Feeling Love

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Ana

Yo siempre he sido muy señorita, no me gusta hacerlo en un sitio público, de hecho, no me gusta ni hacerlo fuera de la cama, llámame aburrida o llámame vaga me da igual, pero resulta que tengo el culo plantado en un lavabo y Miriam me está mirando con esa cara y no hay nada que me apetezca más que me haga lo que quiera, aunque me tenga que tirar en el puto suelo del baño.

Ana- Miriam, déjame bajar- Miriam no me hace ni caso ha empezado a darme besos debajo de la oreja - aquí no vamos a estar cómodas Miriam- creo que a Miriam le da todo igual porque su única respuesta es acercarse más y empujar sus caderas contra las mías.

Miriam- Ana, te he dicho que no te vas a mover de aquí-beso- en toda la noche- otro beso, de verdad que estoy intentando ser racional.

Ana- Miriam que vamos a cargarnos el lavabo, que esto no aguanta- Miriam empieza a morder el lóbulo de mi oreja intercambiando cada uno de los pequeños bocados con besos o pequeños lametones.

Miriam- Tú pesas poco, sí que aguanta- Iba a decir algo, pero no puedo porque Miriam ha decidido que le molesta oírme hablar y me ha metido la lengua en la boca, no es que yo me queje, la leona besa fenomenal, para para decirme- no quiero más quejas a partir de ahora tienes prohibido hablar-

Ana- Y cómo te digo lo qué quiero, a mí no me gusta estar callada cuando...-

Miriam- Rectifico, puedes hablar, pero las palabras permitidas son sí, no, así y más aparte de todos los ruidos que quieras hacer, nada más- Uf, Miriam, como me pone tu lado de mandona. Miriam no dice nada más y vuelve a besarme.

Ana- Quiero dos palabras más leona, suave y fuerte-

Miriam- Te he dicho que no hables más- Me muerde el labio un poco más fuerte de lo habitual, pero yo asiento porque está todo bien.

A partir de ahora no pienso hablar, ni siquiera tengo ganas porque Miriam está pasando sus manos por mis piernas acariciándolas y a mí eso me vuelve loca. Le cojo la cara con mis manos porque necesito que deje mi cuello por un momento y venga hasta mi boca, Miriam sube las manos desde mis piernas, por los lados a mi costado y me agarra el culo para acercarme mucho más a ella. Cuanto más profundo es el beso, más se mueve la cadera de Miriam dando pequeños golpes contra mi pelvis. Si Mimi estuviera aquí me diría que está segura de que Miriam me quiere empotrar y yo, voy a dejarla hacerlo. Pero sorprendentemente Miriam se retira un poco, me mira y cambia la cara. Yo estoy preocupada, no sé qué pasa y no sé si preguntarle, porque me ha prohibido hablar, pero le pregunto con la mirada. Miriam menciona mi nombre y me da un nuevo beso, muy distinto a todos los demás, este beso es una caricia, mucho más delicado que todos los que me ha dado antes. Su lengua no es tan profunda, ni inquisitiva, es como si estuviera cuidándome, como si de verdad me quisiera hacer disfrutar. Intento tocar a Miriam, que está esparciendo pequeños besos en mi cuello, pero no me deja, pone mis manos en las estanterías cercanas y me pide que me agarre fuerte y me incline hacia atrás.

Miriam está quitándome poco a poco la ropa y yo me siento un poco avergonzada viéndome desnuda y tan expuesta, intento taparme y cerrar mis piernas. -

Miriam- Eres preciosa Ana, no te escondas, nunca- Me dice y yo creo que mi corazón va a estallar de felicidad. Miriam me mira, como la que mira un cuadro, parece que esté tratando de memorizar cada centímetro de mi piel, pero no me siento violenta, la mirada de Miriam es dulce y ardiente pero también transmite confianza. Entonces Miriam comienza a desnudarse, se queda allí delante mía. Yo levanto una mano intentando alcanzarla, ella la coge y la besa y la coloca por encima de mi cabeza. Parece ser que no puedo hablar y tampoco tocar. Miriam abre mis piernas y se sitúa entre ellas, sus manos empiezan a acariciarme, primero la cara, pasa la mano por mis mejillas deslizando su pulgar por encima de mis labios abriéndolos lentamente y me besa. Luego me cierra los ojos y me da un nuevo beso en cada párpado. Baja su mano al cuello y me vuelve a besar esta vez de forma más intensa mientras me acerca mucho más a ella. Y así empieza la tortura de Miriam, acariciando cada centímetro y dejando un beso en cada lugar que su mano toca. Yo echo hacia atrás mi cuello y alzó mi pecho esperando las caricias de la leona.

El Triunfo (Wariam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora