Tras la Segunda Guerra Mundial, durante los años dorados de Hollywood, la ciudad californiana sufrió una de sus mayores tragedias: el misterioso y brutal asesinato de Elizabeth Short.
Los Angeles, California. 15 de enero de 1947.
El cielo de Los Angeles (EEUU) estaba encapotado. Era una mañana triste, gélida y lluviosa. Un ama de casa llamada Betty Bersinger salió de su casa situada en Norton Avenue con su hija de tres años hacia una tienda de reparación de calzado.
Mientras transitaban por un solar abandonado cubierto de hierbajos y barro, en el distrito de Crenshaw, un objeto blanquecino llamó la atención de la pequeña: “¡Mira mami!" La niña señalaba lo que parecía ser un maniquí de gran tamaño partido en dos.
A Betty no le extrañó demasiado, pues muchas tiendas de ropa de la zona habían sido cerradas o abandonadas al no regresar sus dueños de la guerra y era habitual encontrar maniquíes polvorientos, telas rotas u otros desechos en los alrededores. Sin embargo, una vez que madre e hija se acercaron más al extravagante “maniquí” partido en dos, el rostro de Betty se tornó blanco y el corazón le dio el mayor vuelco de su vida. Dio un alarido que pudo escucharse varias calles a la redonda. La visión era atroz. Tapó los ojos de su pequeña y huyó del lugar de pesadilla... Aquello no es un maniquí, sino el cadáver de una mujer.
La víctima
La víctima era Elizabeth Short, una aspirante a actriz asesinada con sólo 22 años. Nació en Boston, pero se marchó a Hollywood cuando era una adolescente, con el sueño de llegar a ser una estrella del cine. Un sueño que se transformó en pesadilla, porque Elizabeth tuvo que ganarse la vida como prostituta.
Lo cierto es que Elizabeth tenía éxito con los hombres. Medía 1'65, pesaba 48 kilos, tenía los ojos azules y el pelo negro, y siempre vestía de negro. Por eso sus amigos le llamaban La Dalía Negra. Pero también la llamaban así porque la película de moda en aquellos años era La dalia azul, con Verónica Lake. Una mujer con la que Elizabeth guardaba cierto parecido, según sus amigos.
Los hechos
El cuerpo se encontró seccionado por la mitad, las piernas por un lado, extendidas en una grotesca posición obscena y el tronco, junto a la cabeza y los brazos arqueados rodeando los hombros, muy cerca.
Su rostro estaba machacado, casi irreconocible; al parecer lo habían golpeado con un bate de béisbol.
Habían cortado las comisuras de sus labios con un cuchillo, lo que le daba un grotesco aspecto de payaso loco. Sus pechos habían sido lacerados y mostraban múltiples quemaduras de cigarrillos.
Había mutilaciones por todo el cuerpo, escarificaciones, hematomas... Pero eso no era lo peor.
Según pudieron comprobar los primeros agentes que llegaron al lugar del crimen, Frank Perkins y Will Fitzgerald, el cuerpo había sido desangrado hasta la última gota y eviscerado, después de ser seccionado por la mitad con una precisión quirúrgica a la altura de la cintura. Mostraba señales dejadas de forma inequívoca por cuerdas, lo que llevó a los detectives a deducir que la víctima había sido atada y torturada durante un espacio de varios días.
Más tarde la autopsia reveló que la desconocida joven había sido brutalmente torturada durante unas 72 horas estando consciente.
El cadáver de la joven había sido bañado y su cabello teñido después de muerta, de color rojizo, probablemente con brea.
El asesino le había hecho además la manicura, como si pretendiera que su víctima permaneciese bella en el más allá.
En el muslo izquierdo hallaron una pequeña mutilación en forma triangular que resultó ser el lugar donde Short tenía tatuada una pequeña flor. Durante la autopsia se descubrió que el pequeño trozo de carne había sido introducido en su vagina. Demasiado enfermizo y retorcido, pero tristemente real.
ESTÁS LEYENDO
casos misteriosos
AcakAquí mostrare casos de asesinatos sin resolver o ya resueltos. Créditos a sus respectivos autores y páginas. 14/08/2018