capítulo 4

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Llego momentos que el cansancio era demasiado y sus pequeñas piernas ya no daban más, tomaba descansos pequeños para seguir su camino, no sabía si era de noche o de día el tiempo en el bosque era como si se detuviera, no sabía cuantos días llevaba en el bosque podría haber pasado una eternidad o unas cuantas horas pues su cuerpo estaba agotado y tenía que renovar fuerzas para seguir adelante,  busco un hueco en un viejo árbol y reviso de que nadie lo habitara y se metió dentro del árbol y observo de que nadie estuviera alrededor. Tomo sus cosas y registro lo que el burro le había empacado en la pequeña tula que llevaba, saco un trozo de queso y leche, cuando estuvo satisfecho guardo de nuevo las cosas dentro de la tula y se puso a descansar de una jornada larga, en esta ocasión pudo dormir sin pesadillas,  el susurro del viento y el canto de los grillos fueron como una nana para conciliar el sueño, en mucho tiempo no había podido dormir a causa de las pesadillas que lo atacaban en sus sueños, cuando despertó se sintió renovado jamás había descansado de esa manera, el sol se filtraba muy poco por el follaje de los árboles, recogió sus cosas y siguió su camino no iba a perder más tiempo de lo necesario, pensó en como seria hablar con aquella criatura, y lo invadieron miles de preguntas que incluso no había pensado hasta ese momento y ¿si el águila era  malvada como el alcalde? y ¿si era cruel y no lo escuchaba? y ¿si todo ese recorrido que hizo no valía la pena y si su fin era en el buche de ese animal igualmente que sus hermanos ratones y no podría cambiar nada?. Se dijo que tenía que dejar de pensar tan negativamente y si su fin era morir de esa manera lo aceptaría con resinación no lucharía y sería un cobarde de nuevo por dejar que le quitaran su vida sin ninguna lucha, en medio de sus divagaciones, se dio cuenta que había llegado a su destino; estaba por fin al pie de la montaña una gran altura lo separaba del pico y grandes peñascos que sobresalían como filosas cuchillas listas para despedazar a cualquiera que se atreviera a subir, en lo más alto se veía el pico,  hay donde moraba el águila negra. Su cuerpo tembló de miedo y se dijo a si mismo que tenía que dejar el miedo a un lado para llegar a su objetivo, tenía que hacerlo por toda su familia y amigos.
Comenzó a escalar la gran montaña mientras más subía el suelo se alejaba y el vértigo lo invadió, jamás había sentido tal cosa, al mirar hacia abajo se dio cuenta que la caída lo mataría, cerró los ojos por un momento y pensó en sus hermanos que sufrían a diario, en los consejos de su amigo, fue como si lo jalaran hacia arriba, subió los peñascos como si toda la vida los hubiera recorrido, una gran fuerza de valor bullía en su interior era como si tuviera alas para volar. Llego a una gran puerta allá en el pico de la montaña, se dio un tiempo para mirar desde arriba como el cielo caía sobre el bosque como un gran manto y lo cubría. Tomo aire y se decidió a tocar el gran portón que había, el sonido se escuchó como ecos dentro de la gran cueva, espero algunos minutos y pensó que no existía ninguna águila, cuando se iba marchar desilusionado, la gran puerta chirrió con fuerza haciendo sobresaltar al pobre ratón; una imponente ave sobresalía de la puerta, con unas grandes alas y unas garras que despedazarían a cualquier criatura, unos ojos negros como la noche observaban al pequeño ratón que sentía que se le saldría el corazón  por la boca, un gran pico amarillo curvado que desgarraría la carne de sus presas.

LA  AVENTURA DE RATÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora