Capítulo 1

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–No puedo creer que hayas hecho planes sin mí –dice Adrienne con desilusión cerrando su casillero mientras el timbre que anunciaba el inicio de la siguiente clase se hacia escuchar.

–Vamos amiga, es normal que salga con mi novio –exclama Nina colocándose al costado. –Además, era casi predecible que también me dejarías plantada. ¿O me equivoco? –eleva una ceja, segura.

Adrienne vaciló un poco antes de responderle a su mejor amiga.

–Te dije que lo sentía, mi madre siempre necesita que esté posando con cada línea de ropa que se le viene en mente. Sabes que me quiere en cada una de sus portadas, no puedo faltar a mi palabra.

Nina mira el techo fastidiada, pero acepta la excusa de su amiga, sabe de sobra sobre el tema. Sin embargo no sospecha que le ha mentido.

Si bien era cierto que su madre la tenía sumergida en el mundo de la moda, no abarcaba del todo su agenda. Sus continuas cancelaciones hacía su mejor amiga, en su mayoría, se debían a un trabajo del que no podía hablar, uno que representaba mantener en secreto.

–Claro que lo entiendo, pero no es tan difícil enviar un mensaje diciendo que no irás a mi casa –voltea el rostro. Adrienne suspira aliviada, estaba perdonada.

–Intentaré hacer un espacio, lo juro –coloca una mano sobre su corazón como refuerzo a su promesa.

–Está bien, por eso somos amigas –sonríe al abrazarla por encima de los hombros para retomar su paso por el largo pasillo.

Un golpe seco las empuja a ambas hacia delante. Al girarse encuentran un chico de su misma clase, quien ha chocado con sus espaldas intentando pasar entre ellas.

–Oh, lo siento tanto –se disculpa con el rostro bajo. –No prestaba atención.

Y el motivo yacía en el piso. Un cuaderno de dibujo abierto por la mitad donde se lograban ver los primeros trazos de un nuevo proyecto personal para el joven. Al darse cuenta de la exposición a sus obras, inmediatamente se inclinó para recoger lo que consideraba como su mayor tesoro.

–No te preocupes, Marin. Solo ten más cuidado –respondió la rubia con media sonrisa. –Por cierto, tienes talento –agrega amable.

–Gra-gracias, Adrienne –dice el chico con una enorme felicidad contenida. Y justo antes de comenzar a convulsionarse por estar en presencia de la rubia, que no había notado hasta ese momento, siguió su camino a paso apresurado esquivando a otros compañeros.

–Es muy tímido –comenta a su amiga mientras ingresaban al aula para tomar su lugar habitual mientras esperaban a que iniciase la clase.

–Y lindo.

–¿Que no tienes novio? –dice en mezcla de desaprobación y vacilo.

–¿Celosa? –enarca una ceja.

–Por supuesto que no, Marin es solo un amigo –responde girándose para mirar al chico, su cabello era tan negro que podía distinguir los reflejos azulados del mismo.

Marin al darse cuenta de que era observado por nada más y nada menos que Adrienne, su rostro se acaloró y sonrió tímidamente.

Si que es tímido –pensó devolviéndole la sonrisa.

–Hey, hey enamorado. Soy yo o Adrienne acaba de sonreírte –lo codea Alían, su mejor amigo.

–Solo es amable. Hace un rato choqué con ella y Nina.

–Como siempre distraído –niega levemente. –Al menos fue con ella, qué suerte –golpeó su hombro.

El pelinegro soltó un suave suspiro enamorado.

–Ya lo sé, en estos casos es cuando agradezco mi torpeza.

–¡Chicos! –un compañero de otra aula interrumpió el espacio claramente emocionado. Inmediatamente fue el centro de atención. –¡Escuché qué hay un akumatizado a tres calles!

No faltó decir más para que todos saltaran de sus asientos evadiendo los intentos del profesor por llamar su atención.

–Vayan directamente a sus hogares –decía el profesor tomando sus pertenencias. –Para qué me molesto –murmura al ver cómo el aula se vaciaba.

–Voy al baño –informa Marin a Alían antes de llegar a la salida. Ambos se detuvieron.

–¿En serio? LordBug hará su aparición, ¿y tú quieres ir al baño? –se queja.

–Adelántate. No te puedes perder la oportunidad –le recuerda lo importante de conseguir material para su LordBlog.

–De acuerdo. ¡Te veo allá!

Y rápidamente desaparece por el pasillo.

–¿Ya se fue? –pregunta una suave y aguda voz perteneciente al bulto que se movía en el interior de la mochila.

–Sí y ahora es nuestro turno –dice abriendo el cierre para que saliera –¡Tikki, transfórmame!

Un pequeño cambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora