Capítulo four♡

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Desperté hace media hora en un hospital, y nadie está aquí, no quiero llamar a ninguna enfermera para que me rompa la cabeza, lo único que quiero es, por una vez en mi vida pensar.

¿porque me engaño? Nunca nadie hiso eso conmigo, nadie nunca se atrevió a hacerlo, pero... ¿porque Artur sería la exepcion? No pienso que me vea con una cara de inútil, no lo permetire.

-señorita Mensey- alzó mi vista que antes estaba posada en la pared blanca de la habitacion.

- ¿que hago aquí?- pregunto mirando a la enfermera con una mirada neutra.

-usted se ha desmallado y se golpio la cabeza en la acera, tuvimos que curar su herida y esperar a que despierte- me explica con una paciencia que me irrita.

-¿me creé ingenua?- le pregunto indignada- es obvio que se que me desmalle y que siento un dolor en mi cabeza, debe ser por algo, ¿no?- ruedo los ojos y miró la bandeja de una asquerosa comida a los pies de la cama -quiero ir a mi casa- digo desidida a levantarme,pero la enfermera me sujeta y me vuelve a poner en mi lugar.

- señorita Mensey, no se puede ir hasta dentro de veinticuatro horas, apenas despertó y debe estar en observación- me regaña la enfermera a lo que yo bufo.

-ash, pero me aburro aquí, ¿no están mis amigas esperándome?-pregunto y miró mis uñas, tendré que ir a la manicurista pronto.

-no hay ninguna chica allá fuera, hace un momento había un chico que dijo que iba a buscar un café y regresaba- me explica y no quiero pensar que es Artur porque o sino lo pongo en esta misma camilla.

-¿me lo puedes describir?-pregunto y ella se pone a pensar.

-es pelinegro, piel pálida y con estilo de chico normal y cool- me quiero echar a reír con esa descripción, Artur no es ni parecido a eso.

-am, puedes decirle que pase cuando regrese, plis, tankiur-digo y ella me mira con el ceño fruncido pero asiente y se dirije a la puerta, cuando está por salir por completo se detiene.

Escucho que le dice a alguien que venga hacia aquí, ella mira a mi dirección y abre la puerta dejándome ver a un Blake Loy muy chistoso, esta despeinado, tiene unas ojeras que llegan hasta la China, unos ojos muy achinados y unos labios secos, suelto una risita y el alza una ceja y viene hacia mi.

-gracias Gladis por avisar, te mantengo al tanto- le dice a la enfermera, esta asiente y le guiña un ojo para salir completamente de la habitación.

-así que ya estas coqueteando con la enfermera cuarentona- le digo captando su atención.

- Ay Dios, solo se su nombre, no es para tanto- añade y gira los ojos- pero piensa lo que quieras fresita- dice y ruedo los ojos por ese apodo absurdo que me puso.

-y aquí vamos de nuevo- ruedo los ojos- pero...¿porque te quedaste? ¿cuanto tiempo pase dormida?- pregunto con el ceño fruncido, el solamente se sienta en la silla que esta al lado y me mira.

-sabes...es raro que aunque estees aquí internada aún conserves maquillaje- dice y yo caigo en cuenta de que se puede hacer visible mi secreto.

- ¿me veo bien?- pregunto y tocó mi cara, el suelta una carcajada y lo miro indignada.

-aún cuando estas en un hospital te preocupas por tu belleza, por Dios- dice y suelta otra carcajada.

- primero mi aspecto luego lo demás- digo citando la frase que mi madre me hacía citar de pequeña.

-si, ajá, como la fresita lo diga- dice y rueda los ojos.

-bien, no respondiste a mis preguntas- le digo entrecerrando los ojos.

-me quede porque ninguna de tus queridisimas amigas se preocupo por ti, ni tampoco tus padres, ni ese novio tuyo- dice y yo me quedo estupefacta con su respuesta, ¿como sabe esas cosas de mi vida? - y pasaste dormida unas seis horas, pero yo me dormí y tengo un dolor en el cuello por esas sillas incomodas- dice y se frota el cuello.

UNA CHICA DIVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora