Tord no entendía, ¿Por qué demonios no atendía el móvil?
Era imposible que escapase, o dijera algo. Había amenazado contra él, cualquier movimiento en falso y caería muerto.
Bueno, eso se hacía creer aquél noruego, el cuál no sabía como lidiar realmente con el amor.
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—¿Thomas?
—Sé que estás.
¡Ayer me he dormido!—
No me hagas nada, por favor—
No, no les hagas nada...—
Yo puedo soportarlo.—
—Entiendes tan rápido.
—Ayer me ignoraste.
—Y tú sabes cuándo es bueno y cuando no jugar con mi paciencia, querido.
Sí, lo sé...—
Y también sé que debo hacer—
Sólo no se te ocurra tocarle un pelo ni a Edd, ni a Matt. En especial a Matt—
Es... Demasiado puro como para pasarla mal—
—Mientras sigas cumplieando, no habrá dramas. Aunque tú sabes perfectamente las reglas.
—Dos de tres.
—Última.
Dame un momento.—
—Ajá.
Visto a la(s); 11:15 am.
—No han pasado ni dos días y ha quiero tenerte aquí.
...—
“La desgracia y amargura resbalan através de pequeños destellos cristalinos por tus pálidas mejillas, ¿Por qué?
Porque estoy muriendo.”
Buenas noches.