1. ¿Por qué eres tan blanca?

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Me despierto sobresaltada con la alarma. Y por sobresaltada me refiero a que he caído al suelo con mis sábanas y almohadas. Mi cara se ha estrellado con la preciosa cerámica y seguro tendré una marca del golpe.
Excelente manera de comenzar el día, Abby.

Camino a mi baño y comienzo a cepillar mis dientes lo más rápido que puedo y me ducho a la velocidad de la luz, para luego vestirme, en esto sí dejo un poco de tiempo, según mi reloj en la mesita, me quedan veinte minutos de sobra para llegar a la universidad. Me pase toda la noche decidiendo que iba a ponerme, y recordé cuando mamá me decía que ella toda la vida iba a estar vistiendome, puesto que, nunca sé que ponerme. Pero finalmente logré vestirme, y quedé satisfecha con mi apariencia. Caminé rápido a mi baño y comencé a maquillarme. Me coloqué algo sencillo, rubor, labial de un tono durazno, resalté mis cejas y listo. Perfecta.

Luego de tomar mi celular, auriculares y mi mochila, bajé. Vi a papá con su vista fija en la pantalla de su laptop. Camino a la cocina y busco una taza, me sirvo un poco de café que papá ha preparado y doy unos cuántos sorbos. Veo la hora en el reloj que está en la pared y ya me quedan solo cinco minutos para llegar. Tomo un sandwich, y comienzo a caminar a prisa a la salida, cuando papá me llama.

— Abigail... —ruedo los ojos ante escuchar mi nombre. Siempre he odiado ese nombre, por eso siempre me han llamado « Abby » pero no sé por qué papá lo ha olvidado.

— Abby, papá. —lo corrijo y camino hacia él.— ¿Sucede algo? ¿Un caso difícil? —le pregunto con una sonrisa en mi rostro. Siempre he querido estudiar lo mismo que papá, medicina.

— No, cielo, es que hoy no puedo llevarte a la universidad, ¿puedes ir tú sola? —sonrío y asiento.

— Por supuesto, papá, no te preocupes. —beso su mejilla.— nos vemos más tarde, pa, te amo.

Caminé por los pasillos y escuchaba murmullos a mi alrededor. Cosas como « Es la chica nueva » « Que blanca es, ¿no crees? » Es como si nunca hubieran visto a una chica rubia.
A todo esto no me sentía avergonzada de llevar éste tono de piel, ya que mi madre tiene la misma tez clara. Me siento en la cafetería, a espera de la hora de la clase, y veo no muy lejos a una pareja, la chica se ve más enamorada que el chico. Frunzo el ceño ante esto.
Veo un salón extraño, y me acerco, pensando cada vez más como haré para acostumbrarme a este lugar. Entro al salón, y veo infinidades de instrumentos, piano, guitarras, violines, chelos, en fin...
Acaricio las teclas del viejo piano y me siento en el pequeño banquillo. Comienzo a tocar tímida la melodía de Jueves, que era una de las canciones favoritas de mamá, recuerdo que desde que me llevó a esas clases de piano, le gustaba que tocara esa canción siempre. Ver su sonrisa... Cuando siento las lágrimas llenar mis ojos, me obligo a parar, y me levanto. Siempre tan sentimental. Extraño a mamá, pero aún le falta tiempo en la casa de la tía Liv. Luego de esto me siento un poco más tranquila, puede que éste sea mi lugar cómodo aquí. Camino decidida a la salida, y observo a ambos lados, temiendo que alguien me haya visto, aunque no sé para qué, si nadie me conoce aquí. Finalmente es la hora de mi primera clase, camino rápido al salón y me siento. La profesora observa sus notas, y yo sólo suplico que no me pida pasar a presentarme, ya sería demasiado vergonzoso.

— ¿Señorita Hayes? —nadie escuchó mi plegaria. Me levanto.

Camino un poco insegura y me coloco frente a toda la clase. Aclaro mi garganta llamando la atención de todos.

— Mi nombre es, Abby Hayes, y es mi primer día aquí, aunque es obvio —río nerviosa. Todos se quedan callados, y una chica que está justo enfrente rueda sus ojos. Voy a mi puesto y no me fijo en que, dicha chica estira su pierna para hacerme caer, pero logro mantener el equilibrio antes de que mi rostro toque el suelo por segunda vez en el día.
Finalmente me siento. Miro hacia todos mis compañeros, y uno de ellos llama mi atención. Es un chico de cabello castaño claro, y ojos cafés. Sin pensarlo me le quedo mirando unos segundos, hasta que su mirada se encuentra con la mía y la aparto rápidamente sintiendo como mis mejillas se ruborizan aún más.

Enamorada de élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora