Capítulo 3: "Viaje al pasado"

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Capitulo 3: "Viaje al pasado"




Domingo 24 de enero de 2016



— ¡Mamá ya llegué! ¡Papá ya estoy aquí! —grite terminando de cerrar la puerta, puse mi abrigo en el perchero pegado a la pared, volví a llamar y nadie contesto— ¡Alex! —Nada— ¿Hay alguien?

El silencio era estremecedor, estaba acostumbrada a que cuando llegara de la escuela algún miembro de la familia estuviera en casa porque esta nunca se hallaba vacía. Nunca.

Escuche música clásica, la que siempre oía mamá por las tardes mientras hacía cualquier cosa, decía que estimulaba tu cerebro o algo así. Fui a la cocina, estaba empolvada como si no hubiera sido usada en años, abrí el refrigerador y toda la comida estaba podrida, la cerré rápidamente tapando mi nariz ante el hedor que quedo en el aire por las cosas vencidas. Esto era extraño.

La sala lucia desolada y no se parecía a la mía: los muebles beige contenían una capa de polvo encima de una manta de plástico que los "protegía" de la suciedad que evidentemente había, la mesa de café que la mayoría del tiempo se hallaba desordenada por libros bien sea míos o de mi madre o por discos de rock de mi hermano, el olor de pipa que dejaba mi papá en casa cuando fumaba ya no estaba y tampoco sus periódicos ordenados en una pila en el suelo, no habían tazas en donde todos bebíamos té esparcidas porque nadie las recogía sino hasta que mandaran a alguien a limpiar.

Casi rendida, subí las escaleras que daban a las habitaciones, sala de juegos y a un balcón en donde se podía apreciar el clima frío tan característico de Inglaterra.

— ¿Hay alguien? —repetí con una pizca de esperanza, quizás papá se había quedado dormido.

—Ven mi cielo—oí con voz dulce, era mamá.

— ¡Mamá qué bueno! Pensaba que me habían abandonadosuspire aliviada cuando la vi parada al lado de la cama con su pijama puesta y una dulce sonrisaEstaba asustada, creí que no había nadie en casala abrace y no sentí su suave y tersa piel, en cambio sentí que la mía se manchaba de pintura, las partes del cuerpo de mi mamá que toqué estaban ahuecadas y se distinguía una pintura gris opaco igual a la que tenía en mi ropa y brazos ahora. Grite lo más fuerte que pude, la pintura se secó pegándose a mi cuerpo como cemento. Puse mis manos en sus mejillas y mientras más la tocaba menos se distinguía su rostro, estaba entrando en una crisis cuando hablo:

—Cariño—mi madre estaba llorando— ¡¿qué me has hecho?! —encolerizo. Sentía las lágrimas caer por mis mejillas, no entendía lo que estaba pasando y estaba más asustada que antes cuando creía que no había nadie.

<<Se lo diré a tu padre—acuso saliendo aún con sus huecos de pintura ya secada.

— ¡No, espera! —exclame agarrando su brazo, este se ahueco pero eso no fue todo, mi mamá se giró y su rostro no era el mismo, estaba deforme de una forma que yo no causé al tener contacto con ella, ahora en él se formaban arrugas que iban cayendo en gotas espesas de pintura.

— ¡Suéltame estúpida! —grito zafándose de mi agarre y saliendo lo más pronto de la habitación. Corrí tras ella pero cruzo entrando a la sala de juegos.

Ya no había rastro de ella.

Mire a todos lados y no la hallé, mi corazón latía a todo pulmón y todo mi cuerpo temblaba.

Indagando En El ParaísoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora