olvidando que mis pies se están congelando por la fría acera o que todo el peso de él se encuentra recargado sobre mi.

Al separarse una sonrisa ladina se asoma de su comisura derecha, pestañeo varias veces intentando adaptar mi vista pero cuando siento su cuerpo alejarse del mío termino por pararme derecha viéndolo alejarse hasta su motocicleta, quita el freno que la detiene y se sube pasando la pierna por el asiento, sigue tambaleándose un poco.

-Dulces sueños...- Frunce el ceño un segundo y después muestra una sonrisa digna de un borracho.- Lena.

Acelera y se aleja en la oscuridad de las calles hasta desaparecer de mi campo de visión clara, mi respiración aún no logra controlarse pero para evitar otro percance prefiero correr hasta adentrarme en mi casa y cerrar la puerta detrás de mi. Me recargo en la puerta tocando mis inflamados labios aún tratando de procesar lo que ha pasado hace un momento sin comprender muy bien dónde ha quedado mi razonamiento. Sacudo la cabeza intentando hacerme entrar en sentido común. Me preparo mentalmente para pasar por un lado de García en la universidad fingiendo que nada ha pasado, simplemente un buen recuerdo que no tiene necesidad de ser divulgado.

Pero es exactamente así que todo comenzó.

LenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora