Mar y tierra. FullMetal Alchemist (RoyEd).

Capítulo IV: El nacimiento de un amor

Hola a todos!!!

Antes que nada, una disculpa por dejar el fic tanto tiempo sin actualizar, pero como le había comentado a una lectora: generalmente los fics los tomo más en cuenta para actualizar dependiendo su popularidad.

El RoyEd no es muy popular, hay otros ships de FMA con más fama, pero éste es mi favorito de esta serie.

Y bueno, he notado que este fic ya es un poco más tomado en cuenta y decidí actualizarlo, además que en parte es por otra cuestión, pero ésta ya es más de tipo personal.

Espero les guste el capítulo, si es así, comenten y voten por favor =).

Ya saben, FMA NO me pertenece.

Capítulo IV: El nacimiento de un amor

Sintiéndose en más confianza, el pelinegro se quitó los zapatos y se sentó en la orilla de la playa para conversar mejor con el rubio.

-¿Vienes de muy lejos? –Preguntó mirando detalladamente las escamas de los brazos del menor.

-Algo... pero como es normal que me escape de casa, no se dan cuenta de que vengo aquí. –Eso extrañó a Roy.

-¿De qué hablas? –Ed lo pensó un poco para contestar.

-Mmm... bueno... según mi maestra y todos los seres del mar, nosotros no debemos dejar que nos vean. Los humanos quizá nos rechazarían e intentarían destruirnos... o experimentarían con nosotros... -Roy no pudo evitar fruncir un poco el ceño, ¿Eso pensaban de todos los humanos? Aunque, pensándolo bien... no lo culpaba. Al ver su expresión, Edward se corrigió. -¡Pero tú eres diferente! –Se sonrojó un poco. –Eres interesante y me agradas...

El pelinegro no pudo evitar sonreír ante esto... detestaba su nulo talento para dibujar, porque aquél tritón era digno de ser plasmado. No lo hacía porque no quería asustarlo, pero tenía curiosidad por tocar sus escamas y su cabello.

-Te comprendo un poco... hay personas que buscan lastimar a otras, no dudo que querrían lastimar a seres marinos, pero yo jamás querría hacerte daño. –Sin darse cuenta, comenzó a sumergirse un poco más en el agua, pero no quería entrar al mar, no sabía nadar.

-No son muy diferente a nosotros... supongo... -Dijo el rubio en voz baja y con un poco de rencor en su voz.

-¿De qué hablas? –El menor suspiró con cansancio.

-A pesar de ser quien soy en mi reino... la gente me detesta... se alejan de mí, pero yo tampoco quiero estar junto a ellos... decían ser mis amigos pero... no sé qué querían exactamente de mí. –El rostro de Ed ahora reflejaba tristeza.

-¿Quieres contarme qué pasó? –En un acto de reflejo, Roy levantó uno de los flequillos de Ed de su cara, dándose cuenta de la suavidad de su cabello. El tritón, quien se sentía con Roy mucho mejor que con cualquier otra sirena, se acercó y acomodó su cabeza en sus piernas, recostando su cola en la orilla del mar.

-Cuando era pequeño me juntaba con ellos para jugar, de hecho me sentía incluido... creí que eran mis amigos, pero un día, comenzaron a alejarse, estábamos jugando y cuando me volteaba, se habían ido, incluso me dejaban hablando solo. Y no lo hicieron una vez... lo hicieron muchas veces. –Ed comenzó a querer llorar, pues él nunca había tenido muchos amigos, y cuando por fin sintió que pertenecía, simplemente lo abandonaron. Empezó a jugar con la arena que estaba en su mano. – Y cuando me enteré, decían cosas de mí... cosas que quizá algunas sean ciertas... pero otras no, y me lastimaron. –El tritón no quería contar sobre eso, no quería decirle aún a Roy que era un príncipe, y las cosas que habían dicho del rubio era que su actitud pesada se debía a que el poder se le había subido a la cabeza, que se creía mucho por ser de la realeza, que en un futuro sólo buscaría la desgracia del reino... cosas así... eso lo lastimaba.