12. A reorganizar ideas

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Jason se detiene unas casas antes de la mía y apaga el coche. Da un largo suspiro y siento que ya he estado aquí antes. Y eso sería con Sam, pero intento no recordar eso mientras mis manos tiemblan en mi regazo por el frío.

— Bien. Es obvio que tengo un problema —me dice y yo me quedo mirándolo. Él me mira y no podemos evitar comenzar a reír. Soy la primera en detenerme y él frunce su ceño de una manera muy tierna. — No te rías, es serio —me regaña y yo asiento.

— Está bien, cuéntame antes de que comience a reírme de nuevo —bromeo y él me mira muy de cerca. Comienza contándome que tiene problemas con Fabiola. No es algo nuevo que la chica le hace alguna que otra escena, me di cuenta de ésto desde que llegué a la universidad. Él resultó ser el chico que estaba fastidiado de su pareja. Yo le comenté sobre mi encuentro en los pasillos con ella, y aceptó que desde que yo llegué se ha puesto más insoportable que de costumbre. Esto me hace ponerme triste.

— Jason, no dejaré la universidad sólo porque una chica tiene baja autoestima y desconfía de su novio. —pienso en lo dura que fui al decirle ésto, pero es la verdad.

— Lo sé, Abby, no voy a pedirte eso, no sería justo. Sólo, quiero pedirte que me ayudes. ¿Podrías hablar con ella? —mis ojos se abren en total sorpresa. Lo que me está pidiendo es algo sumamente loco. ¿Yo? ¿Hablar con Fabiola Green? ¿Para luego acabar ridiculizada frente a todos? No, no lo creo.

— Jason... Yo te quiero mucho, pero no creo que sea capaz de hacer algo así. En serio. Tú mismo sabes cómo es tu novia —él suspira. Miro su rostro. Inmediatamente siento pena por él, no tiene culpa de que su novia sea una loca de manicomio. Respiro profundo antes de decir lo siguiente.

— Lo haré. —declaro. El coche queda en silencio.

— ¿En serio? —noto la emoción en el tono de voz de Jason y sonrío tiernamente.

— Si, pero con una condición —me escucha atentamente— tú vas a acompañarme, porque no pienso enfrentarla yo sola.

— Lo que tú quieras, Abby. Te lo agradezco de corazón... —su celular nos interrumpe. — Lo siento —dice antes de contestar. Hago mi mayor intento por no oír a escondidas, pero es imposible.

— ¿Ahora que sucede? —declara Jason algo fastidiado. Al principio pienso que es Fabiola, pero luego de lo que dice me queda claro que no.

— Ahora estoy ocupado, iré en un minuto. —contesta y cuelga. Yo juego con mis manos y él comienza a reír. — Creo que si soy la nueva madre de Landon —sonrío. Es extraño que su madre no se haya enterado de su accidente, mi madre estaría peleando con todas y cada una de las enfermeras para que no me pierdan de vista ni un segundo. Imagino que no querrá que su madre se entere. Jason me deja en mi casa, luego de recordarme nuestro acuerdo. Salgo del coche con una sonrisa en el rostro y el primero en recibirme en casa es mi bebé no tan bebé que me tiene tan enamorada. Luego de saludarlo, paso a la cocina a buscar algo de cereal para acostarme en mi habitación, cosa que no podré hacer porque han dejado la caja vacía dentro de la alacena. Subo las escaleras y entro a la habitación del culpable.

— Javier. —exclamo molesta. Éste sigue concentrado en su consola. Vuelvo a decir su nombre ésta vez algo más fuerte.

— ¿Que sucede, Abby? —dice.

— ¿Que sucede? ¡Que te has comido mi cereal! —chillo. Él cubre sus oídos.

— Ay ya, luego te compras otro, busca tus galletas y ya —quita pausa al juego y continúa jugando. Así de sencillo. A veces lo odio. Bajo a regañadientes la escalera hacia la cocina nuevamente, a buscar mis fieles galletas. Ya en la comodidad de mi habitación, enciendo la tele y comienzo a zappear canales hasta conseguir algo interesante, mientras mis amigas bombardean mi celular con mensajes.

Enamorada de élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora