Grenade; h.s

Grenade

Nadie sabe quién es nadie. Gente que anda por la calle ajena a quienes podrían ser los que caminaban a su alrededor. Gente bondadosa, caprichosa, malvada, inocente, buenas almas y otras malas. Todos somos diferentes, y eso es lo que mantiene al mundo en sí.
Nadie sabe en que se piensa a través de algunos ojos opacos. Era un secreto. Juzgamos sin saber que esconden los seres humanos en los más remotos lugares de su mente.

Él estaba loco. Una mente frívola y calculadora, emociones escondidas entre ojos esmeraldas. Manos manchadas de sangre, disparos, armas, miedo, sonrisa tenebrosa, obsesión, amor. Nadie sabía quien era ni hacia donde iba. Fácil viene, fácil se va. Así es como vive. Coge todo pero nunca da. Era un problema, lo supe desde el primer beso. Observando todo con ojos bien abiertos, ¿por qué estaban tan abiertos?

Perdí mi cabeza en él. Mandíbula apretada, labios pálidos. Hojas que se movían por el asfalto. Su amor era falso, haciendo que mis huesos dolieran. Y mi corazón, que colgaba entre sus manos, también. Nunca debería haber pronunciado su nombre, deslizado mis dedos sobre su piel, mirar a sus ojos ni enloquecer con su sonrisa.

Lágrimas secas.

Le dejé todo y lo tiró a la basura. Le di mi amor, que era todo lo que tenía. Que me diera todo el suyo fue lo único que le pedí. Pero él lo no entendía es que saltaría a un vacío por él.

Arrojaría mi mano a una cuchilla por él.

Saltaría delante de un tren por él.
Sabe que haría todo por él.

Pasaría por todo ese dolor, dejaría disparar una bala a través de mi cabeza.

Moriría.

Cogería una granada por él.

Pero él no haría lo mismo.