- ¡Estás ruborizada! – gritó Kate, la golpeé con una almohada, porque estábamos ambas sentadas en mi cama, era noche de chicas. ¿Ruborizada yo? ¿Y por qué iba a estarlo? Solo estaba relatando cuánto odiaba a Hans White.
- ¡Mientes!
- Bella – usó ese tono de “Estoy hablando en serio amiga”. Resoplé. – Incluso te brillan los ojos y estás haciendo eso con la manos – ella apuntó mis manos, y ya sé… las tenía medio dobladas, jugando con mis dedos. Pero eso no significaba nada. – Te gusta Hans ¿Verdad?
- Ni siquiera es guapo…
- Nadie dijo que tenía que ser guapo para que te guste – se cruzó de brazos.
- Pero mírame, soy Bella Summers.
- Superficial y egocéntrica, por eso siempre sales con tíos buenos para nada. – gruñó.
- Si no fueses mi mejor amiga te habría empujado por las escaleras hace años. – me crucé de brazos. – Y no me gusta Hans. Es un chico odioso.
- Ay Bella – sonrió. – No es odioso, simplemente es algo directo, y te dice las cosas que nadie más se atreve a decirte. Como que eres una malcriada.
- No soy una malcriada. ¿De parte de quién estás, Kate?
- De tu parte, obvio – me empujó. – Mejor ve a buscar palomitas y dejemos de discutir.
- ¿Por qué no vas tú?
- Es tu casa – se encogió de hombros. – Y acabo de hacerme la manicura, así que apresúrate tengo hambre – sonrió la castaña de ojos azules.
- Engordarás – rodé los ojos al tiempo que me ponía de pie.
- ¡Son solo palomitas de maíz, Bella! – me lanzó una almohada. – Casi no tienen carbohidratos.
- Como sea – resoplé saliendo de mi cuarto.
Bajé las escaleras y justo al doblar hacia la cocina tropecé con Harry.
- ¿Desde cuando entras a la cocina? – dijo en tono de burla. – Creí que te asustaba.
- Muy gracioso – rodé los ojos. – Kate quiere palomitas de maíz.
- Tú también deberías comer algunas.
- Y tú deberías aprender a confiar en tu hermana y no en el estúpido de Hans – gruñí. – Pero yo no me quejo.
- ¿De qué estás hablando? – me miró con un dejo de sorpresa y podría apostar que algo de pánico.
- No te hagas el que no sabe nada.
- Es que estás loca.
- ¿Eres gay? – me crucé de brazos y él dejó caer el paquete de galletas que tenía en la mano, y no me quitó la vista. – Harry… ¿Estás bien?
- No soy gay – gruñó. – No sé quién te haya dicho tal cosa pero…
- Fue Hans.
- Ahorcaré a Hans…
- ¿Por qué? ¿Es verdad? Es verdad y yo no tenía que enterarme ¿No es cierto?
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Loveless
Teen FictionBella era ambiciosa, competitiva y egocéntrica. Hans era un cerebrito, grosero e insoportable.