Capítulo 2

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La hora del desayuno ya había pasado cuando el auto de los Crane entró al hermoso poblado de Elora, Ontario

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La hora del desayuno ya había pasado cuando el auto de los Crane entró al hermoso poblado de Elora, Ontario. La ira inicial de Charlie había resurgido ante el hambre que sentía. Habían cambiado de lugar al llegar a Bellville, Gabriel lucía cansado y no tardó en caer profundamente dormido cuando Charlie continuó conduciendo por la carretera 401 hacia Ontario. Estaban a la mitad del camino.

Y ahora, su padre se negaba en detenerse a comer algo, ya que estaban a unos kilómetros de llegar a su destino. Eran las nueve del día, pero no había luz de sol que hiciera notar el cambio de horario. La neblina se había disipado lo suficiente para poder apagar las luces nocturnas. Charlotte se limitó en observar el GPS de su celular, negándose en centrar su mirada ante el pintoresco y brumoso lugar.

—Llegamos —anunció Charlie en voz alta, Gabriel se había sentado, alejando las mantas para no volver a dormir.

—Sigue exactamente igual que hace años —susurró el antiguo policía de Elora— Da vuelta en la siguiente calle, tenemos que ir a un lugar primero.

Charlie obedeció, viró a su derecha, sin saber hacia dónde se dirigían, y unos metros más adelante, sintió una tensión alojarse en su estómago, cuando Gabriel le pidió detenerse en una florería.

—Papá —llamó, incómoda.

Gabriel, ignorándola por completo, bajó del auto y entró a la tienda. Ella apretó con fuerza el volante, no quería estar ahí, ahora estaba completamente segura de eso. Abrir las viejas heridas que ambos habían logrado cerrar con el paso del tiempo, se abrirían en cuanto estuvieran frente a esa tumba. Su padre volvió con un ramo de peonías rosadas envueltas en papel periódico.

—Necesitamos ir —sentenció al subir al auto, apagó el GPS en el celular de su hija y acomodó el ramo de flores sobre sus piernas.

Charlie tragó lo que quería decir.

—Gira a la izquierda en la siguiente calle y sigue derecho por la carretera 7 de Wellington, lograrás verlo cuando lleguemos —su voz provocó que ella quisiera llorar.

¿Por qué estaba tan dispuesto en torturarse? Ver la tumba de su madre solo empeoraría las cosas, para los dos. Charlie no podría soportarlo, porque ella era siempre quien se encargaba de recoger los pedazos de su padre cuando se derrumbaba. Habían sido años desde la última vez que eso ocurrió, pero jamás lo olvidaría.

—Solo necesito saludarla —suspiró, limpiando una lágrima con el dorso de su mano— No tienes que bajarte si no quieres, Charlie.

Ella lo odió en ese momento. Unos minutos de camino en que ninguno volvió a hablar, le hizo reflexionar el peso de su decisión, Gabriel estaba seguro que las cosas estaban peor de lo que su amigo le había contado, y ahora, genuinamente se arrepentía de traer a Charlie consigo. Suspiró al ver la entrada al campo abierto adornado de lápidas, Charlie no movió un músculo, Gabriel la miró unos segundos, y bajó del auto.

Alevosía del Poder - ESTARÉ EN LA FERIA DEL LIBRO DE GDL EL 1RO Y 3 DE DICIEMBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora