Leonel - 2

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La ansiedad lo carcomía lentamente. Sudado, daba vueltas en su cama intentando conciliar el sueño. Las sábanas se empapaban del líquido frío que desprendían los poros de Leonel y la voz de Óscar, en su mente, no paraba de resonar.

"El Pasajero golpearía tu puerta"

Se tapó con una almohada la cabeza, buscando acallar el llamado. Pero el ruido solo aumentó; no era un llamado físico, era uno directo al alma.

"Dos velas; una en cada esquina superior de tu cama"

Se recogió en posición fetal y presionó su cabeza fuertemente contra el colchón, con la almohada colocada en su otro lado.

"No describió exactamente porqué, pero dijo que terminarías abriendo la puerta, quisieras o no"

Gritó. El sonido salió como un rugido. Se puso de pie y se acercó a la ventana; la abrió y sacó su cabeza al exterior, buscando oxígeno. La ciudad estaba callada, pocas viviendas mantenían sus luces encendidas. "¿Qué sucede contigo Leonel?" Se preguntaba "¿En serio te está afectando la desgraciada historia?" El cantar de un grillo lo atrajo a la realidad.

"Maldita obsesión, solo hay una manera de solucionar esto" Su mirada se posó sobre las velas, allá en su lejana mesa. "Comprobar que no es real" dijo "Así mi cerebro se calma de una puta vez"

Y en ese momento, es cuando Leonel lo dejó pasar, directo al sendero de su ser.

Tomó las dos velas y las encendió de manera brusca. Puso un plato bajo cada una de ellas y los dejó reposando en los veladores al lado de su cama. Aseguró su habitación y abrió las ventanas. Respiró profundamente. El último inspiro que daría.

Se recostó en la cama, tirando la colcha a un lado. Y durante ese momento, toda la ansiedad desapareció. Una enorme calma lo llenó. Leonel cayó dormido.

El viento helado rozaba sus brazos, y Leonel dormía plácidamente. La corriente de aire agitó la diminuta llama de las velas y de pronto... la puerta golpeó. Un golpe seco, con un intervalo de cinco segundos hasta el siguiente. Era un solo golpe, un solo "Toc"

Leonel recobraba la conciencia de a poco. Los golpes continuaron aumentando el ritmo; "Toc,toc,toc". Pronto, era una lluvia de golpes la que caía sobre la puerta. Él se despertó, alarmado; no fue hasta entonces que notó el ambiente helado en que estaba sumergido. Las velas continuaban encendidas, y sus llamas apuntaban a manera de flechas directo a la puerta de la habitación. Un golpe más; el pecho de Leonel retumbó sin reparo.

-¿Qui - quién está ahí? -Preguntó, temblante - ¡Responda!

Los golpes no cesaron.

- ¡Largo! Llamaré a la policía -advirtió.

El pomo de su puerta se movió en un intento por ser abierto, pero el seguro no cedió. En la ranura inferior del marco, se proyectó una sombra, de grandes orejas.

"No es la historia" intentaba convencerse "Estás soñando"

El extraño ser se retiró del lugar. Leonel intentó llamar al teléfono, pero la señal estaba muerta.

"Se han metido a robar a mi casa, eso es lo que sucede"

- ¡Te atraparemos, maldito desgraciado!

Y en cuanto terminó la frase, las cortinas de la ventana se elevaron completamente hacia adelante, y la enorme masa de aire que pasó bajo ellas apagó finalmente las velas. Los ojos de Leonel se intentaban acostumbrar a las tinieblas. Sus pupilas se dilataron, y al ver mejor, diferenció en la esquina de su habitación una forma negra, de gran altura, que lo miraba fijamente.

- ¿Quién eres? -preguntó.

"Y El Pasajero golpearía tu puerta, llamándote"

La sombra caminó unos pocos pasos hacia él, y se desvaneció. Las velas se encendieron. Los golpes retornaron y la sombra se proyectaba sobre el suelo, bajo la ranura.

- ¿Qué quieres? -preguntó, Leonel, a gritos.

El pomo de la puerta tembló. Tenía su respuesta.

-No pasarás -dijo, Leonel - ¡Largo!

Las velas volvieron a apagarse. Las cortinas se abrieron, y sentada de espaldas, en el marco de la ventana, la sombra de aspecto infantil balanceaba sus piernas. Tarareaba un extraño cántico de tono agudo.

Leonel la observó con detenimiento. "Un niño" es lo primero que pensó, y así lo demostraba su figura, ¡Pero el interior era el de un demonio! Y Leonel estaba por descubrirlo...

El cántico se tornó una melodía oscura; Leonel se acercó a la ventana y se mantuvo de pie, con la mano estirada, a pocos centímetros del niño.

-Hey -dijo.

Plantó la mano en la espalda de la pequeña sombra. El tacto era helado.

-No eres real -murmuró. Se acercó hasta quedar de pie junto a la sombra, al mismo nivel. El tarareo aumentó de intensidad.

Leonel, inclinándose, sacó parte de su torso por la ventana. Intentaba observar el rostro del niño, y al lograrlo, ¡Ni el mismo infierno habría causado tal impresión en Leonel! Los ojos profundos de la criatura se clavaron en él sin piedad. Leonel, incrédulo, y con el corazón infartado, se agarraba el pecho con dolor. En sus últimos pasos, caminó hasta la puerta y la abrió; El Pasajero Nocturno esperaba tras ella. El infarto fue irrelevante; Leonel murió decapitado.

El cuerpo fue encontrado al siguiente día. Oscar sería el próximo.

El Pasajero NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora