Epílogo.

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Cuatro meses después. 

 

El salón de fiesta de la Academia Para Modelos De Grace Parkhill estaba repleto. La música sonaba suave y harmoniosa, había varias mesas con comida muy refinada, y todos tenían una copa de costoso champán en la mano.

Grace Parkhill sabía muy bien como celebrar los aniversarios de la academia, e invitaba a todo el mundo de la moda a sus fiestas; inclusive a la prensa.

Bella estaba sentada junto a Hans, platicando. Parecía que jamás hablaban lo suficiente, puesto que siempre tenían alguna charla que compartir, una risa que soltar juntos o una broma que gastar a alguien del equipo.

-      Kate estará en la portada de Vogue este mes. Es la nueva modelo estrella de la temporada – anunció Bella.

-      Eso es genial, varios diseñadores se la están peleando. El martes debo fotografiarla para People.

-      Me alegro por ella, ¿sabes? Ha trabajado muy duro por ese lugar. – sonrió ella. – Además es genial modelar juntas todo el tiempo con Oscar de la Renta...

-      Oye, Bella, mira – Hans interrumpió el parloteo de su novia, apuntando entre la multitud. Bella siguió la dirección de la mirada de Hans y sonrió.

Vio a Harry y a Josh saludando a su madre.

Una corriente placentera le recorrió la espalda al verlos. Estaba muy orgullosa de su hermano, quien había sido capaz de confesar a su madre que era homosexual hacía más o menos un mes atrás. Y aquel día era la primera vez que su madre conocía al novio de Harry. Y parecían agradarse.

-      Están sonriendo – ella soltó un suspiro y Hans tomó su mano con fuerza.

-      Harry luce feliz – comentó él.

-      Lo es. Su relación con mamá ha mejorado un montón desde que le dijo lo de Josh y él. – Bella dejó caer su cabeza en el hombro de su novio y aspiro su aroma. Hans miró su reloj de pulsera e hizo una mueca.

-      ¿Qué haremos en cuanto la fiesta termine? – preguntó cogiendo otra copa de champán. Bella entrelazó sus dedos con los de él y sonrió.

-      ¿Qué quieres hacer? – preguntó con las mejillas sonrosadas.

-      Irme contigo – él guiñó un ojo y ella soltó una pequeña risita.

-      Nunca tenemos privacidad en mi casa...

-      Vente a la mía.

-      Ya me he quedado contigo tres veces esta semana, mamá comienza a molestarse. – Bella se mordió el labio.

-      No, quédate conmigo, vive conmigo. – pidió Hans, sin despegar su mirada de los ojos de su novia. Ella tragó saliva con fuerza, sintiendo un placentero calor en el estómago.

-      ¿Te refieres a algo... permanente? ¿Vivir contigo enserio?

-      Sí, haríamos un buen equipo. Privacidad las veinticuatro horas.

-      ¿Puedo redecorar tu cuarto? – ella alzó una ceja. – ¿Darle un pequeño toque personal?

-      Puedes pintar las paredes de color rosa si quieres, solo di que sí – pidió él, acercándola a su cuerpo.  

Bella asintió con la cabeza, puesto que no fue capaz de proferir una palaba de la impresión. Cada paso que daba con Hans era más emocionante, más divertido y le producía una sensación de seguridad e intriga al mismo tiempo.

LovelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora