Prólogo

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Solo quiero poder dejar de pensarte, dejar de amarte, poder decir que al fin te olvide y que pase página. Me da mucha rabia que todo esto sea culpa tuya y me cabrea más no ser capaz de odiarte y alejarte de mi vida. Y me repito cada día, que hoy es el día, que cuando te vea en el instituto no sentiré nada, que seré capaz de pasar por tu lado con la cabeza alta, mirarte y que te des cuenta de que yo valgo mucho más de como me tratabas. Pero a quien quiero engañar si te veo y una tristeza se apodera de mi, si cuando me voy a dormir sigo pensando en ti, en los miles de recuerdos que van y vienen a mi mente y soy incapaz de olvidar. Si, sigo en la cama sin poder hacer nada por que me destruiste por completo, me anulaste como persona, me destrozaste el alma, me rompistes en mil pedazos. Y sabes lo que más me da rabia, que después de todo te sigo queriendo, y aunque creo que no sería tan ingenua de volver contigo también se que con un simple te quiero tuyo se me cae el mundo a los pies, que solo de pensarlo noto un pinchazo en el corazón y que narices has sido mi primer amor y eso no es fácil de olvidar. Yo creo que no te podré olvidar...

Cierro mi diario mientras seco mis lágrimas. Odio llorar, no me parece justo que él me haga daño y que sea yo la que esté llorando. Han pasado dos semanas desde que deje a mi novio Jay. Llevábamos nueve meses saliendo y sinceramente me veía con él el resto de mi vida. ¿Por que no he podido tener mi cuento de hadas? Haber yo tengo dieciséis años y él tiene diecisiete y eso nunca nos había causado ningún problema o eso pensaba yo. Hace dos semanas mi mejor amiga Samanta me dijo que había visto a Jay con la asquerosa de Caroline yendo hacia casa de mi chico. Me la creí al instante por que ya llevaba tiempo que sospechaba que me estaba engañando. De un día para otro siempre estaba ocupado, decía que era por el equipo de fútbol o los malditos exámenes, y yo al principio me lo creía y pensaba pobrecito debe de estar agotado, pero teniendo un hermano mayor el cual está en el mismo curso que él me di cuenta de que no habían tantos trabajos en grupo como me decía Jay. La primera vez que me dejo plantada sentí que mi mundo se derrumbaba, pero no lloré. Cuando empezó a no dejarme coger su móvil empecé a saber que me ocultaba cosas. Ese día me dijo que tenia entreno extra por que se acercaban las finales y su entrenador les obligaba a ir, yo me acerqué al estadio con la intención de hacerle una sorpresa, pero la que se sorprendo fui yo al ver que no había nadie. Llamé corriendo a Samantha y ella me dijo eso. Fui con las lágrimas en los ojos cabreada, más conmigo que con él. Su madre Olivia me dijo que siempre que quisiera podía usar la llave de repuesto que se encontraba encima de la repisa de la puerta principal y sinceramente me sirvió de gran ayuda. Dudé unos segundos antes de entrar. Tenía miedo. Miedo a descubrir que mi mayor pesadilla se hacía realidad, que al que yo creía el amor de mi vida lo tirase todo por la borda por un simple polvo. Con la mano temblorosa introducí la llave en el pomo, intentando hacer el menor ruido posible. Era jueves, así que por las tarde no había nadie en su casa, ya que su madre trabajaba todas las tardes y su padre se había ido de viajes de negocios. Al entrar no vi nada que no fuera normal, hasta que llegué a las escaleras donde vi dos pares de zapatos. Un par eran los de Jay, lo se por que fui con su madre a comprarlos y otro par era de chica. Empecé a subir las escaleras, las cuales nunca se me habían hecho tan largas. Las lágrimas caían por si solas de mis mejillas. Quería salir de allí corriendo, pero mis pies caminaban hacía la habitación de él. Cuando por fin llegué a la planta superior escuche gritos, gemidos que venían de su cuarto. Me acordé de que Jay tenía un par de sudaderas mías en su armario, ya que más de una vez me había quedado en su casa a dormir. Así que sin pensarlo entré en la habitación. La imagen que vi me repugnaba pero a la vez causó una gran punzada en mi pecho. Caroline sonrió mientras que Jay me pedía disculpas sin parar. Yo me dirigí al armario cogí todas las cosas que me pertenecían y me decidí a salir de allí lo más rápido posible. Cuando llegué a la planta principal Jay me cogió de los brazos y me empezó a decirme tantas cosas que no recuerdo, sinceramente no escuche ni una sola. Solo podía pensar en él en la cama con esa puta. Yo intentaba soltarme. Sabéis ese sentimiento de querer desaparecer, de decir tierra trágame, pues yo quería eso. Quería que todo eso fuese un sueño del cual despertaría mañana y nada de esto sería real. Escuche a alguien bajar por las escaleras.

Diario de una adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora